sábado, 23 de marzo de 2013

"El viajero que encontró un vergel en el camino "



Había una vez... un hombre muy respetuoso de las cosas que le decía su corazón, y que él sentía como un mensaje recibido en el centro de su pecho.

Por lo general era una sensación que lo impulsaba a hacer o decir algo o ver a alguien o ir a un determinado lugar.

Tenía esa sensación desde hacia algunos días, una necesidad de iniciar un viaje a través del desierto hacia una ciudad no muy alejada, pero que no solo no conocía, sino que no había nada en ella que tuviera algún interés para él. No obstante una mañana, como tantas otras veces: partió, respondiendo así al mensaje de su corazón.

La marcha se hizo difícil y agotadora, pero no decayó su entusiasmo a pesar de la incertidumbre de su búsqueda: no sabia tras que estaba, en ese desierto, con tanto calor y sed, pero ya faltaba poco para llegar a destino, pues podía ver siluetas de construcciones que quebraban la línea del horizonte.

Con sorpresa , mientras se acercaba, vio que a un costado de su camino, se alzaba una pequeña elevación repleta de árboles y cubierta de césped y con un arroyo que lo recorría... y pensó para sí “que suerte la mía... encontré un vergel en mi camino, descansare y me refrescaré, antes de llegar a la ciudad”.

Pero al acercarse vio que el lugar estaba protegido por una cerca no muy alta, que comenzó a recorrer en busca de una entrada, la que finalmente encontró. Con satisfacción comenzó a caminar por allí, disfrutando del verde y de la frescura del lugar y pudo observar a su paso, que en el suelo y colocadas al azar, había piedras lisas y blancas que tenían una inscripción.

Intrigado, se acerco a una de ellas y pudo leer:

Allí Kuin Yescla vivió 4 años 3 meses y 22 días

“¿Cual será el significado de esta inscripción” pensó y continuo caminando y lleno de curiosidad, se acerco a otra piedra y pudo leer:
Keni Laarki viivió 6 años 5 meses y 14 días

Y entonces comprendió... las piedras en el suelo eran lapidas... se acerco a otras y en todas se podía leer un nombre seguido de la edad... y entonces se apodero de él una profunda congoja y dolor, al darse cuenta que ninguna de las tumbas superaba los 12 años de edad. Se sentó y lloro, pensando en la maldición que habría caído sobre ese pueblo para tener tantos niños muertos en cementerio tan hermoso...

Sin que él lo advirtiera, caminando entre los árboles se acerco un hombre que al verlo en esa actitud de sufrimiento, le puso la mano en el hombro y con palabras cargadas de cariño le dijo: “¿porque lloras amigo?...¿puedo ayudarte a aliviar tu pena?”...por toda respuesta... el viajero, alzo su mirada llena de lagrimas y luego de una breve pausa le dijo... “puedes tú decirme, ¿qué le ha pasado a este pueblo que tiene tantos niños enterrados en este cementerio?” ... “¿porque tanto castigo para ustedes?...” 

El hombre sonrió y le dijo... “ puedes dejar de llorar, pues ni este pueblo ni sus habitantes soportan ninguna maldición ni cosa que se le parezca”... entonces el viajero lo miro inquisitivo... 

¿pero porque son todos niños?... ninguna inscripción supera los 12 años !!”. 

“Te explicare... cuando una niña o un niño, cumple los 15 años de edad y la vida adulta comienza, es costumbre que a cada uno, sus padres le regalen una pequeña libreta como esta”, y metiendo la mano entre sus ropas le mostró una libretita que llevaba colgada del cuello, “en esta libretita tenemos que anotar en una columna los momentos felices y a su lado, el tiempo que duró”... “por ejemplo, conociste a tu primera novia, estuviste enamorado y conociste la pasión..., ¿cuanto duró?...¿tres meses?...¿un año y tres semanas?”...el primer beso... ¿duro tres minutos?...¿cuánto lo disfrutaste? ...¿tres días y 5 horas?” y así... cuando esperabas tu primer hijo... o cuando te encontraste con ese amigo que tanto querías ver... o cuando recibiste aquel regalo... ¿Cuánto duro la satisfacción y la felicidad del momento?...entonces anotas a la izquierda el momento hermoso y a su lado el tiempo que lo disfrutaste”

Intrigado aun, el viajero que quería saber mas, lo interrogo con la mirada: 

Y la respuesta fue:

....cuando la persona muere... tomamos su libretita y sumamos EL TIEMPO QUE DISFRUTO SUS MOMENTOS FELICES. y ese es el tiempo que anotamos en su lapida...porque para nosotros:

ESE ES EL ÚNICO TIEMPO REALMENTE VIVIDO”.


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