Cierta mañana quiso un ratón salir de su agujero pero, como era precavido, antes de nada dirigió un vistazo por los alrededores.
¡De buena había escapado, gracias a su previsión!
¡Caramba, la comadreja a dos pasos de aquí! –exclamó-. Esperaré a que se marche, no vaya a servirle de almuerzo.
De repente llegó la gata gris con aire goloso y sin dar tiempo a la comadreja para escapar, saltó sobre su lomo, la apresó con los dientes y empezó a devorarla.
¡Vaya...! Estoy de suerte -murmuró el incauto ratoncillo-. Ahora ya puedo tranquilamente ir a dar un paseíto.
Y avanzó tan alegre y descuidado, moviendo con énfasis la cola. Pero su libertad apenas duró un instante, ya que el pobre la perdió, juntamente con la vida, entre los dientes de la insaciable gata gris.
No confíes en quien ataca a tu enemigo
pues puede hacer lo mismo contigo.
Leonardo da Vincci
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