Dicen que un hombre convirtió, en el espacio de dos años, un territorio pedregoso en un jardín lleno de flores que se hizo famoso en la comarca.
Un día, un santo pasó por el jardín y, para que el jardinero no olvidara quién era el Creador Supremo de su obra, le dijo:
- "Jardinero, este jardín tan hermoso es una verdadera bendición que Dios te ha dado."
El jardinero comprendió el mensaje y le respondió:
- "Tienes razón, si no fuese por el sol y por la lluvia, por la tierra, por el milagro de las semillas y por las estaciones del año, no tendría ningún jardín... pero...
...¡deberías haber visto cómo estaba este lugar hace dos años cuando Dios lo tenía sólo, para sí mismo!"
lunes, 7 de febrero de 2011
El milagro... del trabajo y el esfuerzo
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