Shankaracharya
iba caminando tranquilamente por una calle. Frente a él venía un paria con un
cesto de carne del matadero. El hombre dio un traspiés y chocó con el sabio
Shankaracharya, de la casta brahmín, que acababa de bañarse en las aguas de
Ganges. Éste se sintió impuro al contacto con el paria, y gritó:
--¡Cuidado, me
has tocado!
--Señor -repuso
el paria-, no te precipites en tus juicios. Ni yo te he tocado ni tú me has
tocado. ¿Es que acaso tu verdadero ser es este cuerpo que ha tocado y ha sido
tocado? Tú sabes que el yo real no es la mente, ni las emociones, ni mucho
menos este cuerpo.
Shankaracharya
se sintió avergonzado. Aquel paria le había dado una gran lección y el suceso
sería uno de los más importantes en su existencia para ayudarle a madurar
espiritualmente y despertar a la realidad superior.
El Yo real no se implica
en el cuerpo, la mente o las emociones.
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