viernes, 26 de abril de 2013

EL AMIGO AMBICIOSO


Un mercader decidió hacer un viaje urgente a otra ciudad. Temeroso de los ladrones, puso su dinero en una bolsa y fue a la casa de su mejor amigo y le rogó que le guardara el dinero mientras andaba de viaje. Aceptó el amigo y guardó la bolsa con las monedas de oro. Pero en cuento se fue el mercader, el mal amigo, al ver tanto dinero, tuvo una malvada idea. Cuando volvió el mercader, fue a casa de su amigo y le pidió la bolsa con las monedas.

“Hay amigo – dijo el mal amigo – no lo podrás creer, pero cuando te fuiste un ratón mordió tu bolsa y se fue llevando tus monedas de una en una, hasta no dejar ni una sola”. El mercader comprendió la mentira del ambicioso amigo pero no dijo nada y se fue fingiendo haber creído la historia.

Ahora bien, el ladrón tenía un hijo que era toda su alegría y el mercader hizo que el hijo de su amigo se quedara unos cuantos días en su casa para darle una lección. Pasado unos días fue a visitar a su amigo. Lo encontró llorando amargamente y entre sollozos le contó que había desaparecido el niño que era toda sualegría de vivir.

“Ah, sí – respondió el mercader – yo vi a un águila llevándose al niño entre las garras”.

“Pero es imposible – contestó el amigo ambicioso – no creo que un águila pueda llevarse un niño entre sus garras”.

“Bueno – respondió el mercader – tan imposible como que un ratón se robe de una bolsa cien monedas de oro”.

Al momento comprendió el mal amigo la lección que estaba recibiendo y fue rápido a devolver las monedas de oro y a la vez recibió de vuelta a su hijo. 


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