Un hombre estaba escuchando a un yogui que declaraba:
- Os puedo decir que el mantra tiene el poder de conduciros al Ser.
El hombre incrédulo protestó:
- Esa afirmación carece de fundamento.
- ¿Cómo puede la repetición de una palabra conducirnos al Ser?
- Eso es como decir que si repitiéramos “pan, pan, pan”, se haría realidad el pan y se manifestaría.
El yogui se encaró con el incrédulo y le gritó:
- Siéntate ahora mismo, sinvergüenza.
El hombre se llenó de rabia.
Era tal su incontrolada ira que comenzó a temblar, y furioso vociferó:
- ¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo?
- ¿Y tú te dices un hombre santo y vas insultando a los otros?
Entonces, con mucho afecto y ternura, el yogui le dijo:
- Siento mucho haberte ofendido.
Discúlpame. Pero, dime, ¿qué sientes en este momento?
- ¡Me siento ultrajado!
Y el yogui declaró:
- Con una sola palabra injuriosa te has sentido mal.
- Fíjate el enorme efecto que ha ejercido sobre ti.
- Si esto es así, ¿por qué el vocablo que designa al Ser no va a tener el poder de transformarte?
Somete la enseñanza a la experiencia.
Los métodos son instrumentos
para alcanzar la liberación interior.
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