viernes, 31 de agosto de 2012

Las cuatro cosas que jamás se recuperan.




Cuando llegaron al borde del río, el maestro arrojó una moneda de oro al fondo. El discípulo, creyendo que se trataba de un manantial de los deseos, se dispuso a hacer lo mismo, pero la mano del sabio detuvo su acción:
-Nunca olvides que existen cuatro cosas en la vida que jamás se recuperan:
    La piedra, después de arrojada.
    La palabra, después de proferida.
    La ocasión, después de perdida.
    El tiempo, después de pasado.
Durante un tiempo, ambos callaron y vieron pasar el agua, un agua que nunca más volvería... El discípulo, inmerso en este pensamiento, se atrevió a romper el silencio:
-¿Por qué ha arrojado algo tan valioso al río, maestro? No le veo sentido…
-Para que recuerdes que esta lección no tiene precio. –contestó el sabio.


jueves, 30 de agosto de 2012

Apegos



Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso: 

- ¿Jugamos al escondite? 

La Intriga se levantó con los ojos fruncidos, y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó: 

- ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso? 

Es un juego – explicó la Locura – en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego. 
El Entusiasmo se halló secundado por la Euroia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso la Apatía a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participarl La Verdad prefirió no esconderse; ¿para qué? Si al final siempre le hallaban. La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), y La Cobardía prefirió no arriesgarse. 

- Uno, dos, tres…. comenzó a contar la Locura. 

La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra de el Triunfo, que con su pripio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. 
La Generosidad, casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿qué si un lago cirstalino? ¡ Es ideal para la Belleza!; ¿Qué si la rendija de un árbol? ¿Perfecto para la Timidez; ¿qué si el vuelo de una mariposa? ¡ Lo mejor para la Voluptuosidad!; ¿qué si una ráfaga de viento? ¡ Magnífico para la Libertad! Asíq ue terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoismo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… eso sí, sólo para él. 
La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris); y La Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes, el Olvido …¡se me olvidó donde se escondió!… pero no es lo importante. 
Cuando la Locura contaba 999999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores. 

- ¡Un millón! – contó la Locura y comenzó a buscar. 

La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. 
En un descuido encontró a la Envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. 

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al algo descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en que lado esconderse. 

Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco iris… (¡Mentira, ella estaba en el fondo del océano!), y hasta el Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite. 
Pero sólo el Amor no aparecía por ningún sitio. 

La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas… Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor y la Locura no sabía que hacer para disculparse; lloró, rogó, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo. 

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, 
El amor es ciego y la locura siempre, siempre le acompaña. 






miércoles, 29 de agosto de 2012

El árbol de los problemas



Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja. Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. 

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario. Tocó el tronco con ambas manos. 

Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energia había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche. 

Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos. 

- Ese es mi árbol de los problemas, – contestó 

- Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez. 

- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior. 

Maestro: si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.


martes, 28 de agosto de 2012

Quien no trabaja, no come



Los pupilos se lamentaban de que su anciano maestro trabajase tan duramente, pero, sabiendo que no se dejaría convencer por ellos, convinieron en que lo mejor sería esconder sus herramientas en algún sitio donde no pudiera encontrarlas. 

El día que llevaron a cabo su plan, Hyakujo no probó bocado. Lo mismo hizo al día siguiente, y al otro. 

Los monjes pensaron: 

- Debe estar enfadado porque hemos escondido sus herramientas. 

- Tal vez sería mejor que se las devolviéramos. 

Así lo hicieron. Al día siguiente, el maestro trabajó y comió como solía hacer antes. 

Por la tarde dijo a sus discípulos: 

- Quien no trabaja, no come. 







lunes, 27 de agosto de 2012

Chiyono



Chiyono era una mujer bella.

Aunque en su interior atesoraba el amor más puro y hermoso, la mayoría de los hombres que se acercaron a su vida buscaban disfrutar del deseo que les despertaba la perfección de su cuerpo.

Y Chiyono descubrió que no había hombre que pudiera corresponder a su amor; que el único amante que podía ver lo que los ojos velaban era el amor divino. Y vagó de monasterio en monasterio, y en todos recibió la misma negativa. Su belleza sólo podría alterar la tranquilidad de los monjes, y hasta era posible que consiguiera con su sola presencia que más de uno abandonara la austeridad y el silencio.

Chiyono, cansada de ser valorada sólo por su aspecto, deformó su cuerpo sometiéndolo a dolorosas quemaduras. Su rostro, de piel aterciopelada y blanco perla, era ahora carne viva y purulenta. Tras recuperarse de sus heridas, decidió volver a visitar los monasterios que antes le habían cerrado sus puertas.

Al ver su aspecto y conocer el porqué de su estado, los monjes aceptaron respetuosamente su presencia y valoraron su deseo de volcar su vida al despertar divino.

Cuando pudo por fin dedicarse a lo que quería, estuvo años -década tras década- realizando las mismas rutinas, pacientemente, intentando mantenerse alerta a las indicaciones de los maestros y a sus propias experiencias. Su vida era bien sencilla; pero había aprendido que no eran las actividades en sí las que daban plenitud y sentido a la vida, sino la actitud con que éstas se realizaban.

De sus maestros había aprendido también a observarse al caminar… al fregar el suelo… al preparar la comida… al meditar sentada frente a un muro carente de objetos… Observaba su aburrimiento, su tristeza, su ira, su sueño… y sabía que en la realidad iluminada nada de esto era de ella… Si se aburría, se decía: “el aburrimiento está pasando por mí”… Si reaccionaba con ira, no la reprimía ni justificaba; se observaba y se decía: “la ira está pasando por mí”.

Y así estuvo años y más años, intentando ir más allá de la aparente repetición de la rutina, para descubrir la cualidad de frescura y espontaneidad que tenía, no lo acción en sí (fuera o no fuera nueva), sino la vivencia constante en el eterno presente.

Una noche, realizando una de las tareas propias de su rutina, fue a buscar agua a un pozo cercano. Tras llenar el destartalado cubo, se dispuso a llevarlo con calma y cuidado para no perder parte de su preciado contenido durante el camino. La noche, de nubes y claros, estaba tenuemente iluminaba por el resplandor de una hermosa luna llena. Chiyono alternaba su vista en el suelo, la Luna y el reflejo oscilante de ésta en el agua del balde.

De repente, mientras observaba el reflejo de la luna en el agua, tropezó, cediendo las asas y rompiéndose al impactar contra el suelo.

Durante unos instantes, la monja Chiyono permaneció inmóvil, observando los restos del cubo y cómo el agua se filtraba poco a poco en las porosidades del suelo… Luego, miró directamente a la luna… Y en ese sencillo percance, tras años de esfuerzo, paciencia y tenacidad, Chiyono se iluminó.

Rememorando lo que sintió en ese instante, escribió:

De un modo y otro traté de mantener el cubo íntegro, esperando que el débil bambú nunca se rompiera. De repente, el fondo se cayó. No más agua; no más reflejo de la luna en el agua: vaciedad en mi mano.


domingo, 26 de agosto de 2012

Deseo de aire



Un joven fue a ver al sabio Maestro de Tao Zen y le preguntó:

-Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?.

El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:

-¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio le dijo:

-Ven conmigo.

Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo. Al fin lo dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento.

Entonces preguntó el sabio:

- Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?

Sin vacilar contestó el joven:

-Aire, quería aire.

- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?

– No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire -fue su inmediata respuesta.

- Entonces -contestó el sabio Maestro de Tao Zen-, para conseguir lo que tú quieres debes 
quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.


sábado, 25 de agosto de 2012

Los cuatro monjes




Cuatro monjes se retiraron a un monasterio, en la cima de una alejada
montañ a, para llevar a cabo un entrenamiento espiritual intensivo. Se 
establecieron en sus celdas y pidieron que nadie les molestase a lo 
largo de los siete días de retiro. 

Se autoimpusieron el voto de silencio 
durante esas jornadas. Bajo ningún concepto despegarían los labios.

Un novicio les serviría esos días como asistente.

Llegó la primera noche y los cuatro monjes acudieron al santuario a 
meditar. El silencio era impresionante. Ardían vacilantes las lamparillas 
de manteca de yak. Olía a incienso. Los monjes se sentaron en 
meditación, Transcurrieron dos horas y de repente pareció que una de 
las lamparillas iba a apagarse. 

Uno de los monjes, dirigiéndose al 
asistente, dijo:

- Estate atento, muchachito, no vayas a dejar que la lamparilla 
se apague.

Entonces uno de los otros tres monjes le llamó la atención:

- No olvides que no hay que hablar durante siete días y menos 
en la sala de meditación.

Indignado, otro de los monjes - dijo:

- ¡Parece mentira! ¿No recordáis que habéis hecho voto de 
silencio?

Entonces el cuarto monje miró recriminatoriamente a sus compañeros 
y exclamó:

- ¡Qué lástima! Soy el único que observa el voto de silencio.

Y es que, señores, no hay peor embuste que el del autoengaño y, 
además, siempre vemos la paja en el ojo ajeno y no apreciamos la 
viga en el propio.


viernes, 24 de agosto de 2012

LA SANDALIA




Cuentan que un occidental viajaba por la India en tren en un vagón abarrotado. Un hindú charlaba amigablemente con otros con los pies apoyados en la ventana abierta. En una curva le cae una de las sandalias y de repente coge la otra que le quedaba y la lanza por la ventana. 

El occidental le dice: 

- pero qué haces hombre, por que tiras la sandalia que te quedaba. 

Y el hindú sin alterarse responde: 

- Qué haré yo con una sandalia. Al menos el que encuentre la primera que tenga próxima la segunda.


jueves, 23 de agosto de 2012

LOS PECES ACOMODADOS



Dicen que los japoneses, a quienes les gusta mucho comer el pescado crudo, una vez agotados los bancos de peces de sus costas se vieron obligados a ir a buscarlos muy lejos de la isla. Pero necesitaban una solución para no congelar el producto una vez pescado. Entonces decidieron dotar sus barcos de unas grandes piscinas donde depositarían los peces i así garantizar que estos llegasen frescos al consumidor. 

Pero el japonés, de gusto refinado, notó en seguida que la carne del pescado era diferente. Tanto de tiempo en las piscinas hacia que los peces se acomodasen con lo que su carne era más blanda e insípida. 

Tenían que encontrar una solución para contentar al consumidor exigente. Entonces un ingeniero propuso una solución ingeniosa que al final fue muy efectiva. Se trataba de introducir un tiburón en la piscina. De esta manera, aunque algunos peces morían, la mayoría llegaban vivos y frescos al plato del consumidor 


miércoles, 22 de agosto de 2012

CASI COMPLETAMENTE CALVO



Un hombre con tres pelos en la cabeza –estaba casi completamente calvo– entró en una peluquería y pidió que le lavaran la cabeza y le peinaran. El peluquero empezó a hacer su trabajo pero, justo cuando estaba acabando de peinarlo, se cayó uno de los pelos. 

El peluquero estaba muy avergonzado, pero el hombre dijo: “Bueno, ¿Qué se le va a hacer? ¡Supongo que tendré que peinarme con raya en medio¡” 

El peluquero peinó muy cuidadosamente uno de los pelos hacia la derecha, y estaba a punto de peinar el otro pelo hacia la izquierda cuando también se cayó. El peluquero no paraba de disculparse, pero el hombre se lo tomó con mucha calma: “Bueno –dijo–, creo que ahora tendré que ir por ahí con todo el pelo peinado hacia atrás”. 

Esto es aceptación total¡ No puedes alterar a un hombre así. Siempre está satisfecho, siempre encuentra el modo de estar contento. Es un gran arte. Y un hombre que encuentra el modo de estar contento es capaz de ver las cosas con transparencia. 

El descontento nubla tus ojos y tu visión; la satisfacción despeja la niebla de tus ojos y aclara tu visión. Tu mirada traspasa, puedes ver a través, puedes comprender las cosas como son. 

Origen: India. Libro “Buda, su vida y enseñanzas”, Osho, Gaia Ediciones.

martes, 21 de agosto de 2012

TODOS NOS PERDEMOS, A VECES



André Previn, notable director y sincero crítico, revela el secreto de que todos los directores, aun los mejores, se pierden a veces al dirigir sus orquestas. 

Un paso en falso, una distracción, un fallo de la memoria..., y el director se queda sin saber dónde está, mientras la orquesta sigue su curso como si, a fin de cuentas, no necesitara director. 

El consejo que André Previn saca de su propia experiencia y ofrece a sus dignos colegas es que en tal trance el director no trate de reunirse con la orquesta a la desesperada, y menos aún trate de forzar a los músicos a que vengan a dónde él cree que deberían estar, sino que lo tome con calma, les deje tocar, haga con la batuta gestos amplios y generales que podrían encajar con cualquier ritmo, y espere pacientemente al reencuentro, que tendrá lugar más tarde o más temprano, sin que los disciplinados oyentes hayan caído en la cuenta de que algo había fallado. 

El único obstáculo para recobrar el control es el miedo a perderse y la ansiedad por volver al compás cuanto antes. Déjalo estar y no te atormentes. Ten sentido del humor y disfruta con tu hazaña. Siempre es una experiencia interesante, y al final el concierto es un éxito, y el público pide propina a fuerza de aplausos.

La vida es también una sinfonía, y todos nos perdemos de vez en cuando. La partitura es complicada, tiene pasajes difíciles, solos comprometidos y “tutti” arrolladores. A veces perdemos el compás y no sabemos ni dónde estamos ni adónde vamos ni cuándo va a acabar todo aquello. No importa. No te asustes. Que siga la música. Ya nos incorporaremos otra vez, más tarde o más temprano, y el concierto siempre será un éxito. La música nunca falla. 

Antonio García Vallés


lunes, 20 de agosto de 2012

LUCHANDO CONTRA EL DESTRUCTOR



Joe, un viejo luchador, ha soñado siempre con vencer a El Destructor, el campeón supremo, pero su entrenador se ha opuesto a ello una y otra vez. El Destructor conoce una llave (agarrada) secreta con la que ha vencido a todos sus contrincantes. Pero Joe insiste tanto que al final consiguen el ansiado combate.

La pelea comienza. El Destructor se lanza sobre Joe y le aplica su agarrada secreta. El entrenador cierra los ojos. Escucha un gran ruido seguido por el clamor de la multitud. Abre los ojos para contemplar el desastre...¡y ve que Joe ha conseguido desprenderse de su atacante y desmayarlo, ganando el combate!

Al regresar al vestuario, el entrenador pregunta a Joe qué ha hecho para lograr tal milagro. 

Éste le responde:

-Estaba yo cabeza abajo, con la cintura oprimida entre los brazos del Destructor, replegado sobre mí mismo, hecho un nudo. Iba a declararme vencido cuando de pronto vi un par de testículos. Supe que era mi única oportunidad para hacer que me soltara, y entonces, como el paquete estaba a la altura de mi boca, le di un tremendo mordisco.

-¡Oh qué espíritu de lucha!- dice el entrenador-. ¡Te felicito: aunque no sea elegante, en cualquier caso ha sido muy eficaz!

-Sí – responde Joe – es increíble lo que un hombre logra hacer cuando se muerde sus propias pelotas.

Alejandro Jodorowsky


domingo, 19 de agosto de 2012

LATA DE FRUTA



Una mujer compró una lata de fruta, pero no podía abrirla. No sabía abrirla. De modo que corrió a su estudio para mirar en el libro de cocina. Para cuando encontró el libro de cocina y halló la página y la referencia, y volvió corriendo, su sirviente ya había abierto la lata.

Ella le preguntó:
  • -  Pero ¿Cómo lo has hecho?

  • -  Señora, cuando uno no puede leer, tiene que usar su mente –dijo el sirviente. 

sábado, 18 de agosto de 2012

LA FUERZA DE LOS PARADIGMAS RECIBIDOS



Se meten unas moscas durante varios días en un frasco y se cierra éste. Después se quita la tapa y las moscas permanecen en él. Las moscas se han fabricado una visión del mundo y ya no la cambiarán.

En la India, se atan elefantes jóvenes con una fina cuerda verde a un árbol.

Cuando el elefante es mayor, si se le ata con una cadena a un árbol grande, a veces arranca el árbol y se lo lleva consigo. Pero si se le vuelve a atar otra vez con una fina cuerda de color verde, se queda allí. 



viernes, 17 de agosto de 2012

LA CARRETA VACÍA



Una mañana iba caminando con mi padre por la calle y de repente me dijo: - ¿Qué alcanzas a escuchar? 

Yo le conteste:

- ¿Te refieres al ruido de los pájaros? 

El me dijo:

- No, no, no. Pon atención. ¿Lo oyes? 

Entonces le pregunte:

- ¿Te refieres a la carreta? 

El me dijo:

- Exacto, así es. ¿Y te das cuenta que es una carreta que va vacía? 

Entonces yo le pregunte:

- Y ¿Cómo sabes que esta vacía? 

El me dijo:

- Ah, pues muy sencillo. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace. 

Ahora cada vez que conozco a una persona escandalosa y que trata de llamar la atención, recuerdo las palabras de mi padre de esa mañana y me digo a mi misma, “Cuanto más ruido hace una persona, más vacía se encuentra”


jueves, 16 de agosto de 2012

GANDHI Y LOS DULCES



En cierta ocasión una mujer llevó a su hija a ver al Mahatma Gandhi. La mujer estaba verdaderamente preocupada porque la niña padecía una grave adicción a los dulces y viendo que las amonestaciones de padres y familiares no funcionaban pensó que como la niña admiraba mucho a Gandhi, haría caso al “bapu” cómo llamaban cariñosamente al padre de la India. Gandhi le dijo a la madre que volviera dentro de tres meses. La mujer sin entender la causa cumplió la demanda y a los tres meses sin falta volvió a pedir audiencia con Gandhi. Entonces éste hablo con la niña y la convenció para que moderase su vicio. 

Entonces la madre no pudo retener su curiosidad y pregunto:

- Gandhiji, ¿por qué no le dijiste esto mismo hace tres meses? 

Y Gandhi contestó:

- Porque hace tres meses yo también era muy goloso

miércoles, 15 de agosto de 2012

CINCUENTA AÑOS DE CORTESÍA



Un matrimonio de ancianos celebraba sus bodas de oro. 

Mientras desayunaban juntos, la mujer pensó: “desde hace cincuenta años siempre he tenido en consideración a mi marido y le he dado la parte más tostada del pan. Pero hoy quiero disfrutar de esta delicia”. Untó dicha parte para ella y le dio la otra parte al marido. 

Contrariamente a lo que esperaba, éste, muy alegre le besó la mano y le dijo: “querida, me has dado la mayor alegría en este día. Hace cincuenta años que no probaba la parte interior del pan que tanto me gusta. Siempre pensé que la debía guardar para ti ya que te gustaba tanto”


martes, 14 de agosto de 2012

¿ALERGIA A LAS ROSAS?



Esta es la historia de un estudiante alérgico a las rosas que toda su vida hizo lo posible por evitar el contacto con ellas. 

Un día, sin embargo, regresa a casa y descubre que su madre colocó un gran ramo de rosas en el centro de la mesa del comedor. A pesar de todos los tratamientos de desensibilización que recibió, el estudiante tuvo una reacción tal que hubo llevarlo de emergencia al hospital e inyectarlo. 

Sin embargo, ¡las famosas rosas eran...de plástico! 

Guy Corneau


lunes, 13 de agosto de 2012

BOLSITAS



Un sabio explicaba con esta metáfora la variedad de estilos de vida. 

Cuando nacemos - explicaba- nos cuelgan dos bolsitas, a modo de alforjas, una delante y otra detrás. Cada vez que nos elogian, nos premian o nos alaban llenamos la bolsita de delante. Pero cada vez que nos castigan, nos hacen sentir culpables o nos avergüenzan llenamos la bolsita de atrás. 

Con el tiempo cada individuo consigue una distribución diferente de pesos en las bolsitas. Los hay que van muy cargados de espalda, llenos de culpas y recriminaciones contra ellos mismos. Pero los hay que llevan la bolsita de delante muy llena y son orgullosos y satisfechos de si mismos. 

A los primeros hay que descargarles del peso de tanta culpa. A los segundos sólo los golpes duros de la vida consiguen vaciarles la bolsita de delante.


domingo, 12 de agosto de 2012

lLA COBRA AMABLE



En la India se explica una historia referente a una cobra, animal conocido por su agresividad. Parece ser que esta cobra era muy mala y como vivía cerca de un poblado no pasaba día sin morder a algún habitante del mismo. Cansados de tantas muertes los sufridos pobladores deciden buscar una solución definitiva al problema. Pero la astuta cobra sabía esconderse y no había manera de matarla. Así que los ancianos del pueblo se reunieron para encontrar otra solución. 

Después de barajar varias alternativas y dado el profundo espíritu religioso de los hindus optan por una muy original: traer al pueblo un santón que habla con los animales y esperar que este convenza a la cobra. Y así lo hacen. 

Llega el santón y se pone a meditar en la entrada del pueblo allí donde merodea la cobra. Al poco tiempo sale la cobra. Pero el hombre santo la convence con su fuerza interior. La cobra le pide a cambio que el pueblo se comprometa a su vez a no matarla. 

Así lo hacen. La cobra no matará a nadie y los habitantes del pueblo no la mataran. Al poco tiempo la cobra decide salir a comprobar si es cierto el compromiso. Y en efecto así es. Poco a poco la cobra se aventura a tener mayor relación con los humanos llegando incluso a entrar en el pueblo y dormir en la casa de alguno de sus habitantes. La cobra y el pueblo se han hecho amigos. 

Pasó el tiempo, y la cobra se convirtió en uno más del pueblo. Dicen que incluso cambió de aspecto. Se convirtió en una especie de gusano largo y blanco. Jugaba con los niños en las plazas y era amiga de todo el mundo. Pero poco a poco se fue olvidando el pasado y los niños la insultaban en sus juegos: gusano miedoso y tonto, le decían 

La cobra harta de tanto insulto y de contener su agresividad por respeto al compromiso que hizo al santo, decidió volver a verlo y buscar una solución. Así que se presento en la choza donde este vivía y le dijo: 

- No sirve de nada ser buena. Fíjate cómo me lo pagan. 

Y el anciano santo le contestó:

- Me parece que no acabaste de entenderme: yo te prohibí matar pero no te prohibí silbar.

Es bueno
silbar de vez en cuando.




sábado, 11 de agosto de 2012

EL FUNAMBULISTA




En la ciudad de Varsovia un rabí se encuentra reunido con sus discípulos. De repente entra en la sala un joven y se dirige al maestro: 

- Venid, venid rápido, quiero mostraros algo incomprensible. 

Sale todo el grupo y el joven les conduce a una de las hermosas plazas de la ciudad. Allí un funambulista está atravesando la plaza a muchos metros de altura. El discípulo entonces le pregunta al maestro: 

- Vos que lo sabéis todo, ¿cómo es que un hombre se gana la vida jugándosela? Podría hacer de peluquero, de zapatero, de labrador... pero ¿por qué se juega la vida cada día en las alturas? 

El maestro responde: 

- No lo sé. Sólo sé que cuando está ejerciendo su trabajo no mira hacia abajo a ver si los espectadores le tiran monedas en el sombrero. 


viernes, 10 de agosto de 2012

EL CANTO DEL PAJARO



Los discípulos tenían multitud de preguntas que hacer acerca de Dios. 

Les dijo el Maestro: «Dios es el Desconocido y el Incognoscible. Cualquier 
afirmación acerca de Él, cualquier respuesta a vuestras preguntas, no será más que 
una distorsión de la Verdad». 

Los discípulos quedaron perplejos: «Entonces, ¿por qué hablas sobre Él?». 

«¿Y por qué canta el pájaro?», respondió el Maestro. 

El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un 
canto que expresar. 

Las palabras del alumno tienen que ser entendidas. Las del Maestro no tienen que 
serlo. Tan sólo tienen que ser escuchadas, del mismo modo que uno escucha el viento 
en los árboles y el rumor del río y el canto del pájaro, que despiertan en quien lo 
escucha algo que está más allá de todo conocimiento.


jueves, 9 de agosto de 2012

LOS CINCO MONJES




El Lama del Sur dirigió una urgente llamada al gran Lama del Norte pidiéndole 
que le enviara a un monje sabio y santo que iniciara a los novicios en la vida 
espiritual. Para general sorpresa, el Gran Lama envió a cinco monjes. en lugar de uno 
solo. Y a quienes le preguntaban el motivo, les respondía enigmáticamente: 

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El grupo llevaba algunos días en camino cuando llegó corriendo hasta ellos un 
mensajero. que les dijo: 

«El sacerdote de nuestra aldea ha muerto. Necesitamos que 
alguien ocupe su lugar». La aldea parecía un lugar confortable y el sueldo del 
sacerdote era bastante atractivo. A uno de los monjes le entró un súbito interés 
pastoral por aquella gente y dijo: 

«No sería yo un verdadero budista si no me quedara 
a servir a esta gente». De modo que se quedó. 

Unos días más tarde sucedió que sé encontraban en el palacio de un rey que se 
encaprichó de uno de los monjes. «Quédate con nosotros», le dijo el rey, «y te casarás 
con mi hija. Y cuando yo muera, me sucederás en el trono». 

El monje se sintió atraído 
por la princesa y por el brillo de la realeza, de manera que dijo: «¿Qué mejor modo de 
influir en los súbditos de este reino para inclinarlos al bien que siendo rey de todos 
ellos? No sería un buen budista si no aceptara esta oportunidad de servir a la causa de 
nuestra santa religión». De modo que también éste se quedó. 

El resto del grupo siguió su camino y una noche, hallándose en una región 
montañosa, llegaron a una solitaria cabaña habitada por una bella muchacha que les 
ofreció cobijo y le dio gracias a Dios por haberle enviado a aquellos monjes. Sus 
padres habían sido asesinados por los bandidos y la muchacha se encontraba sola y 
llena de ansiedad. A la mañana siguiente, cuando llegó la hora de partir, uno de los 
monjes dijo: «Yo me quedaré con esta muchacha. No sería un auténtico budista si no 
practicara la compasión». Fue el tercero en abandonar. 

Los dos restantes llegaron, por último, a una aldea budista, donde, para su 
espanto, descubrieron que todos los habitantes de la aldea habían abandonado su 
religión y habían sido convencidos por un guru hindú. Uno de los dos monjes dijo: «Es 
mi deber hacia esta pobre gente y hacia el Señor Buda quedarme aquí y reconducirlos 
a la verdadera religión». Fue el último en abandonar. 

Por fin, el quinto monje llegó ante el Lama del Sur. El Gran Lama del Norte había 
tenido razón, después de todo.

Hace años inicié la búsqueda de Dios. Una y otra vez me apartaba del camino. Y 
siempre por los mejores motivos: para reformar la liturgia, para transformar las 
estructuras de la Iglesia, para actualizar mis estudios bíblicos y aprender la teología 
pertinente... Por desgracia, me resulta más fácil embarcarme en el trabajo religioso, sea 
cual sea, que perseverar firmemente en aquella búsqueda.


miércoles, 8 de agosto de 2012

¿QUIÉN SOY YO?



Este es un cuento de Attar de Neishapur. 

El amante llamó a la puerta de su amada. «¿Quién es», preguntó la amada desde 
dentro. «Soy yo», dijo el amante. «Entonces márchate. En esta casa no cabemos tú y 
yo». 

El rechazado amante se fue al desierto, donde estuvo meditando durante meses, 
considerando las palabras de la amada. Por fin regresó y volvió a llamar a la puerta. 

«¿Quién es?». «Soy tú». 

Y la puerta se abrió inmediatamente.


martes, 7 de agosto de 2012

LA FALTA DE MEMORIA DEL AMOR



«¿Por qué no dejas nunca de hablar de mis pasados errores?», le preguntó el marido a su mujer. «Yo pensaba que habías perdonado y olvidado». 

«Y es cierto. He perdonado y olvidado», respondió la mujer. «Pero quiero estar segura de que tú no olvides que yo he perdonado y olvidado». 

Un diálogo: 

El discípulo: «;No te acuerdes de mis pecados, Señor!». 

El Señor.: «¿Pecados? ¿Qué pecados? Como tú no me los recuerdes... Yo los he olvidado hace siglos». 

El Amor no lleva cuenta de las ofensas.


lunes, 6 de agosto de 2012

El zorro mutilado



Fábula del místico árabe Sa'di: 

Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, 
por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un 
tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de 
la carne para el zorro. 

Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El 
comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy 
también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará 
cuanto necesito». 

Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y. el pobre hombre estaba 
casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh, tú, que te 
hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y 
deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».


domingo, 5 de agosto de 2012

Los profesionales



Mi vida religiosa ha estado enteramente en manos de profesionales. Si yo quiero aprender a orar, acudo a un director espiritual; si deseo descubrir la voluntad de Dios con respecto a mí, acudo a un retiro dirigido por un experto; para entender la Biblia recurro a un escriturista; para saber si he pecado o no, me dirijo a un moralista; y para que se me perdonen los pecados tengo que echar mano de un sacerdote. 

El rey de unas islas del Pacífico Sur daba un banquete en honor de un distinguido huésped occidental. 

Cuando llegó el momento de pronunciar los elogios del huésped, Su Majestad siguió sentado en el suelo mientras un orador profesional, especialmente designado al efecto, se excedía en sus adulaciones. 

Tras el elocuente panegírico, el huésped se levantó para decir unas palabras de agradecimiento al rey. 

Pero Su Majestad le retuvo suavemente: «No se levante, por favor», le dijo. «Ya he encargado a un orador que hable por usted. En nuestra isla pensamos que el hablar en público no debe estar en manos de aficionados». 

Yo me pregunto: ¿no preferiría Dios que yo fuera más 'aficionado' en mi relación con El?


sábado, 4 de agosto de 2012

El Huevo






Nasruddin se ganaba la vida vendiendo huevos. Entró una persona en su tienda y le 
dijo:

 «Adivina lo que llevo 
en la mano». 

«Dame una pista», dijo Nasruddin. 

«Te daré más de una: Tiene la forma de un huevo y el tamaño de un huevo. Parece 
un huevo, sabe como un huevo y huele como un huevo. Por dentro es blanco y 
amarillo. Antes de cocerlo es líquido y, una vez cocido, es espeso. Además, ha sido 
puesto por una gallina...». 

«¡Ya lo tengo!», dijo Nasruddin, «¡es una clase de pastel!». 

El experto tiene el don de no acertar con lo evidente. 

El sumo sacerdote tiene el don de no reconocer al Mesías.