jueves, 31 de mayo de 2012

El ladrón y la luna




Un hombre sabio vivía en una cabaña al pie de una montaña. 

Cierta noche, un ladrón entró en la choza, sólo para descubrir que allí no había nada que robar. 

El sabio volvió entonces y lo sorprendió.

—Tal vez hayas hecho un largo camino para visitarme —le dijo al ladrón— y no debes irte con las manos vacías. Por favor, acepta mi ropa como regalo.

El ladrón quedó desconcertado, tomó la ropa y se fue sin decir nada. El sabio, desnudo, se sentó a mirar la luna.

—Pobre hombre —pensó—. Ojalá pudiera darle esta hermosa luna.

Osho

miércoles, 30 de mayo de 2012

La verdadera casta




Los niños de la ermita habían vuelto con el ganado y estaban sentados al fuego, oyendo a su maestro Gautama, cuando llegó un niño desconocido y lo saludó con flores y frutos.

Luego, tras una profunda reverencia, le dijo con voz de pájaro:

"Señor Gautama, vengo a que me guíes por el Sendero de la Verdad.

Me llamo Satyakama"

"Bendito seas -dijo el Maestro- ¿Y de qué casta eres, hijo mío? Porque sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría".

Contestó el niño:

"No sé de qué casta soy, Maestro; pero voy a preguntárselo a mi madre".

Se despidió Satyakama, cruzó el río por lo más estrecho, y volvió a la choza de su madre, que estaba al fin de un arenal, fuera de la aldea ya dormida.

La lámpara iluminaba débilmente la puerta, y la madre estaba fuera, de pie en la sombra, esperando la vuelta de su hijo

Lo cogió contra su pecho, lo besó en la cabeza y le preguntó qué le había dicho el Maestro.

"¿Cómo se llama mi padre? -dijo el niño- Porque me ha dicho el Señor Gautama que sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría".

La mujer bajó los ojos y le habló dulcemente: "Cuando joven yo era pobre y conocí muchos amos. Sólo puedo decirte que tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido".

Los primeros rayos del sol ardían en la copa de los árboles de la ermita del bosque. Los niños, aún mojado el revuelto pelo del baño de la mañana, estaban sentados ante su Maestro, bajo un árbol viejo.

Llegó Satyakan, le hizo una profunda reverencia al Maestro y se quedó de pie en silencio.

"Dime -le preguntó el Maestro- ¿Sabes ya de qué casta eres?"

"Señor -contestó Satyakama-, no sé. Mi madre me dijo: Yo conocí muchos amos cuando joven, y tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido".

Entonces se levantó un rumor como el zumbido iracundo de las abejas hostigadas en su colmena. Y los estudiantes murmuraban entre dientes de la desvergonzada insolencia del niño sin padre.

Pero el Maestro Gautama se levantó, trajo al niño con sus brazos hasta su pecho, y le dijo:

"Tú eres el mejor de todos los brahmines, hijo mío; porque tienes la herencia más noble, que es de la verdad".

Autor: Rabindranath Tagore


martes, 29 de mayo de 2012



Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo:
- ¿Me conoces?

Me volví y le contesté:
- No recuerdo tu nombre.

Ella me dijo:
- Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo.

Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire.

Permanecí en silencio y luego le pregunté:
- ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?

Ella sonrió sin contestarme.
Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo
de aprender el lenguaje de las sonrisas.

Me recordó:
- Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre.

Avergonzado, respondí:
- Es verdad, pero los años han pasado.

Después, con su mano entre las mías, le dije:
- Pero tú también has cambiado.

Entonces, ella me contestó, serena:
- Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz.

Rabindranath Tagore

lunes, 28 de mayo de 2012

Un iluminado más



Un día, el maestro anunció que un joven monje había alcanzado un estado avanzado de Iluminación.

La noticia causó algo de conmoción. Algunos de los monjes fueron a ver al joven monje.

–Oímos que te iluminaste. ¿Es verdad? –preguntaron.

–Así es –contestó.

–¿Y cómo te sientes?

–Tan desgraciado como siempre –dijo el monje.


domingo, 27 de mayo de 2012

Zapatilla



A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás, le dijo el Maestro:


”Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra”.



sábado, 26 de mayo de 2012

Miedo



Durante las guerras civiles en el Japón feudal, un ejército invasor podía barrer rápidamente con una ciudad y tomar el control.

En una aldea en particular, todos huyeron momentos antes que llegara el ejército; todos excepto el maestro de Zen.

Curioso por este viejo, el general fue hasta el templo para ver por sí mismo qué clase de hombre era este maestro. Como no fuera tratado con la deferencia y sometimiento a los cuales estaba acostumbrado, el general estalló en cólera. “¡Estúpido!”, gritó mientras alcanzaba su espada, “¡no te das cuenta que estás parado ante un hombre que podría atravesarte sin cerrar un ojo!".

Pero a pesar de la amenaza, el maestro parecía inmóvil. “¿Y usted se da cuenta?”, contestó tranquilamente el maestro, “¿que está parado ante un hombre que podría ser atravesado sin cerrar un ojo?”


viernes, 25 de mayo de 2012

Las dos perlas



Un maestro espiritual estaba meditando a la orilla del río, cuando llegó un discípulo y le dio dos enormes perlas, como prueba de respeto y devoción.

El santo hombre abrió los ojos y tomó una de ellas con tan poco cuidado, que ésta rodó hasta caer al río.

Horrorizado, el discípulo se zambulló en el agua para recuperarla. Buceó sin tregua hasta la noche pero no consiguió dar con ella.

Al fin, completamente empapado y exhausto, saco al maestro de su meditación y le dijo:

"Tu viste donde cayó. Indícame el lugar exacto para que yo pueda encontrarla"

El maestro tomó la otra perla, la lanzo al río y dijo: "Justo allí".


"Lo que para nosotros es valioso,
 no necesariamente lo es para los demás". 

(R. Sotillo)




jueves, 24 de mayo de 2012

EL RESENTIMIENTO



El tema del día era el resentimiento y el maestro nos había pedido que llevásemos ladrillos y un saco. Ya en clase tuvimos que elegir un ladrillo por cada persona a la que guardábamos resentimiento, escribir su nombre en el ladrillo y ponerlo dentro del saco.

Como podéis imaginar algunos sacos eran realmente pesados. El ejercicio consistía en que durante una semana cargásemos con los sacos llenos de ladrillos a todas partes.

Era muy fastidioso acarrear ese saco en todo momento y eso puso en evidencia y con mucha claridad el peso "espiritual" que se cargaba a diario. Al mismo tiempo noté que tenía que poner toda mi atención en mi saco para no olvidarlo en ningún lado, descubriendo que por ese motivo iba desatendiendo cosas que eran más importantes para mí.

Así que resolví abandonar el saco, y todo lo que él representaba. No os imagináis lo aliviado me sentí a partir de ese momento.

"Conviene, de vez en cuando, 
ir soltando nuestro saco, 
no nos aporta más que lastre inútil" 

(R. Sotillo)

miércoles, 23 de mayo de 2012

Silencio absoluto



En un pequeño templo perdido en la montaña, cuatro monjes hacían zazen.

Habían decidido hacer una sesshin en silencio absoluto. La primera noche, durante zazen, la vela se apagó, sumergiendo el dojo en una oscuridad profunda.

El monje más joven dijo a media voz:

–¡La vela acaba de apagarse!

El segundo respondió:

–¡No debes hablar, esta es una sesshin de silencio total!

El tercero añadió:

–¿Por qué habláis? ¡Debemos callarnos y estar silenciosos!

El cuarto, que era el responsable de la sesshin, concluyó:

–Sois todos estúpidos y perversos. ¡Yo he sido el único que no he hablado! ¡Mancha sobre el satori! ¡Soy el único que me he comportado bien!

martes, 22 de mayo de 2012

Puedo dormir en la tormenta.



Un joven aplicó para un empleo de obrero en una granja. Cuando el granjero le preguntó sobre sus calificaciones, él dijo: "Puedo dormir cuando el viento sopla". Esto sorprendió al granjero. Pero como le cayó bien el joven, lo empleó.

Unos pocos días más tarde, el granjero y su esposa fueron despertados en la noche por una violenta tormenta. Rápidamente comenzaron a revisar las cosas para ver si todo estaba seguro. Hallaron que las ventanas de la granja habían sido aseguradas. Un buen suministro de leña había sido colocado junto a la chimenea.

El joven dormía profundamente.

El granjero y su esposa inspeccionaron entonces su propiedad. Hallaron que todas las herramientas habían sido colocadas en el depósito, libre del efecto de los elementos.
El tractor había sido movido al garaje. El granero estaba adecuadamente bajo llave. Aun los animales estaban calmados. Todo estaba bien.

El granjero comprendió entonces el significado de las palabras del joven: "Puedo dormir cuando el viento sopla". Porque el obrero hizo su trabajo leal y fielmente cuando los cielos estaban claros, estaba preparado para la tormenta cuando esta vino. Así que cuando el viento sopló, él no tuvo temor. Pudo dormir en paz.

Enviado por Ana Rivera.

lunes, 21 de mayo de 2012

Una vida inútil



Un granjero se puso tan viejo que no ya podría trabajar los campos. Así que pasaría el día sentado en el pórtico. Su hijo, aún trabajando la granja, levantaba la vista de vez en cuando y veía a su padre sentado allí. “Ya no es útil”, pensaba el hijo para sí, “¡no hace nada!”. Un día el hijo se frustró tanto por esto, que construyó un ataúd de madera, lo arrastró hasta el pórtico, y le dijo a su padre que se metiera dentro.

Sin decir nada, el padre se metió. Después de cerrar la tapa, el hijo arrastró el ataúd al borde de la granja donde había un elevado acantilado. Mientras se acercaba a la pendiente, oyó un débil golpeteo en la tapa desde adentro del ataúd. Lo abrió. Aún tendido allí, pacíficamente el padre mirada hacia arriba a su hijo. “Sé que usted va a lanzarme al acantilado, pero antes de que lo haga, ¿puedo sugerir algo?”, “¿Qué?” contestó el hijo, “Arrójeme desde el acantilado, si usted quiere”, dijo a padre, “pero guarde este buen ataúd de madera. Sus niños pudieran necesitar usarlo”.¡

domingo, 20 de mayo de 2012

Las Princesas del lago

Había una vez dos bellas princesas que siendo aún pequeñas, habían sido raptadas por un rey enemigo. Éste había ordenado llevarlas a un lago perdido, y abandonarlas en una pequeña isla, donde permanecerían para siempre custodiadas por un terrible monstruo marino.

Sólo cuando el malvado rey y su corte de brujos y adivinos fueron derrotados, pudieron en aquel país descubrir que en el destino estaba escrito que llegaría el día en que un valiente príncipe liberaría a las princesas de su encierro.

Cuendo el viento llevó la noticia a la isla, llenó de esperanza la vida de las princesas. La más pequeña, mucho más bella y dulce que su hermana, esperaba pacientemente a su enamorado, moldeando pequeños adornos de flores y barro, y cantando canciones de amor.

La mayor, sin embargo, no se sentía a gusto esperando sin más. "Algo tendré que hacer para ayudar al príncipe a rescatarme. Que por lo menos sepa dónde estoy, o cómo es el monstruo que me vigila." Y decidida a facilitar el trabajo del príncipe, se dedicó a crear hogueras, construir torres, cavar túneles y mil cosas más. Pero el temible monstruo marino fastidiaba siempre sus planes.

Con el paso del tiempo, la hermana mayor se sentía más incómoda. Sabía que el príncipe elegiría a la pequeña, así que no tenía mucho sentido seguir esperando. Desde entonces, la joven dedicó sus esfuerzos a tratar de escapar de la isla y del monstruo, sin preocuparse por si finalmente el príncipe aparecería para salvarla o no.

Cada mañana preparaba un plan de huída diferente, que el gran monstruo siempre terminaba arruinando. Los intentos de fuga y las capturas se sucedían día tras día, y se convirtieron en una especie de juego de ingenio entre la princesa y su guardián. Cada intento de escapada era más original e ingenioso, y cada forma de descubrirlo más sutil y sorprendente. Ponían tanto empeño e imaginación en sus planes, que al acabar el juego pasaban horas comentando amistosamente cómo habían preparado su estrategia. Y al salir la luna, se despedían hasta el día siguiente y el monstruo volvía a las profundidades del lago.

Un día, el monstruo despidió a la princesa diciendo:
- Mañana te dejaré marchar. Eres una joven lista y valiente. No mereces seguir atrapada.
Pero a la mañana siguiente la princesa no intentó escapar. Se quedó sentada junto a la orilla, esperando a que apareciera el monstruo.

- ¿Por qué no te has marchado?

- No quería dejarte aquí solo. Es verdad que das bastante miedo, y eres enorme, pero tú también eres listo y mereces algo más que vigilar princesas. ¿Por qué no vienes conmigo?

- No puedo- respondió con gran pena el monstruo-. No puedo separarme de la isla, pues a ella me ata una gran cadena. Tienes que irte sola.

La joven se acercó a la horrible fiera y la abrazó con todas sus fuerzas. Tan fuerte lo hizo, que el animal explotó en mil pedazos. Y de entre tantos pedacitos, surgió un joven risueño y delgaducho, pero con esa misma mirada inteligente que tenía su amigo el monstruo.

Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había estado con ellas desde el principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes debían liberarlo a él. Algo que sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la actitud de la hermana mayor.
Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna duda para elegir con qué princesa casarse, dejando a la hermana pequeña con sus cantos, su belleza y su dulzura... y buscando algún príncipe tontorrón que quisiera a una chica con tan poca iniciativa.

sábado, 19 de mayo de 2012

Trabajar duro




Un estudiante de artes marciales fue hasta su profesor y le dijo seriamente, “Soy un devoto al estudiar su sistema marcial. ¿Cuánto tiempo me tomará dominarlo”. La respuesta del profesor fue improvisada, “Diez años”.

Impacientemente, el estudiante replicó, “Pero quiero dominarlo mucho antes que eso. Trabajaré muy duro. Practicaré a diario, diez o más horas al día si es necesario. ¿Cuánto tiempo tomaría entonces?” El profesor pensó por un momento, “veinte años”.


viernes, 18 de mayo de 2012

Un extraño animal



Un leñador estaba trabajando duramente en unas remotas montañas, cuando apareció un extraño animal que nunca antes había visto.

—Ah —dijo el animal—, nunca antes habías visto algo como yo.

Al leñador le sorprendió muchísimo oír hablar al animal.

—Y estás asombrado de que pueda hablar…

Al leñador también le sorprendió que la bestia supiera sus pensamientos.

—Y de que sepa lo que estás pensando —continuó el animal.

Viendo el animal, al leñador le dieron ganas de atraparlo y llevárselo a su hogar.

—¿Así que quieres capturarme vivo, cierto?

Y si no, quizá podría darle un hachazo y después llevárselo a su hogar.

—Y ahora quieres matarme —dijo el animal.

El leñador se dio cuenta que no podría hacerle nada, puesto que la bestia siempre sabía lo que él pensaba hacer. Así pues, regresó al trabajo, decidido en ignorar al animal.

—Y ahora —dijo— me abandonas.

Apenas pudo trabajar, el leñador se descubrió pensando a menudo en el animal que estaba allí, y la bestia siempre hacía un comentario de acuerdo a lo que pensaba. Deseó que se alejara, y al final le pidió que lo dejara tranquilo.

Aparentemente el animal no deseaba irse. Estaba parado allí, cerca de él, leyendo todos sus pensamientos y no parecía tener buenas intenciones.

Finalmente, no sabiendo qué más hacer, el leñador se resignó, tomó su hacha otra vez, determinado a no prestar más atención a este extraño animal. Y prosiguió, sin nada más en la mente, con el corte de los árboles.

Mientras él trabajaba así, sin pensamientos en su cabeza excepto el hacha y el árbol, la cabeza del hacha voló del mango y dio muerte al animal.

Extraído del libro Zen Inklings, de Donald Richie.

jueves, 17 de mayo de 2012

LA NATURALEZA DE LA MENTE



Se trataba de un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie y estaba realmente cansado y sudoroso bajo el implacable sol de la India. Extenuado y sin poder dar un paso más, se echó a descansar bajo un frondoso árbol. El suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los deseos de los pensamientos y los hacen realidad. Así es que al punto apareció una confortable cama. 

El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutando en el mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bellísima joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa y opípara comida. En el acto aparecieron ante él los más suculentos manjares. El hombre comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso. De repente le asaltó un pensamiento: “!Mira que si ahora un tigre me atacase!” Apareció un tigre y lo devoró. 

Cambiante y descontrolada 
es la naturaleza de la mente. 
Aplícate a conocerla y dominarla 
y disiparás para siempre 
el peor de los tigres: 
el que mora dentro de ella misma.


miércoles, 16 de mayo de 2012

LAS FANTASÍAS DE UNA ABEJA




Era una abeja llena de alegría y vitalidad. En cierta ocasión, volando de flor en flor y embriagada por el néctar, se fue alejando imprudentemente de su colmena más de lo aconsejable, y cuando se dio cuenta ya se había hecho de noche. Justo cuando el sol se estaba ocultando, se hallaba ella deleitándose con el dulce néctar de un loto. Al hacerse la oscuridad, el loto se plegó sobre sí mismo y se cerró, quedando la abeja atrapada en su interior. Despreocupada, ésta dijo para sí: “No importa. Pasaré aquí toda la noche y no dejaré de libar este néctar maravilloso. Mañana, en cuanto amanezca, iré en busca de mis familiares y amigos para que vengan también a probar este manjar tan agradable. Seguro que les va a hacer muy felices”. 

La noche cayó por completo. Un enorme elefante hambriento pasó por el paraje e iba engullendo todo aquello que se hallaba a su paso. La abeja, ignorante de todo lo que sucediera en el exterior y cómodamente alojada en el interior del loto, seguía libando. 

Entonces se dijo: “!Qué néctar tan fantástico, tan dulce, tan delicioso! 

¡Esto es maravilloso! No sólo traeré aquí a todos mis familiares, amigos y vecinos para que lo prueben, sino que me dedicaré a fabricar miel y podré venderla y obtener mucho dinero a cambio de ella y adquirir todas las cosas que me gustan en el mundo”. Súbitamente, tembló el suelo a su lado. El elefante engulló el loto y la abeja apenas tuvo tiempo de pensar: “Éste es mi fin. Me muero”. 



Sólo existe la seguridad 
del aquí-ahora. 
Aplícate al instante, 
haz lo mejor que puedas 
en el momento y no divagues


martes, 15 de mayo de 2012

CONOCERSE A UNO MISMO





Un niño de la India fue enviado a estudiar a un colegio de otro país. 

Pasaron algunas semanas, y un día el jovencito se enteró de que en el colegio había otro niño indio y se sintió feliz. Indagó sobre ese niño y supo que el niño era del mismo pueblo que él y experimentó un gran contento. 

Más adelante le llegaron noticias de que el niño tenía su misma edad y tuvo una enorme satisfacción. Pasaron unas semanas más y comprobó finalmente que el niño era como él y tenía su mismo nombre. Entonces, a decir verdad, su felicidad fue inconmensurable. 



No hay mayor gozo en este mundo 
que el de conocerse a uno mismo.

lunes, 14 de mayo de 2012

LA TORTUGA Y LA ARGOLLA




Era un sabio tan anciano que nadie de la localidad sabía su edad. Él mismo la había olvidado, entre otras razones porque había trascendido todo apego y ambición humana. Estaba un día sentado bajo un enorme árbol banyano, la mirada perdida en el horizonte, la mente quieta como un cielo sin nubes. De repente, vio cómo un hombre joven echaba una cuerda sobre la rama de un árbol y ataba uno de sus extremos a su cuello. El sabio se dio cuenta de las intenciones del joven, corrió hacia él y le pidió que desistiese de su propósito aunque sólo fuera un par de minutos para escucharlo. El joven accedió, y ambos se sentaron junto al árbol. El anciano se expresó así: 

--Voy a hacerte un ruego, querido amigo. Imagina una sola tortuga en el inmenso océano y que sólo saca la cabeza a la superficie una vez cada millón de años. Imagina un aro flotando sobre las aguas del inmenso océano. Pues más difícil aún que el que la tortuga introduzca la cabeza en el aro del agua, es haber obtenido la forma humana. Ahora, amigo, procede como creas conveniente. 

Todavía cuenta la gente del lugar que aquel joven llegó a anciano y se hizo sabio. 


Toda forma humana es preciosa,
 porque a través de ella 
podemos alcanzar 
la realización definitiva. 
Habiendo podido tomar tantas formas, 
es una gran fortuna 
haber tomado la humana. 


domingo, 13 de mayo de 2012

MI HIJO ESTÁ CONMIGO




Era un hombre que tenía un hijo al que amaba profundamente. Por algún motivo se vio obligado a viajar y tuvo que dejar a su hijo en casa. El niño tenía ocho años y su padre sólo vivía para él. Habiéndose enterado de la partida del dueño de la casa, unos bandoleros aprovecharon su ausencia para entrar en ella y robar todo lo que contenía. Descubrieron al jovencito y se lo llevaron con ellos, no sin antes incendiar la casa. 

Pasaron unos días. El hombre regresó a su hogar y se encontró con la casa derruida por el incendio. 

Alarmado, buscó entre los restos calcinados y halló unos huesecillos, que dedujo eran los del cuerpo abrasado de su amado hijo. Con ternura infinita, los introdujo en un saquito que se colgó al cuello, junto al pecho, convencido de que aquéllos eran los restos de su hijo. Unos días más tarde, el niño logró escapar de los perversos bandoleros y, tras poder averiguar dónde estaba la nueva casa de su padre, corrió hasta ella e insistentemente llamó a la puerta. 

--¿Quién es? -preguntó el padre. 

--Soy tu hijo -contestó el niño. 

--No, no puedes ser mi hijo -repuso el hombre, abrazándose al saquito que colgaba de su cuello-. Mi hijo ha muerto. 

--No, padre, soy tu hijo. Conseguí escapar de los bandoleros. 

--Vete, ¿me oyes? Vete y no me molestes -ordenó el hombre, sin abrir la puerta y aprisionando el saquito de huesos contra su pecho. Mi hijo está conmigo. 

--Padre, escúchame; soy yo. 

--¡He dicho que te vayas! -replicó el hombre-. Mi hijo murió y está conmigo. ¡Vete! 

Y no dejaba de abrazar el saquito de huesos. 


El apego, 
¿te deja ver?, 
¿te deja oír?, 
¿te deja comprender? 
El apego te aferra 
a lo irreal e ilusorio 
y cierra tus oídos 
a lo Real y Trascendente. 


sábado, 12 de mayo de 2012

LA DISPUTA




En el bosque habitaban el rey de los cuervos y el rey de los búhos, ambos con su legión respectiva de cuervos y búhos. Siempre habían compartido la paz del bosque, pero resulta que cierto día el rey de los cuervos y el rey de los búhos se encontraron y comenzaron a intercambiar impresiones. El rey de los cuervos preguntó: 

--¿Por qué tú y tu legión de búhos trabajáis por la noche? 

El búho, sorprendido, replicó: 

--Sois vosotros los que trabajáis por la noche. Nosotros trabajamos de día. Así que no mientas. 

Y los dos reyes se enzarzaron en una discusión, ambos convencidos de que trabajaban de día. Hasta tal punto la discusión comenzó a adquirir un carácter de violencia, que la legión de cuervos y la de búhos se disponían a entrar en combate. Pero cuando la situación estaba llegando a su momento más crítico, apareció por allí un apacible cisne que, al enterarse de la disputa, dijo: 

--Calmaos todos, queridos compañeros. 

Y dirigiéndose a los reyes, dijo: 

--No debéis en absoluto pelear, porque los dos tenéis razón. Desde vuestra perspectiva, los dos trabajáis de día. 




Debido a diferentes enfoques 
de la realidad aparente, 
ideologías y ficticias divisiones, 
surgen las disputas y guerras, 
el malestar y el dolor.


viernes, 11 de mayo de 2012

LOS DOS MÍSTICOS



Se trataba de dos amigos con una gran tendencia hacia la mística. 

Cada uno de ellos consiguió una parcela de terreno donde poder retirarse a meditar tranquilamente. 

Uno de ellos tuvo la idea de plantar un rosal y tener rosas, pero enseguida rechazó el propósito, pensando que las rosas le originarían apego y terminarían por encadenarlo. El otro tuvo la misma idea y plantó el rosal. 

Transcurrió el tiempo. El rosal floreció, y el hombre que lo poseía disfrutó de las rosas, meditó a través de ellas y así elevó su espíritu y se sintió unificado con la madre naturaleza. Las rosas le ayudaron a crecer interiormente, a despertar su sensibilidad y, sin embargo, nunca se apegó a ellas. 

El amigo empezó a echar de menos el rosal y las hermosas rosas que ya podría tener para deleitar su vista y su olfato. Y así se apegó a las rosas de su mente y, a diferencia de su amigo, creó ataduras. 


A lo que tienes que renunciar 
es al sentido de posesividad 
y a la ignorancia. 

miércoles, 9 de mayo de 2012




El gurú y el discípulo estaban departiendo sobre cuestiones místicas. 

El maestro concluyó con la entrevista diciéndole: 

--Todo lo que existe es Dios. 

El discípulo no entendió la verdadera naturaleza de las palabras de su mentor. Salió de la casa y comenzó a caminar por una callejuela. De súbito, vio frente a él un elefante que venía en dirección contraria, ocupando toda la calle. El jovencito que conducía al animal, gritó avisando: 

--¡Eh, oiga, apártese, déjenos pasar! 

Pero el discípulo, inmutable, se dijo: “Yo soy Dios y el elefante es Dios, así que ¿cómo puede tener miedo Dios de sí mismo? Razonando de este modo evitó apartarse. El elefante llegó hasta él, lo agarró con la trompa y lo lanzó al tejado de una casa, rompiéndole varios huesos. Semanas después, repuesto de sus heridas, el discípulo acudió al mentor y se lamentó de lo sucedido. El gurú replicó: 

--De acuerdo, tú eres Dios y el elefante es Dios. Pero Dios, en la forma del muchacho que conducía el elefante, te avisó para que dejaras el paso libre. ¿Por qué no hiciste caso de la advertencia de Dios? 



Afila el discernimiento. 
No tomes la soga por una serpiente, 
ni la serpiente por una soga.


EL PARIA SABIO



Shankaracharya iba caminando tranquilamente por una calle. Frente a él venía un paria con un cesto de carne del matadero. El hombre dio un traspiés y chocó con el sabio Shankaracharya, de la casta brahmín, que acababa de bañarse en las aguas de Ganges. Éste se sintió impuro al contacto con el paria, y gritó: 

--¡Cuidado, me has tocado! 

--Señor -repuso el paria-, no te precipites en tus juicios. Ni yo te he tocado ni tú me has tocado. ¿Es que acaso tu verdadero ser es este cuerpo que ha tocado y ha sido tocado? Tú sabes que el yo real no es la mente, ni las emociones, ni mucho menos este cuerpo. 

Shankaracharya se sintió avergonzado. Aquel paria le había dado una gran lección y el suceso sería uno de los más importantes en su existencia para ayudarle a madurar espiritualmente y despertar a la realidad superior. 

El Yo real no se implica en el cuerpo, la mente o las emociones.



martes, 8 de mayo de 2012

Dinero Feliz



Una vez en la India una niña pedía en la calle: «Déme dinero feliz». 

Un turista le preguntó qué era para ella «dinero feliz». 

A lo que respondió: «Lo que a usted le haga feliz darme, a mí me hará feliz recibirlo». 

El dinero feliz 
proviene de un negocio feliz 
que consigue hacerte feliz 
porque eres aquello que más amas: 
libre.


lunes, 7 de mayo de 2012

MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS




Amanecía. Una mujer muy santa se estaba dando un apacible baño totalmente desnuda. De repente, un yogui vino a darle un recado y la sorprendió en su desnudez. Desconcertado y sorprendido, se dio rápidamente media vuelta y se dispuso a alejarse de la mujer, pero ella le reprendió en los siguientes términos: 

--¿Por qué te vuelves? Si me pudieras ver como a las vacas pastando en los campos, también desnuda, no tendrías necesidad de marcharte. Si no te comportas con naturalidad al verme desnuda, es que todavía haces diferencia entre tú y yo; todavía estás atrapado en la dualidad y el deseo. 

El yogui comprendió en profundidad la verdad que brotaba de los sabios labios de la mujer, se puso ante ella de rodillas y comenzó a exclamar: “!Madre, madre, madre!” 

“Tú” y “Yo”
 se funden en la unidad del Ser 
como se funde la escarcha 
con los primeros rayos del sol 
al despuntar el día.


domingo, 6 de mayo de 2012



Ésta es la historia de dos sadhus.

Uno de ellos había sido enormemente rico y, aun después de haber cortado con sus lazos familiares y sociales y renunciar a sus negocios, su familia cuidaba de él y disponía de varios criados para que le atendieran. El otro sadhu era muy pobre, vivía de la caridad pública y sólo era dueño de una escudilla y una piel de antílope sobre la que meditar. Con frecuencia, el sadhu pobre se jactaba de su pobreza y criticaba y ridiculizaba al sadhu rico. Solía hacer el siguiente comentario: "Se ve que era demasiado viejo para seguir con los negocios de la familia y entonces se ha hecho renunciante, pero sin renunciar a todos sus lujos". El sadhu pobre no perdía ocasión para importunar al sadhu rico y mofarse de él. Se le acercaba y le decía: "Mi renuncia sí que es valiosa y no la tuya, que en realidad no representa renuncia de ningún tipo, porque sigues llevando una vida cómoda y fácil". Un día, de repente, el sadhu rico, cuando el sadhu pobre le habló así, dijo tajantemente:

--Ahora mismo, tú y yo nos vamos de peregrinación a las fuentes del Ganges, como dos sadhus errantes.

El sadhu pobre se sorprendió, pero, a fin de poder mantener su imagen, tuvo que acceder a hacer una peregrinación que en verdad le apetecía muy poco. Ambos sadhus se pusieron en marcha. Unos momentos después, súbitamente, el sadhu pobre se detuvo y, alarmado, exclamó:

--¡Dios mío!, tengo que regresar rápidamente.

En su rostro se reflejaba la ansiedad.

--¿Por qué? -preguntó el sadhu rico.

--Porque he olvidado coger mi escudilla y mi piel de antílope.

Y entonces el sadhu rico le dijo:

--Te has burlado durante mucho tiempo de mis bienes materiales y ahora resulta que tú dependes mucho más de tu escudilla y tu piel que yo de todas mis posesiones.



El secreto está 
en no ser poseído 
por lo que se posee.


sábado, 5 de mayo de 2012

LA OLLA DE BARRO




Era un lechero acaudalado y que contaba con varios trabajadores en su lechería. Llamó a uno de ellos, Ashok, y le entregó una olla llena de mantequilla para que la llevase a un cliente de un pueblo cercano. A cambio le prometió algunas rupias extras. Ashok, muy contento, colocó la olla sobre su cabeza y se puso en marcha, en tanto se decía para sí: 

“Voy a ganar dos rupias. ¡Qué bien! Con ellas compraré gallinas, éstas pronto se multiplicarán y llegaré a tener nada menos que diez mil. Luego las venderé y compraré cabras. Se reproducirán, venderé parte de ellas y compraré una granja. Como ganaré mucho dinero, también compraré telas y me haré comerciante. Será estupendo. 

Me casaré, tendré una casa soberbia y, naturalmente, dispondré de excelente cocinero para que me prepare los platos más deliciosos, y si un día no me hace bien la comida, le daré una bofetada”. Al pensar en propinarle una bofetada al cocinero, Ashok, automáticamente, levantó la mano, provocando así la caída de la olla, que se hizo mil pedazos contra el suelo derramando su contenido. Desolado, volvió al pueblo y se enfrentó al patrón, que exclamó: 

--¡Necio! ¡Me has hecho perder las ganancias de toda una semana! 

Y Ashok replicó: 

--¡Y yo he perdido mis ganancias de toda la vida! 


El futuro es un espejismo. 
Éste es tu momento, tu instante. 
En lugar de fantasear con la mente, 
pon las condiciones 
para que la semilla pueda germinar. 


viernes, 4 de mayo de 2012

¿DÓNDE ESTÁ EL DÉCIMO HOMBRE?




Eran diez amigos. Todos ellos eran muy ignorantes. Decidieron ponerse de acuerdo para hacer una excursión. 

Querían divertirse un poco y pasar un buen día en el campo. Prepararon algunos alimentos, se reunieron a la salida del pueblo al amanecer y emprendieron la excursión. Iban caminando alegremente por los campos charlando sin cesar entre grandes carcajadas. Llegaron frente a un río y, para cruzarlo, cogieron una barcaza que había atada a un árbol. Se sentían muy contentos, bromeando y chapoteando en las aguas. Llegaron a la orilla opuesta y descendieron de la barcaza. 

¡Estaba siendo un día estupendo! Ya en tierra, se contaron y descubrieron que solamente eran nueve. Pero, ¿dónde estaba el décimo de ellos? Empezaron a buscar al décimo hombre. No lo encontraban. Comenzaron a preocuparse y a lamentar su pérdida. ¿Se habrá ahogado? ¿Qué habrá sido de él? Trataron de serenarse y volvieron a contarse. Sólo contaban nueve. La situación era angustiosa. Uno de ellos se había extraviado definitivamente. 

Comenzaron a gimotear y a quejarse. 

Entonces pasó por allí un vagabundo. 

Vio a los hombres que otra vez se estaban contando. El vagabundo descubrió enseguida lo que estaba pasando. 

Resulta que cada hombre olvidaba contarse a sí mismo. Entonces les fue propinando una bofetada a cada uno de ellos y les instó a que se contaran de nuevo. Fue en ese instante cuando contaron diez y se sintieron muy satisfechos y alegres. 



El décimo hombre 
no era una nueva adquisición.  
Siempre estuvo allí, 
como el Ser que reside 
dentro del ser humano. 
Nunca ha estado ausente. 
En cuanto se disipe 
la ofuscación de la mente 
será percibido.