martes, 30 de abril de 2013

Cada cosa en su lugar



La fiesta reunió a todos los discípulos de Nasrudin. Durante muchas horas comieron y bebieron, y conversaron sobre el origen de las estrellas. Cuando era ya casi de madrugada, todos se prepararon para volver a sus casas.

Quedaba un apetecible plato de dulces sobre la mesa. Nasrudin obligó a sus discípulos a comérselos.Uno de ellos, no obstante, se negó.

“El maestro nos está poniendo a prueba” dijo. “Quiere ver si conseguimos controlar nuestros deseos”.

“Estás equivocado”, respondió Nasrudin. “La mejor manera de dominar un deseo es verlo satisfecho. Prefiero que os quedéis con el dulce en el estómago – que es su verdadero lugar - que en el pensamiento, que debe ser usado para cosas más nobles".


lunes, 29 de abril de 2013

Somos todos responsables




La comitiva pasó por la calle; soldados fuertemente armados llevaban a un

condenado a la horca.

“Este hombre no tenía arreglo” comentó un discípulo a Nasrudin. “Una vez le di una moneda de plata para ayudarlo a levantarse de nuevo en la vida y no hizo nada importante”.

“Quizás él no sirva para nada, pero puede estar ahora caminando hacia la horca por tu causa” respondió el maestro. “Es posible que haya utilizado la limosna para comprar un puñal, que terminó usando en el crimen cometido; y entonces tus manos estarán también ensangrentadas, porque en vez de ayudarlo con amor y cariño preferiste darle una limosna y librarte de tu obligación”.


domingo, 28 de abril de 2013

No Importa pasar por Tonto



El mullah Nasrudin (personaje central de casi todas las historias de la tradición sufi) ya se había transformado en una especie de atracción de la feria principal de la ciudad. Cuando se dirigía hasta allí para pedir limosna, las personas acostumbraban a mostrarle una moneda grande y una pequeña: 

Nasrudin siempre escogía la pequeña. 

Un señor generoso, cansado de ver que la gente se reía de Nasrudin, le explicó: 

“Siempre que te ofrezcan dos monedas, elige la mayor. Así tendrás más dinero, y no serás considerado idiota por los otros.” 

“Usted debe de tener razón”, respondió Nasrudin. “Pero si yo siempre escojo la moneda mayor, las personas dejarán de ofrecerme dinero, para probar que soy más idiota que ellas. Y de esta manera, no podré ganar mi sustento. 

No hay nada malo en pasar por tonto 
si en realidad lo que uno está haciendo 
es inteligente. 

sábado, 27 de abril de 2013

El padre con su hijo

El padre estaba intentando leer el periódico, pero el hijo pequeño no cesaba de molestarlo. Ya cansado de aquello, arrancó una hoja, que mostraba el mapa del mundo, la cortó en varios pedazos y la entregó al hijo. 

-Mira, ahí tienes algo para hacer. Acabo de darte el mapa del mundo y quiero ver si consigues montarlo exactamente como es. 

Y volvió a leer su diario, sabiendo que aquello mantendría al niño ocupado por el resto del día. 

Quince minutos después, no obstante, el chico volvió con el mapa montado. 

-¿Es que tu madre te estuvo enseñando geografía? – preguntó el padre, aturdido. 

-Ni sé lo que es eso –respondió el niño- . Es que en el otro lado de la hoja había el retrato de un hombre. Y, una vez que conseguí reconstruir el hombre, también reconstruí el mundo. 

viernes, 26 de abril de 2013

EL AMIGO AMBICIOSO


Un mercader decidió hacer un viaje urgente a otra ciudad. Temeroso de los ladrones, puso su dinero en una bolsa y fue a la casa de su mejor amigo y le rogó que le guardara el dinero mientras andaba de viaje. Aceptó el amigo y guardó la bolsa con las monedas de oro. Pero en cuento se fue el mercader, el mal amigo, al ver tanto dinero, tuvo una malvada idea. Cuando volvió el mercader, fue a casa de su amigo y le pidió la bolsa con las monedas.

“Hay amigo – dijo el mal amigo – no lo podrás creer, pero cuando te fuiste un ratón mordió tu bolsa y se fue llevando tus monedas de una en una, hasta no dejar ni una sola”. El mercader comprendió la mentira del ambicioso amigo pero no dijo nada y se fue fingiendo haber creído la historia.

Ahora bien, el ladrón tenía un hijo que era toda su alegría y el mercader hizo que el hijo de su amigo se quedara unos cuantos días en su casa para darle una lección. Pasado unos días fue a visitar a su amigo. Lo encontró llorando amargamente y entre sollozos le contó que había desaparecido el niño que era toda sualegría de vivir.

“Ah, sí – respondió el mercader – yo vi a un águila llevándose al niño entre las garras”.

“Pero es imposible – contestó el amigo ambicioso – no creo que un águila pueda llevarse un niño entre sus garras”.

“Bueno – respondió el mercader – tan imposible como que un ratón se robe de una bolsa cien monedas de oro”.

Al momento comprendió el mal amigo la lección que estaba recibiendo y fue rápido a devolver las monedas de oro y a la vez recibió de vuelta a su hijo. 


jueves, 25 de abril de 2013

Cambiando de actitud


Un abad del monasterio de Esceta recibió a un joven que quería seguir el camino espiritual. 

- Durante un año, paga una moneda a quien te agreda – le dijo el abad.

Durante doce meses el joven pagó una moneda siempre que era agredido. Al finalizar el año, volvió a presentarse ante el abad, para saber cual era el próximo paso. 


- Ve hasta la ciudad a comprar comida para mí.


En cuanto el joven salió, el abad se disfrazó de mendigo y, tomando un atajo que conocía, se fue hasta la puerta de la ciudad. Cuando el joven se aproximo, comenzó a insultarlo. 

¡Qué bien! dijo al falso mendigo ¡Durante un año entero tuve que pagar a todos los que me agredían y ahora puedo ser agredido gratis, sin gastar nada!

Al oír esto, el abad se dio a conocer.

- Quien es capaz de no darle importancia a lo que los otros dicen es un hombre que está en el camino de la sabiduría. Tú ya no te tomas los insultos en serio, y por lo tanto estás listo para el próximo paso.


miércoles, 24 de abril de 2013

La Sabiduría de los Padres del Desierto: Aprendiendo a escoger



San Antonio vivía en el desierto, cuando se aproximó un joven.

- Padre, vendí todo lo que tenía y di el dinero a los pobres. Solo guardé unas pocas cosas para que me ayuden a sobrevivir aquí. Me gustaría que me enseñara el camino de la salvación.

San Antonio pidió al muchacho que vendiese también las pocas cosas que había guardado y con el dinero obtenido comprase carne en la ciudad. Al regreso, debía traer la carne atada a su cuerpo.

El muchacho obedeció. Al regresar, fue atacado por perros y halcones, que querían un pedazo de la carne.

- Ya estoy de vuelta – dijo el chico, mostrando el cuerpo arañado, mordido y las ropas en jirones. ¿Por qué me mandó hacer esto?

- Para mostrarte que lo que trajiste de tu pasado no sirve en tu presente. Cuandotengas que escoger un nuevo camino, no traigas experiencias viejas. 

Aquellos que dan un paso nuevo pero quieren mantener un poco de su antigua vida terminan desgarrados por los propios recuerdos.

<<

martes, 23 de abril de 2013

El ingeniero y su tornillo



Un ingeniero que fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja... una computadora que valía 12 millones de dólares. Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.


El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.

- ¿Cuánto le debo? preguntó.

- Son mil dólares, si me hace el favor.

- ¿Mil dólares? ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo?

¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada! Le pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.

El ingeniero asintió con la cabeza y se fue.

A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar.

La factura decía:

Servicios prestados:

Apretar un tornillo............ US $1 dólar

Saber qué tornillo apretar.... US $999 dólares

lunes, 22 de abril de 2013

Nasrudin y el Huevo 



Cierta mañana Nasrudin – el gran místico sufí que siempre fingía ser loco –  envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al medio de la plaza de su ciudad y llamó a los que pasaban por allí. 

- ¡Hoy tendremos un importante concurso! – dijo – ¡Quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo, recibirá de regalo el huevo que está dentro! 

Las personas se miraron, intrigadas, y respondieron: 

-¿Cómo podemos saberlo? ¡Ninguno de nosotros es adivino! 

Nasrudin insistió: 

- Lo que está en este pañuelo tiene un centro que es amarillo como una yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está contenido dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un símbolo de fertilidad, y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos, Entonces, ¿quién puede decirme lo que está escondido?

Todos los habitantes pensaban que Nasrudin tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza delante de los otros. ¿Y si no fuese un huevo, sino algo muy importante, producto de la fértil imaginación mística de los sufis? Un centro amarillo podía significar algo del sol, el líquido a su alrededor tal vez fuese algún preparado de alquimia. No, aquel loco 
estaba queriendo que alguien hiciera el ridículo. 

Nasrudin preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo impropio. 

Entonces él abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo. 

- Todos vosotros sabíais la respuesta – afirmó – y nadie osó traducirla en palabras.

Así es la vida de aquellos q
ue no tienen el valor de arriesgarse: 
las soluciones nos son dadas 
generosamente por Dios, 
pero estas personas siempre buscan 
explicaciones más complicadas, 
y terminan no haciendo nada. 

domingo, 21 de abril de 2013

El Sabio




Un sabio, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad. 

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:

- "¿Es posible que, además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!". 

"Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene" -fue la respuesta del sabio-.


sábado, 20 de abril de 2013

Ahuyentando a los Fantasmas



Durante años, Hitoshi intentó – inútilmente – despertar el amor de aquella a quien consideraba ser la mujer de su vida. Pero el destino es irónico: el mismo día en que ella lo aceptó como futuro marido, también descubrió que tenía una enfermedad incurable y le quedaba poco tiempo de vida. 

Seis meses después, ya a punto de morir, ella le pidió: 

- Quiero que me prometas una cosa: que jamás te volverás a enamorar. Si lo haces, volveré todas las noches para espantarte. 

Y cerró los ojos para siempre. 

Durante muchos meses, Hitoshi evitó aproximarse a otras mujeres, pero el destino continuó irónico, y él descubrió un nuevo amor. Cuando se preparaba para casarse, el fantasma de su ex amada cumplió su promesa y apareció. 

-Me estás traicionando –le dijo. 

-Durante años te entregué mi corazón y tú no me correspondías –respondió 

Hitoshi. -¿No crees que merezco una segunda oportunidad de ser feliz? 

Pero el fantasma de la ex-amada no quiso saber de disculpas, y todas las noches venía para asustarlo. Contaba con todo detalle lo que había sucedido durante el día, las palabras de amor que él había dicho a su novia, los besos y abrazos que se habían intercambiado. 

Hitoshi ya no podía dormir, así que fue a buscar al maestro zen Bashô. 

-Es un fantasma muy listo – comentó Bashô. 

-¡Ella sabe todo, hasta los menores detalles! Y ya está acabando con mi noviazgo, porque no consigo dormir y en los momentos de intimidad con mi amada me siento muy inhibido. 

-Vamos a alejar a este fantasma – garantizó Bashô. 

* * * * * 

Aquella noche, cuando el fantasma retornó, Hitoshi lo abordó antes de que dijera la primera frase. 

-Eres un fantasma tan sabio, que haremos un trato. Como me vigilas todo el tiempo, te voy a preguntar algo que hice hoy: si aciertas, abandono a mi novia y nunca más tendré mujer. Si te equivocas, has de prometer que no volverás a aparecer, bajo de pena de ser condenado por los dioses a vagar para siempre en la oscuridad. 

-De acuerdo –respondió el fantasma, confiante. 

Dos días después, Hitoshi fue hasta la casa del maestro zen. 

-Vine a darle las gracias. 

-Aprovecha para aprender las lecciones que hacen parte de esta experiencia – respondió Bashô: 

“En primer lugar, aquel espíritu volvía siempre porque tenías miedo. Si quieres alejar una maldición, no le des la menor importancia. 

“Segundo: el fantasma sacaba provecho de tu sensación de culpa: cuando nos sentimos culpables, siempre deseamos –inconscientemente- el castigo. 

“Y, finalmente: nadie que realmente te amara te obligaría a hacer ese tipo de promesa. Si quieres entender el amor, aprende la libertad.” 

viernes, 19 de abril de 2013

El orador Demades



El orador Demades hablaba un día a los ciudadanos de Atenas, mas como no prestaban mucha atención a su discurso, pidió que le permitieran contar una fábula de Esopo. Concedida la demanda, empezó de este modo:

-Demeter, la golondrina y la anguila viajaban juntas un día; llegaron a la orilla de un río; la golondrina se elevó en el aire, la anguila desapareció en las aguas.. -y aquí se detuvo el orador.

-Y Demeter..?-le gritaron-. ¿Qué hizo...?

-Demeter montó en cólera contra vosotros- replicó, porque descuidáis los asuntos de Estado para entreteneros con las fábulas de Esopo.



Eso sucede entre la gente: 
prefieren darle atención únicamente al placer 
dejando de lado las cosas realmente necesarias. 
Cuidémonos de no caer en ese error. 
Compartamos equilibradamente 
el deber y el placer .


jueves, 18 de abril de 2013

El conejo actor



Entró un día un conejo en la casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente trabajada.

La tomó entre sus patas, la observó y se dijo:

-¡Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos.

No te llenes de apariencias vacías.
Llénate mejor siempre de buen juicio.

miércoles, 17 de abril de 2013

Sobre el puente y el puentecillo



Un hombre, después de muchos años de trabajo y meditación sobre la mejor manera de atravesar el río que pasaba delante de su casa, construyó con unos troncos sostenidos por cuerdas un puentecillo sobre él. Pero los habitantes de la aldea raramente osaban atravesarlo, por causa de su precariedad. 

Un buen día apareció por allí un ingeniero. Junto con los habitantes, construyeron un puente, lo que dejó enfurecido al constructor del puentecillo. A partir de entonces, él empezó a decir a todo quien quisiera oírlo que el ingeniero había faltado al respeto a su trabajo. 

-¡Pero su puentecillo aún está allí!- le respondían los habitantes. -Y es un monumento a sus años de esfuerzo y meditación. 

-Nadie lo usa -insistía el hombre, nervioso. 

-Usted es un ciudadano respetado, y le apreciamos mucho. Solo que la gente encuentra el puente más bello y útil que el puentecillo, ¡qué se le va a hacer! 

-¡Pero ese puente está cruzando mi río! 

-Pero señor, a pesar de todo el respeto que sentimos hacia su trabajo, debemos decirle que el río no es suyo. Puede ser atravesado a pié, por barco, a nado, de la manera que queramos; y si las personas prefieren cruzarlo por el puente, ¿por qué no se ha de respetar su deseo? 

Finalmente, ¿cómo podemos confiar en alguien que, en vez de intentar mejorar su puentecillo, pasa todo el tiempo criticando el puente?


martes, 16 de abril de 2013

El arte de enseñar




Confucio se sentó para descansar, y pronto los alumnos empezaron a hacerle preguntas. Aquel día el Maestro estaba bien dispuesto, y decidió responder. 

-Usted consigue explicar muy bien todo lo que siente. ¿Por qué no va hasta el Emperador y habla con él? 

-El Emperador también hace bellos discursos -dijo Confucio. -Y los bellos discursos son apenas una cuestión de técnica; ellos no traen consigo la Virtud. 

-Entonces, envíele su libro de poemas. 

-Los trescientos poemas allí escritos pueden ser resumidos en una sola frase: "piensa correctamente". Este es el secreto. 

-¿Qué es pensar correctamente? 

-Es saber usar la mente y el corazón, la disciplina y la emoción. Cuando se desea una cosa, la vida nos guiará hacia ella, mas por caminos inesperados. Muchas veces nos dejamos confundir porque estos caminos nos sorprenden, y entonces creemos que estamos yendo en la dirección equivocada. Por eso yo dije: déjate llevar por la emoción, pero mantén la disciplina de seguir adelante. 

-¿Y usted hace eso? 

-A los quince años, comencé a aprender. A los treinta, pasé a tener la certeza de lo que deseaba. A los cuarenta, las dudas retornaron. A los cincuenta años, descubrí que el Cielo tiene un proyecto para mí y para cada hombre sobre la faz de la Tierra. A los sesenta, comprendí este proyecto y encontré la tranquilidad para seguirlo. Ahora, a los setenta años, puedo escuchar mi corazón sin que él me haga salir del camino. 

Entonces, ¿qué es lo que le hace diferente de los otros hombres que también aceptan la voluntad del Cielo? 

-Yo procuro dividirla con vosotros. Y quien consigue discutir una verdad antigua con una generación nueva debe usar su capacidad de enseñar. Esta es mi única cualidad: ser un buen profesor.

-¿Qué es un buen profesor? 

-El que examina todo lo que enseña. Las ideas antiguas no pueden esclavizar al hombre porque ellas se adaptan y adquieren nuevas formas. Entonces, tomemos la riqueza filosófica del pasado sin olvidar los desafíos que el mundo presente nos propone. 

-¿Qué es un buen alumno? 

-Aquel que escucha lo que yo le digo, pero adapta mis enseñanzas a su vida y nunca las sigue al pié de la letra. Aquel que no busca un empleo, sino un trabajo que lo dignifica. Aquel que no busca ser notado, sino hacer algo notable.


lunes, 15 de abril de 2013

Maestra, ¿qué es el amor?



Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó:
Maestra… ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.

El primer alumno respondió:
Yo traje esta flor… ¿no es bonita?

A continuación, otro alumno dijo:

- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?


Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.

Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.

La maestra se dirigió a ella:
Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?

La criatura, tímidamente, respondió:

- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí… 


Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?

La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón. 


El amor es algo que se siente.

Hay que tener sensibilidad para vivirlo.

domingo, 14 de abril de 2013

El picador de piedra



Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.

Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.

Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.

Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡ Quiero ser el sol !".

Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.

Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.

Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.

sábado, 13 de abril de 2013

El león, la zorra y el lobo



El gran rey de la selva, el león, se encontraba muy enfermo, por lo que decidió quedarse en su cueva descansando. Todos los demás animales, a excepción de la zorra, fueron a visitarlo para darle ánimos y saber que le pasaba.


Al ver que la zorra no había llegado, el lobo aprovechó para  acusar a la zorra de la siguiente manera:

- Señor, la zorra no tiene ningún respeto por ud, y por eso no se toma la molestia si quiera de venir a ver que pasa con su salud.

En ese instante llegó la zorra, a tiempo para escuchar lo que el lobo había dicho. El león enfurecido, le gritó a la zorra sobre que había estado haciendo y por qué no estaba aquí pendiente de su salud. La zorra le respondió:

- Entre todos los que están aquí, ¿quien ha sido tan respetuoso y servicial como para buscar a un médico que dijera un remedio para el mal que posees?

+ ¿Y cual es el dichoso remedio? ¡Dime cual es para curarme!

- Lo único que debes hacer es sacrificar un lobo y usar su piel como un abrigo.

Enseguida el león mandó a matar al lobo, mientras la zorra decía:

- Al jefe hay que llevarlo a la benevolencia, no al rencor.


El que tiende trampas a la gente inocente, 
es el primero que termina cayendo


viernes, 12 de abril de 2013

Sócrates y el éxito




Un hombre joven pidió a Sócrates el secreto del éxito. Sócrates dijo a hombre joven encontrarlo cerca del río la mañana siguiente. Se encontraron. Sócrates pidió que el hombre joven caminara con él en el río. Cuando el agua se levantó a su cuello, Sócrates tomó a hombre joven por sorpresa y hunió rápidamente lo en el agua.

El muchacho luchó para salir pero Sócrates era fuerte y mantenidole allí hasta que el muchacho comenzara a ponerse azul. 

Sócrates sacó la cabeza del muchacho del agua y la primera cosa que hizo el hombre joven era jadear y tomar una respiración profunda del aire.

Sócrates le preguntó, “Qué deseaba mayormente cuando estaba bajo el agua?” 

El muchacho contestó, “aire”. 

¡Sócrates dijo, “que es el secreto del éxito! Cuando usted quiere éxito tan gravemente como usted quiso el aire, después usted lo conseguirá!” No hay otro secreto.


jueves, 11 de abril de 2013

Fabula del hi hipocrondríacopopotamo



Era un hipopótamo que siempre se quejaba de estar enfermo, no obstante que siempre se lo veía saludable, cerca del agua, el barro y el sol. El hipopótamo visitaba con frecuencia al médico. En la primera consulta el médico le dijo que no tenía nada, pero el descomunal paciente montó en cólera y poco faltó para que lo lanzara por la ventana del consultorio.

Por esa razón, de ahí en adelante, el galeno lo auscultaba, le diagnosticaba unaenfermedad terminada en itis y otra en osis, le recetaba píldoras de diversos colores y le cobraba la consulta. El hipopótamo pagaba contento las consultas y más contento se tomaba las píldoras. Al otro día decía: ¡Estoy curado!, hasta que unos días después se sentía enfermo de nuevo.

El hipopótamo vivió toda su vida "enfermo", y proclamando hacia si mismo enfermedades incluso desconocidas para los doctores. Luego de unos años, murió.


Lo que pensamos y declaramos para nuestras vidas 
es lo que tendremos. 
Si piensas y predicas cosas positivas, 
atraerás cosas buenas, y viceversa.


miércoles, 10 de abril de 2013

Las dos mujeres




Cuenta Esopo, un escritor de fábulas de la Antigua Grecia, que en épocas antiguas, cuando los hombres podían tener varias esposas, un hombre de mediana edad tenía una esposa vieja y otra joven.
Las dos lo querían mucho a su manera, y cada una de ellas deseaba que el hombre tuviera una edad parecida a la suya.
El cabello del hombre empezó a encanecer con el tiempo, poco a poco. Esto no gustaba a la mujer joven porque lo hacía demasiado viejo para ella. Así que todas las noches lo peinaba y le arrancaba todas las canas.
La vieja, en cambio, veía complacida cómo el cabello de su marido, encanecía, ya que a ella no le gustaba que, a veces, la tomasen por su madre. Por este motivo, todas las mañanas lo peinaba y le arrancaba todos los cabellos negros que podía.
La consecuencia es fácil de adivinar. En poco tiempo la cabeza de aquel hombre se quedó sin pelo.


martes, 9 de abril de 2013

La señal



El único superviviente de un naufragio llegó a una isla deshabitada. Pidió fervientemente a Dios ser rescatado, y cada día divisaba el horizonte en busca de una ayuda que no llegaba. Cansado, optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y guardar sus pocas pertenencias.

Un día, tras merodear por la isla en busca de alimento, cuando regresó a la cabaña la encontró envuelta en llamas, con una gran columna de humo levantándose hacia el cielo. Lo peor había ocurrido: lo había perdido todo y se encontraba en un estado de desesperación y rabia.

--¡Oh Dios!, ¿cómo puedes hacerme esto? --se lamentaba.

Sin embargo, al amanecer del día siguiente se despertó con el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Habían venido a salvarlo.

--¿Cómo supieron que estaba aquí? --preguntó a sus salvadores.

--Vimos su señal de humo --contestaron ellos.

Es muy fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal. Recuerda que cuando tu cabaña se vuelva humo, puede ser la señal de que la ayuda está en camino.


lunes, 8 de abril de 2013

Una mujercita con suerte




Una mujer pobre tenía la costumbre de ir todas las mañanas a un bosque cercano a su casa para recoger leña, que luego vendía a sus vecinos. Cierto día, encontró bajo un roble un caldero viejo de latón, ya muy oxidado por la intemperie.

―¡Vaya, qué suerte! ―exclamó―. Tiene un agujero, y no me servirá para llevar agua, pero podré utilizarlo para plantar flores.

Tapó el caldero con su mantón y, cargándoselo al hombro, emprendió el camino hacia su humilde choza. Pero empezó a notar que el caldero iba pesando más y más, así que se sentó a descansar. Cuando puso el caldero en el suelo, vio con asombro que estaba lleno de monedas de oro.

―¡Qué suerte tengo! ―volvió a exclamar, llena de alegría―. Todas estas monedas para una pobre mujer como yo.

Mas pronto tuvo que volver a pararse. Desató el mantón para ver su tesoro y, entonces, se llevó otra sorpresa: el caldero lleno de oro se había convertido en un trozo de hierro.

―¡Qué suerte tan maravillosa! ―dijo―. ¿Qué iba a hacer una mujercita como yo con todas esas monedas de oro? Seguro que los ladrones me robarían todo. Por este trozo de hierro me ganaré unas cuantas monedas normales, que es todo lo que necesito para ir tirando.

Envolvió el trozo de hierro, y prosiguió su camino.

Cuando salió del bosque, volvió a sentarse, y decidió mirar otra vez en su mantón, por si el destino le había dado otra sorpresa. Y, en efecto, así era: el trozo de hierro se había convertido en una gran piedra.

―¡Vaya suerte que tengo hoy! ―dijo―. Esta piedra es lo que necesito para sujetar la puerta del jardín, que siempre golpea cuando hace viento.

En cuanto llegó a su casa, fue hacia la puerta del jardín y abrió el mantón para sacar la piedra. Mas, nada más desatar los nudos, una extraña criatura saltó fuera. Tenía una enorme cola con pelos de varios colores, unas orejas puntiagudas y unas patas largas y delgadísimas. La mujercita quedó maravillada al ver que la aparición daba tres vueltas alrededor y luego se alejaba bailando por el valle.

―¡Qué suerte tengo! ―exclamó―. Pensar que yo, una pobre mujercita, ha podido contemplar este maravilloso espectáculo... Estoy segura de que soy la pobre mujercita solitaria con más suerte del mundo entero.

Y se fue a la cama tan alegre como siempre. Y, según se cuenta, lo más curioso es que, desde aquel día, la suerte de esta pobre mujer cambió, y ya nunca más volvió a ser pobre ni solitaria.

domingo, 7 de abril de 2013

Bueno... malo... ¿Quién sabe?




Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una pequeña aldea en las montañas. Su único medio de subsistencia era el caballo que poseían, el cual alquilaban a los campesinos para roturar las tierras.

Todos los días, el hijo llevaba al caballo a las montañas para pastar. Un día, volvió sin el caballo y le dijo a su padre que lo había perdido. Esto significaba la ruina para los dos. Al enterarse de la noticia, los vecinos acudieron a su padre, y le dijeron: «Vecino, ¡qué mala suerte!» El hombre respondió: «Buena suerte, mala suerte, ¡quién sabe!».

Al cabo de unos días, el caballo regresó de la montaña, trayendo consigo muchos caballos salvajes que se le habían unido. Era una verdadera fortuna. Los vecinos, maravilla­dos, felicitaron al hombre: «Vecino, ¡qué buena suerte!». Sin inmutarse, les respondió: «Buena suerte, mala suerte, ¡quién sabe!»

Un día que el hijo intentaba domar a los caballos, uno le arrojó al suelo, partiéndose una pierna al caer. «¡Qué mala suerte, vecino!», le dijeron a su padre. «Buena suerte, mala suerte, ¡quién sabe!», volvió a ser su respuesta.

Una mañana aparecieron unos soldados en la aldea, reclutan­do a los hombres jóvenes para una guerra que había en el país. Se llevaron a todos los muchachos, excepto a su hijo, incapacita­do por su pierna rota. Vinieron otra vez los aldeanos, diciendo: «Vecino, ¡qué buena suerte!». «Buena suerte, mala suerte, ¡quién sabe!», contestó.

Dicen que esta historia continúa, siempre de la misma manera, y que nunca tendrá un final.

sábado, 6 de abril de 2013

Tu valor no cambia



Un orador inició su seminario mostrando al auditorio un billete de 20 euros. Dirigiéndose a los espectadores, preguntó:

--¿Quién quiere este billete?

Muchas manos se levantaron. Luego dijo:

--Se lo voy a dar a alguno de ustedes, pero primero permítanme hacerle esto... 

Cogiéndolo con ambas manos, lo convirtió en una bola, dejándolo todo arrugado. Entonces volvió a preguntar:

--¿Quién lo quiere todavía? --las manos volvieron a subir--. Bien, ¿y si le hago esto...? --lo dejó caer al suelo y lo pisoteó. Lo recogió y volvió mostrarlo al auditorio--. Y así, todo arrugado y sucio... ¿todavía lo quieren?

Las manos se mantuvieron arriba.

--Amigos, han aprendido una lección muy valiosa: no importa todo lo que le haya hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren porque su valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos 20 euros.

»Muchas veces en nuestras vidas caemos, 
nos arrugamos, o nos revolcamos en la tierra 
por las decisiones que tomamos 
y por las circunstancias que nos rodean. 
Llegamos a sentir que no valemos nada. 
Pero no importa lo que hayamos pasado 
o cuanto pueda ocurrirnos, 
nunca perdemos el valor que tenemos 
ante los ojos de Dios. 
Sucios o limpios, 
abatidos o victoriosos, 
para Él somos igualmente valiosos.