sábado, 20 de abril de 2013

Ahuyentando a los Fantasmas



Durante años, Hitoshi intentó – inútilmente – despertar el amor de aquella a quien consideraba ser la mujer de su vida. Pero el destino es irónico: el mismo día en que ella lo aceptó como futuro marido, también descubrió que tenía una enfermedad incurable y le quedaba poco tiempo de vida. 

Seis meses después, ya a punto de morir, ella le pidió: 

- Quiero que me prometas una cosa: que jamás te volverás a enamorar. Si lo haces, volveré todas las noches para espantarte. 

Y cerró los ojos para siempre. 

Durante muchos meses, Hitoshi evitó aproximarse a otras mujeres, pero el destino continuó irónico, y él descubrió un nuevo amor. Cuando se preparaba para casarse, el fantasma de su ex amada cumplió su promesa y apareció. 

-Me estás traicionando –le dijo. 

-Durante años te entregué mi corazón y tú no me correspondías –respondió 

Hitoshi. -¿No crees que merezco una segunda oportunidad de ser feliz? 

Pero el fantasma de la ex-amada no quiso saber de disculpas, y todas las noches venía para asustarlo. Contaba con todo detalle lo que había sucedido durante el día, las palabras de amor que él había dicho a su novia, los besos y abrazos que se habían intercambiado. 

Hitoshi ya no podía dormir, así que fue a buscar al maestro zen Bashô. 

-Es un fantasma muy listo – comentó Bashô. 

-¡Ella sabe todo, hasta los menores detalles! Y ya está acabando con mi noviazgo, porque no consigo dormir y en los momentos de intimidad con mi amada me siento muy inhibido. 

-Vamos a alejar a este fantasma – garantizó Bashô. 

* * * * * 

Aquella noche, cuando el fantasma retornó, Hitoshi lo abordó antes de que dijera la primera frase. 

-Eres un fantasma tan sabio, que haremos un trato. Como me vigilas todo el tiempo, te voy a preguntar algo que hice hoy: si aciertas, abandono a mi novia y nunca más tendré mujer. Si te equivocas, has de prometer que no volverás a aparecer, bajo de pena de ser condenado por los dioses a vagar para siempre en la oscuridad. 

-De acuerdo –respondió el fantasma, confiante. 

Dos días después, Hitoshi fue hasta la casa del maestro zen. 

-Vine a darle las gracias. 

-Aprovecha para aprender las lecciones que hacen parte de esta experiencia – respondió Bashô: 

“En primer lugar, aquel espíritu volvía siempre porque tenías miedo. Si quieres alejar una maldición, no le des la menor importancia. 

“Segundo: el fantasma sacaba provecho de tu sensación de culpa: cuando nos sentimos culpables, siempre deseamos –inconscientemente- el castigo. 

“Y, finalmente: nadie que realmente te amara te obligaría a hacer ese tipo de promesa. Si quieres entender el amor, aprende la libertad.” 

No hay comentarios:

Publicar un comentario