Había dos monjes que estudiaban en un seminario y a los dos les encantaba fumar. Su problema era:
“¿Puedo fumar cuando estoy orando?”.
No podían llegar a un acuerdo, de modo que cada uno de ellos acudió a consultar a su superior.
Tiempo después se volvieron a reunir, y un monje le preguntó al otro si su abad le había dicho que podía fumar.
- No, me regañó mucho por el mero hecho de mencionarlo.
¿Qué te dijo tu abad?
- Mi abad estuvo encantado conmigo. Me dijo que no había problema.
Pero, ¿qué le preguntaste a tu abad?
- Le pregunté si podía fumar mientras rezaba.
-Bueno, ya lo tienes.
Yo le pregunté: “¿Puedo rezar mientras fumo?”.
Un mismo problema cambia según como lo mires.
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