Había una vez un rey que tenía un inmenso palacio, lleno de jardines y lagunas muy bonitas. Este rey tenía una linda princesa por hija a quien siempre le enseño los valores buenos de vida.
La princesa solía pasear todo los días por los enormes jardines admirando la belleza de los árboles, las flores y contemplando el correr del agua.
Un día el rey un poco preocupado le dió una pelotita de oro a la princesa para que se la guardara, diciéndole que por nada del mundo debía perderla, que la cuidara con su vida pues al final del día le pediría cuantas de ella.
Esa tarde la princesa salió a caminar por los jardines llevando la pelotita de oro en sus manos pues tenia miedo de perderla. Mientras ella contemplaba el agua de una laguna, resbalo, soltando la pelotita y cayendo esta en el fondo del agua.
La princesa comenzó a llorar en la orilla porque sabía que su padre se enojaría mucho con ella. De pronto, escuchó una voz que no sabía de donde venía pero que le decía: -“¿Qué me das si te saco la pelotita?” Ella se asusto y miraba para todos lados tratando de encontrar de donde venia ese murmullo.
Con espanto descubrió que era un sapo el que le hablaba, -“Si, yo puedo sacarla y devolvértela” le dijo el sapo, -“Pero, ¿qué me darás?". La princesa le ofreció su collar de oro pero el sapo no quiso, después le ofreció su diadema, sus vestidos más bonitos e incluso su corona, pero el sapo se negaba. –“Lo que yo quiero es que cada vez que te sientes a la mesa en tu palacio, me dejes comer de tu plato y beber de tu copa.” Le dijo el sapo.
A la princesa le pareció insignificante su pedido, así de inmediato el dijo: -“Si, si, esta bien, pero sácame la pelotita pronto” El sapo lo hizo y cuando la devolvió a la princesa, ella salió corriendo a su palacio mientras el sapo le gritaba: -“No te olvides de tu promesaaaaaaa...”.
A la mañana siguiente todo parecía normal, la princesa y el rey se sentaron a la mesa y les sirvieron su desayuno real. Cuando ella comenzaba a comer, el sapo apareció a un lado de su plato, ella brinco del susto cuando le dijo: -“Acuérdate de tu promesa”. La princesa sintió asco y repugnancia ver ese animal frente a ella y grito.
Su padre le pregunto que significaba eso y ella tuvo que contarle toda la historia; entonces el rey le dijo a su hija que ella debía cumplir su promesa, que él siempre le había enseñado a hacerlo y que costara lo que costara debía pagar su deuda.
Así que la princesa llena de asco le dio permiso al sapo de comer de su plato y beber de su copa. Sin embargo, cuando el sapo lo hizo, algo extraño sucedió, un encantamiento se rompió y ese animal asqueroso se convirtió en un príncipe encantador.
Ella no podía creerlo ni explicarlo, pero se enamoró de él. Al poco tiempo se casaron y fueron muy felices.
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