viernes, 11 de mayo de 2012

LOS DOS MÍSTICOS



Se trataba de dos amigos con una gran tendencia hacia la mística. 

Cada uno de ellos consiguió una parcela de terreno donde poder retirarse a meditar tranquilamente. 

Uno de ellos tuvo la idea de plantar un rosal y tener rosas, pero enseguida rechazó el propósito, pensando que las rosas le originarían apego y terminarían por encadenarlo. El otro tuvo la misma idea y plantó el rosal. 

Transcurrió el tiempo. El rosal floreció, y el hombre que lo poseía disfrutó de las rosas, meditó a través de ellas y así elevó su espíritu y se sintió unificado con la madre naturaleza. Las rosas le ayudaron a crecer interiormente, a despertar su sensibilidad y, sin embargo, nunca se apegó a ellas. 

El amigo empezó a echar de menos el rosal y las hermosas rosas que ya podría tener para deleitar su vista y su olfato. Y así se apegó a las rosas de su mente y, a diferencia de su amigo, creó ataduras. 


A lo que tienes que renunciar 
es al sentido de posesividad 
y a la ignorancia. 

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