miércoles, 31 de octubre de 2012

Metáfora del autobus



Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciendole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo.
Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús¡ Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted.


martes, 30 de octubre de 2012

Gawain y las mujeres





Una mañana de invierno, el joven rey Arturo decidió distraerse cazando furtivamente en un bosque del reino colindante. Los guardianes del monarca advirtieron la presencia de Arturo, Cautelosamente se aproximaron y Arturo al verse acorralado y consciente de su falta, se entregó sin oponer resistencia. Esposado lo presentaron ante el rey. Arturo ante los ojos del monarca que lo escrutaba airado confesó: 

- No tengo ninguna excusa en mi defensa, he cazado en vuestra tierra sin vuestro consentimiento y ahora debo asumir la pena que se me imponga. 

El monarca, conmovido por la sinceridad, responsabilidad y gallardía del joven Arturo dijo: - Joven, la condena por tal delito es la pena de muerte, - Arturo palideció - pero sería un error no darle la oportunidad de remendar sus errores a una persona que reconoce de este modo la consecuencia de sus actos y decisiones. Así que os concedo la libertad a cambio de que en el termino de un año halles respuesta a una pregunta. Si accedes y resuelves lo que te planteo, serás libre. De lo contrario, volverás y me rendirás pleitesía. Para asegurarme de tu regreso antes de ese plazo, te acompañarán algunos de mis más fieles servidores. Tú decides. 

Arturo asintió temeroso y el monarca prosiguió: 

- La pregunta que debes resolver es: ¿Qué quieren realmente las mujeres?. - Llamó a cuatro de sus mejores soldados - Puedes venir cuando tengas la respuesta, mas si tal día como hoy cuando 365 lunas hallan sucedido 365 soles, no la tuvieras, estos hombres que te acompañarán hasta ese día, te darán muerte y traerán tu cabeza. 

Las personas presentes quedaron perplejas ante el reto. Al joven Arturo le pareció imposible contestarla, pero era la única oportunidad para salvar su vida. Acompañado por su nueva escolta y por sus más fieles amistades, recorrió todo su reino en busca de la respuesta. Interrogó a princesas, a su reina madre, a prostitutas, a monjas, al consejo de personas sabias, al bufón de la corte, a todas las gentes que se topaban en su camino. Ninguna conocía la respuesta a la pregunta y todas le aconsejaban que visitara a la vieja bruja conocida por su sabiduría, pero también por sus tarifas maquiavélicas y abusivas. 

Exhausto por la búsqueda y habiendo agotado prácticamente el año de gracia que le había concedido el monarca vecino, visitó a la bruja. La hechicera conocedora del futuro, de alimañas y conjuros, de pócimas y remedios aguardaba su visita desde el día de la condena, había tenido tiempo suficiente para tramar qué quería a cambio de la vida de Arturo. Quería casarse con Gawain, el caballero más noble de la mesa redonda y el más íntimo amigo de Arturo. 

Arturo, al oír el precio, montó en cólera. La bruja era jorobada, fea, con un sólo diente, desprendía un hedor nauseabundo y hacía ruidos obscenos. Era repugnante y no podía comprometer la felicidad de su amigo por su vida. Gawain lo acompañaba y le pidió que se tranquilizase. Lo tranquilizó y le rogó que aceptara. La muerte de Arturo supondría el fin de la mesa redonda y el peligro del reino y de sus gentes. Gawain, fervorosamente leal, continuó: 

- Como caballero de la mesa redonda es mi deber casarme con la bruja y así salvaguardar vuestra vida y la continuidad de la mesa redonda. 

Arturo aceptó. Acordaron celebrar la boda lo antes posible, pues la bruja quería el pago antes de dar la respuesta que Arturo necesitaba. 

Se organizaron unas nupcias por todo lo alto. La corte presenció durante toda la fiesta los malos modales de la bruja. Engullía toda la comida directamente del plato, emitía ruidos y olores espantosos. Arturo se sintió desgarrado y angustiado. Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso en todo momento. 

Al llegar la noche, el noble caballero aguardaba en el lecho nupcial a su esposa, la bruja. Esperaba a la encorvada y verrugosa mujer que había conocido y en su lugar apareció la más bella doncella que un hombre desearía ver en su alcoba. 

Gawain, estupefacto, preguntó dónde estaba su esposa, la bruja. La doncella respondió: 

- En agradecimiento por vuestra cortesía os ofrezco este regalo. Puedo tomar la forma que desee y este aspecto es el que quiero mostraros la mitad del tiempo que pasemos juntos. - con sonrisa pícara, le preguntó - Gawain, ¿Cómo queréis que os acompañe durante el día y cómo durante la noche? 

- ¡Pregunta cruel! - Gawain reflexionó - ¿Quiero una mujer durante el día para exhibir ante mis amistades y por la noche en la privacidad de la alcoba a una bruja espantosa? o ¿Prefiero tener a una bruja en la calle y una joven hermosa en los momentos de intimidad. 

El noble Gawain, ante tal dilema y haciendo gala una vez más de su nobleza, dejó la decisión en manos de la sabia bruja que replicó entusiasmada: 

- Ahí tenéis la respuesta para vuestro señor. El monarca quería saber qué quieren realmente las mujeres y vos con vuestra gentileza habéis hallado la solución: Una mujer lo que realmente quiere es ser la soberana de su propia vida. 

Gawain comprendió que aquella era la respuesta que esperaba el monarca y que su amigo Arturo obtendría el perdón gracias a la sabiduría de la hechicera. Desde entonces, la bruja abandonó su aspecto desagradable y se transformó en la bella dama hasta el fin de sus días para premiar el respeto, gallardía y nobleza de Gawain que había conseguido satisfacer a su ahora esposa, soberana de su propia vida.

Publicat per Cris Pérez-Vàzquez


lunes, 29 de octubre de 2012

Flor de amor




Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.


Sabiendo esto,decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.


Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:


- ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.
>>


Y la hija respondió:


- No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.


Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío:


- Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa futura, emperatriz de China.


La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.


El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.


Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.


Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.


En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.


Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado.


Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa.


Todos las presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:


- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles


domingo, 28 de octubre de 2012

El fin de la buena onda





Una señora estaba esperando su vuelo en la sala de espera de un gran aeropuerto. Como tenía que esperar bastante, se fue a comprar un libro y un paquete de galletas.

Al volver, se sentó en una de las salas a leer tranquilamente. Dos asientos a su lado, se sentó un hombre con una revista y empezó a leer. Entre ellos dos se quedaron las galletas.

Cuando ella cogió la primera galleta, el hombre cogió una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada, solo pensó: “¡qué descarado!” Si no estuviera tan cansada, le hubiera dado una bofetada que no olvidaría nunca más.

Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre cogía una. Eso la indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar.

Cuando quedaba solo una pensó: "¿Qué hará ahora este tío con tanto morro?"
>>
Entonces el hombre cogió la galleta, la partió y dejo la mitad para ella. Eso ya fue demasiado. Cerró el libro y sus cosas y se fue rabiando sin decir nada y embarcó en el avión.

Cuando ya estaba sentada en su asiento, abrió su bolso y se dió cuenta de que dentro del bolso llevaba su paquete de galletas intacto y sin abrir.

¡Qué vergüenza sintió! Olvidó que las galletas las había guardado después de comprarlas. El hombre había compartido sus galletas con ella sin sentirse nervioso ni alterado. Ya no tenía oportunidad de disculparse y pensó: "¿Cuantas veces en nuestra vida sacamos conclusiones que tendríamos que observar mejor? ¿Cuantas cosas no son exactamente como pensamos de las personas?"

Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan:

Una piedra, después de lanzarla
Una palabra después de haberla dicho
Una oportunidad, después de perderla
El tiempo, después de haberlo pasado

El hombre se quedó sentado. Se sentía satisfecho de haber compartido sus galletas. Pero no entendía los motivos por los cuales aquella mujer le dirigía toda aquella ira. Otro día cualquiera, hubiese continuado leyendo sin darle más importancia al asunto. Pero aquel día era diferente, estaba triste, estaba muy triste y la ira de aquella señora le estaba carcomiendo desde la primera mirada de odio.

Su sonrisa era su mejor estandarte y la gente lo buscaba para encontrar lo mejor de sí mismas. Pues pensaba que todas las personas eran buenas y que, en el fondo, todas estaban ligadas y hermanadas de algún modo.

Pese a toda esa energía positiva, los episodios como el que acababa de vivir, compartiendo las galletas, se repetían. Intentaba buscar en su interior qué había cambiado para atraer esos sentimientos y, finalmente, tomó conciencia de que no todas las personas eran como él. No todas las personas estaban dispuestas a compartir y repartir energía positiva. No todas las personas se responsabilizan de sus acciones y sus consecuencias. No todas las personas aprenden y crecen de sus vivencias.

Entonces, sintió lástima. Una lástima enorme por todas aquellas personas que no eran capaces de mirar qué hacían mal con ellas mismas y que se dedican a culpabilizar a las demás personas, a las circunstancias o se escondían detrás de cualquier disculpa para no seguir adelante y no ver la vida como el milagro que es.

Aquella pena que rozaba la desesperación le hacía preguntarse: "¿Tendré que continuar repartiendo buena energía a todas las personas? ¿Quien me ayudará a mí, si algún día me quedo sin buena onda?"

Y con aquella tristeza tan grande y una pesadez inmensa entre sus hombros, se dirigió a la tienda a comprar otro paquete de galletas. Pensando en el motivo que había llevado aquella señora a lanzarle aquellas miradas furiosas y mientras le duraron esas preocupaciones, su sonrisa, su mejor estandarte, se borraron de la faz de la tierra.

Entonces recordó unos de sus versos favoritos:

Quien siembra plantas, recoge alimento.
Quien siembra flores, recoge perfume.

Quien siembra trigo, recoge pan.
Quien siembra amor, recoge amistad.

Quien siembra alegría, recoge felicidad.
Quien siembra vida, recoge milagros.

Quien siembra verdad, recoge confianza.
Quien siembra cariño, recoge gratitud.

sábado, 27 de octubre de 2012

La esencia de las cosas



Era Invierno. Tan Sia iba de viaje hacia el Sur y el guardián de un templo, situado junto al camino, le permitió pasar allí la noche. Hacía un frío muy intenso, y Tan Sia, incapaz de dormir debido a las bajas temperaturas, cogió una estatua de madera del templo, la hizo astillas y encendió una fogata para calentarse. Cuando lo vio, el guardián del templo se quedó estupefacto. 

- ¿Cómo te atreves... - le dijo hecho una furia- a quemar una estatua del Buda? 

- Busco la esencia sagrada de todas las cosas - respondió Tan Sia sin inmutarse, mientras removía las brasas con su bastón. 

- ¿Cómo vas a encontrarla si estás quemando un Buda de madera? - replicó el guardián en el mismo tono de indignación. 

- Si la esencia no está ahí dentro, ¿quieres, por favor, acercarme aquellas otras dos estatuas para avivar la hoguera? 

Fuente: El Bosque Mitago


viernes, 26 de octubre de 2012

Esperanza



Hace años, un diario del interior del país publicó una serie de notas pronosticando una cosecha excepcional. Los agricultores, advertidos de la buena noticia, sembraron con más confianza y diversidad que de costumbre. 

El entusiasmo se generalizaba a medida que la prensa local reiteraba el vaticinio alentador, más deseado que real. Y por el poder de la esperanza generalizada, la cosecha resultó extraordinaria, aunque las fuentes de información fueron osadamente inventadas por el Jefe de Redacción.

El estímulo social fue aceptado por los hombres de la comunidad rural y se transformó en un hecho concreto de ganancias compartidas.

Imaginar hace que suceda lo que se imagina.


jueves, 25 de octubre de 2012

LA SABIA VOZ DEL VACIO



El lama impartía enseñanzas a los monjes y novicios del monasterio.Siguiendo la doctrina del Buda, ponía especial énfasis en captar la transitoriedad de todos los fenómenos, así como de aquietarse, retirarse de los pensamientos y, en meditación profunda, percibir en el glorioso vacío interior la voz de la mente iluminada. Mostraba métodos muy antiguos a sus discípulos para que pudieran apartarse del pensamiento y vaciar la mente de inútiles contenidos.

-Vaciaos, vaciaos - exhortaba incansablemente a los discípulos. Así un día y otro día, con la misma insistencia que las aguas fluyen en el seno del río o el ocaso sigue al amanecer.

-Vaciaos, vaciaos.

Tanto insistiera en ello, que algunos discípulos acudieron a visitar al maestro y le dijeron respetuosamente: - Venerable maestro, en absoluto ponemos en duda la validez de tus enseñanzas, pero...

- ¿Pero?- preguntó el lama con una sonrisa en los labios.

-¿Por qué pones tanto énfasis en que nos vaciemos? ¿Acaso, respetado maestro, no acentúas demasiado ese aspecto de la enseñanza?

- Me gusta que me cuestionéis - dijo el lama-. No quiero que aceptéis nada que no sea sometido al escrutinio de vuestra inteligencia primordial.

-Ahora debo llevar a cabo sin demora mi práctica meditacional, pero solicito que todos vosotros os reunáis al anochecer conmigo en el santuario. Eso sí, queridos míos, quiero que cada uno de vosotros traiga consigo un vaso lleno de agua.

Los discípulos disimularon como pudieron su asombro e incluso alguno de ellos se vio obligado a sofocar la risa.

¿Será posible? O sea, que su maestro les pedía algo tan ridículo como que todos ellos fueran al santuario portando un vaso lleno de agua. 

¿Se trataría de algún rito especial? ¿Sería una ofrenda que iban a hacer a alguna de las deidades? 

Fue transcurriendo el día con lenta seguridad. Los discípulos no dejaban de conjeturar sobre la extraña solicitud del maestro.

Unos aventuraban si no se trataría de una ceremonia especial en honor de la misericordiosa Tara; otros pensaban que tal vez era que el lama les iba a hacer leer durante toda la noche las escrituras y que el agua era para evitar la excesiva sequedad de boca; otros confesaban no tener la menor idea del por qué de la insólita petición del lama.

El sol, anaranjado-oro, se comenzaba a ocultar tras los inmensos picos que se divisaban a lo lejos. Los discípulos tomaron cada uno de ellos un vaso y lo llenaron de agua. Luego, ansiosos por desvelar el misterio, fueron hasta el santuario y se presentaron ante el maestro.

-Bueno chicos - dijo el maestro riendo con su excelente humor-. Ahora vais a hacer algo muy simple. Golpead los vasos con cualquier objeto.

-Quiero escuchar el sonido, la música capaz de brotar de vuestros vasos.

Los discípulos golpearon los vasos. De los mismos no brotó más que un feo sonido sordo, desde luego nada musical.

Entonces el maestro ordenó: - Ahora, queridos míos, vaciad los vasos y repetid la operación.

Así lo hicieron los monjes. Vaciados los vasos, golpearon en ellos y surgió un sonido vivo, intenso, musical.

Los discípulos miraron al lama interrogantes. 

El lama esbozó una sonrrisita amorosamente pícara y se limitó a decir: - Vaso lleno no suena; mente atiborrada no luce. Os deseo felices sueños.

Los discípulos, un poco avergonzados, comprendieron al momento.

Nunca habrían de olvidar aquello de "vaso lleno no suena".

"Cuando eliminamos 
los densos nubarrones de ignorancia de la mente,
en el vacío original de la misma 
surge el revelador sonido de la iluminación."


miércoles, 24 de octubre de 2012

Escuela de Animales



Un conejo, un pájaro, un pez, una ardilla, un pato y otros animalitos, se reunieron para fundar un colegio y se sentaron a redactar el programa de estudios.

El conejo quiso que en el programa se incluyera la carrera. El pájaro quiso que se incluyera la técnica de volar. El pez, la natación. La ardilla insistió en que debía agregarse el modo de trepar a los árboles en forma perpendicular. Los demás animales también quisieron incluir su especialidad en el programa de modo que anotaron todo y cometieron el gran error de exigir que todos los animales cursasen la totalidad de las materias.

El conejo era excelente en carrera. Nadie corría tan bien como él, pero le exigieron que aprendiera a volar. Lo subieron entonces a un árbol y le ordenaron: 

- ¡Vuela conejo! 

Y el pobrecito se lanzó, se quebró una pata y se fracturó el cráneo. Quedó con una lesión cerebral y ya no pudo correr bien, de manera que en vez de obtener la máxima calificación en carrera obtuvo una inferior y sacó la mínima en vuelo puesto que estaba aprendiendo. Y el Consejo de estudios estaba feliz. 

Lo mismo le sucedió al pájaro. Era capaz de volar por todas partes, dar volteretas y sacar las notas más altas hasta que le pidieron que cavara hoyos en la tierra como topo. Por supuesto que se quebró las alas y el pico y no pudo volar más, pero sus maestros se contentaron con bajarle la calificación en vuelo, y así sucesivamente. 

¿Y saben quién fue el alumno que dijo el discurso de despedida en la graduación? Una anguila retardada mental porque podía hacer todo relativamente bien. 

El búho abandonó los estudios y ahora vota en contra de todos los impuestos que quieran implantarse para "promover la educación" 

Sabemos que hay muchas cosas que andan mal en el sistema educativo actual y, sin embargo, no se hace nada al respecto. Uno puede ser un genio, uno de los mayores escritores del mundo, pero no puede ingresar a la universidad porque no aprueba trigonometría ¿Con qué objeto? No importa quién es uno. 

Escuchen estos nombres que abandonaron sus estudios: William Faulkner; John F. Kennedy; Thomas Edison. No pudieron enfrentar al colegio, no lo soportaron. 

El pájaro dice: "No quiero aprender a trepar árboles en forma perpendicular. Soy capaz de volar hasta la copa del árbol sin necesidad de hacer eso" y le responden: 

"No importa se trata de una buena disciplina intelectual"

Leo Buscaglia

martes, 23 de octubre de 2012

El eco de la vida




Un niño y su padre, estaban caminando en las montañas. De repente, el hijo se cae, se lastima y grita:

- Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!

Para su sorpresa oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña:

- Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!

Con curiosidad el niño grita:

- ¿Quién está ahí?.

Recibe una respuesta:

- ¿Quién está ahí?.

Enojado con la respuesta, el niño grita:

- Cobarde.

Y recibe de respuesta:

- Cobarde.

pregunta:

- ¿Que sucede?

El padre, sonríe y le dice:

- Hijo mío, presta atención.

Y entonces el padre grita a la montaña:

- Te admiro.

Y la voz responde:

- Te admiro.

De nuevo, el hombre grita:

- Eres un campeón.

Y la voz le responde:

- Eres un campeón.

El niño estaba asombrado, pero no entendía.

Luego, el padre le explica:

- La gente lo llama eco, pero en realidad es la vida. Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestra acciones.

Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.

Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces.

Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida.

La vida te dará de regreso exactamente aquello que tu le has dado. Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti.

Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando..."

C

lunes, 22 de octubre de 2012

EL SABIO DE LA ISLA



Había una vez un rey en una remota isla. Dicho rey aburrido por todo lo que veía y todo lo que hacía y que ya no encontraba gracia a nada, decidió hacer una visita a la isla vecina donde habitaba un gran sabio que de todo te daba razón y esto le llamo mucho, que ni tarde ni perezoso salió en su busca. 

Fueron varios los días de viaje, tan cansados que el rey durmió todo el viaje soñando y pensando con encontrar las respuestas mas sinceras y seguras del mundo, las respuestas de cómo ser mas alegre, divertido y sobre todo ser mejor gobernante cada día. 

Así pasaron los días y este rey pensando de todo; le pregunta a su capitán que cuando arribarían a la otra isla y este le contestó que ya estaban en las orillas de la famosa isla del sabio. El rey se alegró tanto que tan pronto encallaron bajo y corrió por el puerto preguntando por el sabio tan famoso que tantas cosas había escuchado de él. Se encuentra con un anciano de ropas rasgadas y de aspecto muy humilde y le dice: 

"Oye tú, mendigo, donde esta el sabio que habita esta isla". El anciano contesta "no lo sé todo mundo viene preguntando por ése sabio y en esta isla hay tan solo unas cuantas gentes como yo". 

Él rey le dice: "¿cómo? ¿que no hay ningún sabio en esta isla?", el anciano le vuelve a contestar: 

"No, no hay ningún sabio que yo sepa, ¿bueno para que quiere ver a ese sabio?",le cuestiona el anciano. 

El rey molesto replicó: "para que me diga el secreto de cómo ser más feliz, como ser mejor gobernante y todo lo bueno de la vida". 

Entonces el anciano le dice " pregúntame a mí, que yo te ayudaré", a lo que el rey se ríe con tremenda carcajada y de pronto se queda serio, y le dice: 

"¿Tú un anciano mal vestido y por lo que veo, mucho muy ignorante me vas ha decir lo que solo un sabio me puede decir?". 

Él anciano le contesta: "No necesito traer ropas lujosas como tú, ni necesito riquezas o tropas para ser sabio, lo único que yo necesito es mí cabeza y mí paciencia. Tú, rey de la isla vecina, me preguntaste por un sabio y aquí no lo hay. Han venido cientos de reyes y demás gobernantes a buscarlo y no lo han encontrado. Sólo han hablado conmigo. Tan pronto terminan de hablar conmigo se retiran riéndose y diciendo que viajaron tanto que tuvieron tiempo para pensar muchas formas de solucionar sus problemas y que yo termine dándoles la llave para ser mejores, pero ¿no se porque?", termina diciéndole el viejo al rey. 

El rey se da la media vuelta y se dirige pensativo hacia su barco pero tan pronto da unos pasos se voltea hacia el anciano y le dice: 

"Gracias famoso sabio de la isla, me has dado la llave de cómo ser mejor gobernante, de cómo ser mas divertido, de cómo tener más paciencia. Me has enseñado que primero debo de encontrarme a mí mismo con mis pensamientos, con mis actos y mis deseos, sólo así seré mejor. ¡Gracias!, famoso sabio de la isla vecina". 

El anciano, atónito se rasca la cabeza y se dice a sí mismo: " Por eso no salgo de esta isla, afuera todos deben de estar locos, con eso de estar pensando como ser mejores y aliviar sus penas. No, no, no, yo estoy mejor aquí con mi ignorancia y mi humilde persona, lo único que hago es escuchar a toda esa gente que viene y preguntarles. Solo por eso me dicen sabio".


domingo, 21 de octubre de 2012

Dolor y sal



Un anciano maestro Hindú se cansó de las quejas de su aprendiz así que, una mañana, le envió por algo de sal. Cuando el aprendiz regresó, el maestro dijo al joven infeliz que pusiera el puñado de sal en un vaso de agua y luego se la bebiera.

-“¿A qué sabe?” preguntó el maestro.

-“Amargo,” escupió el aprendiz.

El maestro rió entre dientes y entonces le pidió al joven tomar la misma cantidad de sal en la mano y ponerla en el lago. Los dos caminaron en silencio al lago cercano y una vez que el muchacho lanzó al agua su manotada de sal el viejo le dijo: “Ahora bebe del lago.”

En cuanto el agua se escurría por la quijada del joven, el maestro le preguntó: 

“¿A qué sabe?”

-“Fresca,” comentó el aprendiz.

-“¿Te supo a sal?”

-“No,” dijo el joven.

En esto el maestro se sentó al lado de este chico que le recordaba a sí mismo y le tomó sus manos:

“El dolor de la vida es pura sal; ni más, ni menos. La cantidad de dolor en la vida permanece exactamente la misma. Sin embargo la cantidad de amargura que probamos depende del recipiente en que ponemos la pena. Así que cuando estás con dolor, la única cosa que puedes hacer es agrandar tu sentido de las cosas. Deja de ser un vaso. Conviértete en un lago.”


sábado, 20 de octubre de 2012

Persistencia



El joven Demóstenes soñaba con ser un gran orador, sin embargo este propósito parecía una locura desde todo punto de vista.

Su trabajo era humilde, y de extenuantes horas a la intemperie.

No tenía el dinero para pagar a sus maestros, ni ningún tipo de conocimientos.

Además tenía otra gran limitación: Era tartamudo.

Demóstenes sabía que la persistencia y la tenacidad hacen milagros y, cultivando estas virtudes, pudo asistir a los discursos de los oradores y filósofos más prominentes de la época. Hasta tuvo la oportunidad de ver al mismísimo Platón exponer sus teorías.

Ansioso por empezar, no perdió tiempo en preparar su primer discurso.

Su entusiasmo duro poco: La presentación fue un desastre.

Fue un gran fracaso. A la tercera frase fue interrumpido por los gritos de protesta de la audiencia:

- ¿Para qué nos repite diez veces la misma frase?-dijo un hombre seguido de las carcajadas del público.

- ¡Hable más alto! -exclamó otro-. No se escucha, ¡ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!

Las burlas acentuaron el nerviosismo y el tartamudeo de Demóstenes, quien se retiró entre los abucheos sin siquiera terminar su discurso.

Cualquier otra persona hubiera olvidado sus sueños para siempre. Fueron muchos los que le aconsejaron –y muchos otros los que lo humillaron- para que desistiera de tan absurdo propósito.

En vez de sentirse desanimado, Demóstenes tomaba esas afirmaciones como un desafió, como un juego que él quería ganar.

Usaba la frustración para agrandarse, para llenarse de fuerza, para mirar más lejos. Sabía que los premios de la vida eran para quienes tenían la paciencia y persistencia de saber crecer.

- Tengo que trabajar en mi estilo.- se decía a sí mismo.

Así fue que se embarcó en la aventura de hacer todo lo necesario para superar las adversas circunstancias que lo rodeaban.

Se afeitó la cabeza, para así resistir la tentación de salir a las calles. De este modo, día a día, se aislaba hasta el amanecer practicando.

En los atardeceres corría por las playas, gritándole al sol con todas sus fuerzas, para así ejercitar sus pulmones.

Más entrada la noche, se llenaba la boca con piedras y se ponía un cuchillo afilado entre los dientes para forzarse a hablar sin tartamudear.

Al regresar a la casa se paraba durante horas frente a un espejo para mejorar su postura y sus gestos.

Así pasaron meses y años, antes de que de que reapareciera de nuevo ante la asamblea defendiendo con éxito a un fabricante de lámparas, a quien sus ingratos hijos le querían arrebatar su patrimonio.

En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fue ovacionada por el público hasta el cansancio.

Demóstenes fue posteriormente elegido como embajador de la ciudad.

Su persistencia convirtió las piedras del camino en las rocas sobre las cuales levantó sus sueños.

¡¡Ánimo tú puedes!! Sólo siendo persistente conquistarás tus sueños


viernes, 19 de octubre de 2012

Cereza, caballo, alga y plata



El maestro Roshi te golpea con uno de sus dedos en el hombro. Sin pronunciar palabra, te giras y te mira fijamente, y, por fin, te reclama:

- ¿y bien?

- y bien ¿qué?, maestro, -le respondes-

- Verás Rama, -dice el maestro-, las cosas no son lo que parecen. Esta cereza también es un caballo y una alga del río Kinsei, como también un trozo de plata de la mina de Iwami Gizan. Cualquier cosa comprende todas las cosas de este mundo. Naturalmente, no existe eso que llamamos tú o yo o él, pero si te reclamo te giras con el tacto de mis manos. Te sientes apelado. ¿Quiénes somos, Rama?, ¿qué somos?. Sin darte cuenta fluyes en las aguas del río igual que tu presente e igual que tu futuro, igual que el mundo, igual que el universo, más allá del tiempo y más allá de la vida. Has de pensar en esto cuando llegue la noche.

Extraído de La Casa Transparente


jueves, 18 de octubre de 2012

Mi lavadora arrinconada



Ayer mientras desempaquetaba aquella lavadora ,que en su tiempo fue una de las mejores, me vinieron a la cabeza una serie de pensamientos.Pero al final sobrevino una de aquellas preguntas poderosas que me hicieron ampliar mi perspectiva y tomar conciencia: ¿Tengo alguna lavadora en mi vida?

Muchas veces en la vida dejamos sueños, proyectos, talentos u objetivos (nuestras lavadoras) guardadas en un rincón esperando el momento propicio para ser estrenadas o utilizadas. La vida transcurre hoy y es ahora cuando tenemos el poder necesario para traducir estas “lavadoras” en acción; sin excusas, sin temores, sin mas postergación y con la fe puesta en que lo lograremos.

A veces esperando las condiciones “correctas” se nos pasa una vida privándonos de vivir la vida que realmente deseamos. ¿Cuantos de tus sueños dejaste atrás? ¿Cuantos objetivos sin cumplir? ¿Cuanto tiempo mas vas a dejar que pase sin desarrollar ese talento? ¿Cual es el precio que has pagado por esas “lavadoras” ? .Si hay algo que en este momento que no te satisface, es tiempo de desempolvar las “lavadoras” , de actuar hoy y ahora.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Oruga




Cada día la pequeña Oruga miraba con encanto a las Mariposas, disfrutaba sus colores, su grandes alas y como revoloteaban por el jardín. Siempre decía a sus amigos que volaría como ellas, sin embargo, ellos se burlaban diciéndole que eso era imposible. Algunas veces, las palabras de sus amigos, la hacían sentirse triste; ella siempre tenía fe de que algún día seria mariposa.

Un día, la pequeña oruga se encontraba triste y se decía a sí misma: “nunca lograre volar”, entonces apareció una hormiguita que, al ver la cara de tristeza de la oruga, le pregunto: “¿qué te pasa pequeña oruga?”, la pequeña oruga le explicó el porqué de su tristeza, la hormiga le respondió: “la magia que habita en tu interior algún día te convertirá en lo que realmente deseas ser, simplemente desea con fuerza”.

Oruga sonrió; ahora si tenía la seguridad que algún día tendría alas y emprendería el vuelo como aquellas mariposas. Nunca más dudaría de lo que tanto anhelaba ser; si bien tenía el cuerpo de una oruga, su alma era de mariposa.

Pasado un tiempo, la oruga comenzó a tejer un nuevo traje; sus amigos como siempre se rieron de ella para luego descubrir que había desaparecido. Pasaron días y noches y Oruga no aparecía.

Al cabo de un tiempo y cuando ya habían perdido la esperanza de encontrarla, descubrieron que en el jardín había una bolsita extraña (capullo), se acercaron y grande fue su sorpresa cuando vieron salir de aquel saco a su amiga oruga, que ya no era una oruga, sino una hermosa mariposa con los más bellos y brillantes colores; Revoleteó con elegancia por aquel precioso jardín mostrando sus maravillosas alas, tal y como lo soñó.

A partir de ahí, todos los amigos de Oruga entendieron que el secreto estaba en la magia que posee cada uno en su interior, para ser lo que realmente sueña.


“Todos nacemos con un potencial infinito”
Somos seres maravillosos que podemos alcanzar en nuestra vida todo lo que nos propongamos, lo importante es creer en esa magia que tenemos en el interior y comenzar a tomar acción para alcanzar nuestros sueños. Todos poseemos habilidades extraordinarias que podemos desarrollar y mejorar. 

martes, 16 de octubre de 2012

El mapache



Mapich era un mapache que siempre disfrutaba de la aventura y los paseos al aire libre, sin embargo durante muchos meses había estado postergando su caminata. Finalmente llego el día y alisto su mochila con todo lo que creía necesario para un día de caminata.

Muy feliz y entusiasmado comenzó su camino, pero al poco tiempo se sintió agotado ya que su mochila estaba muy pesada por las cosas que llevaba. Se sentó reviso todo lo que había tenía en el interior y llego a la conclusión que necesitaba todo: el agua, la linterna, la frazada, la radio, las dos chamarras y muchas cosas más. Apenas había pasado dos horas de la caminata y Mapich no podía más: le dolían los pies, los hombros por el peso pero aun así decidió continuar. Para resumir, el peso de la mochila se había vuelto una tortura para el Mapache aun así decidió continuar hasta que llegó un momento que no pudo más y cayo agotado.

En el piso y al no tener fuerzas ni para pararse analizó que el objetivo de su caminata era pasarla bien y que si no había podido hacerlo es porque la mochila estaba muy pesada. Al abrirla nuevamente se dio cuenta que lo único realmente necesitaba era el agua ya que su objetivo era disfrutar de la naturaleza en un encantador momento. Dejo todo lo demás y ya más repuesto se levantó y continuo la caminata.

Fue la mejor caminata de su vida más que todo porque entendió finalmente que era lo más importante para él.

lunes, 15 de octubre de 2012

LA TAZA DE CERAMICA.




Se cuenta que una vez, en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una en donde vendían vajillas antiguas.

En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tácita.

“¿Me permite ver esa taza?”, preguntó la señora, “¡nunca he visto nada tan fino como eso!” En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tácita comenzó a hablar. La tácita le comentó: “¡Usted no entiende! Yo no siempre he sido esta taza que usted está sosteniendo. Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo.

Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: “¡Por favor, déjame en paz!”. Pero sólo me sonrió y me dijo: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”

Después me puso en un horno. ¡Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decía: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”

Finalmente se abrió la puerta. Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. “¡Así está mucho mejor!” me dije a mí misma, pero apenas me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintándome. El olor de la pintura era horrible. ¡Sentía que me ahogaba!

“¡Por favor detente!” le gritaba yo a mi creador, pero él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía “aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”

Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno. No era un horno como el primero, sino que era mucho más caliente. Ahora sí estaba segura que me sofocaría. Le rogué y le imploré que me sacara.

Grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo “aguanta un poco más, todavía no es tiempo.” En ese momento me di cuenta que no había esperanza. ¡Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: “¡Mírate!”

Esta eres tú. ¡Yo no podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo! ¡Lo que veía era hermoso! Mi creador nuevamente me dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado.

Sé que te causo mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te hubieras estrellado. También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras.

¡Ahora tú eres un producto terminado! Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar.

domingo, 14 de octubre de 2012

Ignorancia e Iluminación




Hacia el final de su vida dijéronle al maestro Joshu:

- Si uno habla de ignorancia o de iluminación es como cháchara de niños, armar mucho ruido para nada. ¿No es cierto, maestro? Dinos lo que es la palabra verdadera.

Joshu, ese anciano maravilloso, respondió:

- Tal vez la palabra verdadera sea no decir ninguna de estas dos palabras: ignorancia e iluminación.

- Maestro – insistió uno de sus discípulos -, deja de lado estas dos palabras. Dinos la palabra verdadera.

Y Joshu respondió:

- ¡Om burin pach!

EXPLICACIÓN

Lo que quiere decir nada: no es más que una sucesión de sonidos carentes de sentido. Tal es la palabra verdadera. O dicho de otro modo, la verdad es inexpresable. No es un concepto.

Cuando uno se encuentra, se encuentra en lo que uno es, sin definiciones. Esto no se conceptualiza.

Fuente: El dedo y la luna, Alejandro Jodorowsky

sábado, 13 de octubre de 2012

Levantarse temprano





Para Nasrudín la vida es un absurdo coherente con el que hay que conformarse.
Así, cuando aún era joven, su padre le dijo un día:

- Tendrás que levantarte temprano, hijo mío.

- ¿Y por qué, padre?

- Porque es una costumbre muy buena. Un día que me levanté al alba encontré un saco de oro en el camino.

- ¿Quizá lo habían perdido la noche anterior?

- No, no – dijo el padre -. No estaba allí la noche anterior. Si no lo habría visto al volver a casa.

- Entonces – dijo Nasrudín -, el hombre que había perdido su oro se había levantado todavía más temprano que tú. ¿Ves como levantarse pronto no es bueno para todo el mundo?

viernes, 12 de octubre de 2012

La tormenta



Nasrudín, como muchos otros “locos”, o simples de espíritu, se suele caracterizar por un comportamiento inesperado, que parece ilógico, insensato.

Así, lo vemos sentado en la parte trasera de una piragua que cruza mal que bien un brazo de mar. Los dos hombres que se encuentran delante reman con fuerza. Nasrudín no hace nada.

De repente estalla una violenta tempestad. Las olas sacuden peligrosamente la piragua. Los dos remeros luchan con todas sus fuerzas contra el mar, que a cada instante amenaza con hundir el frágil esquife.

Se vuelven para echar un vistazo a Nasrudín y ven que éste, en actitud muy extraña, coge agua del mar y la vierte en la piragua. Sorprendidos, gritan:

- Pero, ¿qué haces? ¿Estás loco? ¡Es justo lo contrario de lo que hay que hacer! ¿Por qué echas agua en la piragua?

- Mi madre siempre me ha dicho que hay que estar del lado del más fuerte – contesta Nasrudín.


jueves, 11 de octubre de 2012

El trono de los mil reyes



Un viajero pidió asilo en un lejano reino. La cámara real tenía mil sillas vacías alrededor del trono.

- Siéntate en la silla adecuada y dejaré que permanezcas en mi reino -, le dijo el monarca mientras se levantaba de su trono y abandonaba la estancia.

Cuando el rey entró de nuevo en la sala, observó que el joven viajero se había sentado en el trono.

- Excelente, chico -, dijo riendo alegremente. – Puedes quedarte.