El discípulo se quejaba constantemente a su Maestro Zen:
«No haces más que ocultarme el secreto último del Zen».
Y se resistía a creer las consiguientes negativas del Maestro.
Un día, el Maestro se lo llevó a pasear con él por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un pájaro.«¿Has oído el canto de ese pájaro?», le preguntó el Maestro.
«Sí», respondió el discípulo.
«Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada».
«Sí», asintió. el discípulo.
Tony de Mello
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