Cuenta Esopo, un escritor de fábulas de la Antigua Grecia, que en épocas antiguas, cuando los hombres podían tener varias esposas, un hombre de mediana edad tenía una esposa vieja y otra joven.
Las dos lo querían mucho a su manera, y cada una de ellas deseaba que el hombre tuviera una edad parecida a la suya.
El cabello del hombre empezó a encanecer con el tiempo, poco a poco. Esto no gustaba a la mujer joven porque lo hacía demasiado viejo para ella. Así que todas las noches lo peinaba y le arrancaba todas las canas.
La vieja, en cambio, veía complacida cómo el cabello de su marido, encanecía, ya que a ella no le gustaba que, a veces, la tomasen por su madre. Por este motivo, todas las mañanas lo peinaba y le arrancaba todos los cabellos negros que podía.
La consecuencia es fácil de adivinar. En poco tiempo la cabeza de aquel hombre se quedó sin pelo.
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