lunes, 31 de octubre de 2011

La piedra mágica



Cierto día llamó a la puerta de una casa de pueblo un extraño hombre. La mujer que atendió se sorprendió al verlo. "¿Qué desea?", preguntó. "Vengo a ofrecerle una piedra mágica, que sirve para hacer sopa. Basta con hacerla hervir, y logrará la mejor sopa que haya probado en su vida".

A la mujer le entró curiosidad y decidió hacer la prueba. Hizo pasar al hombre, y puso una gran olla de agua al fuego. Mientras se calentaba, la mujer corrió a contar el gran suceso a sus vecinos, los que se arremolinaron alrededor del fuego. Cuando el agua hubo comenzado a hervir, el hombre arrojó la piedra mágica a la olla y ante la expectativa general dió una probada. 

"¡Deliciosa!", comentó, "Si tuviera un poco de carne le daría mejor sabor". Inmediatamente una de las vecinas salió corriendo y volvió con un gran pedazo de carne que fue a parar a la olla. 

"Tal vez un poco de verdura también ayudaría", agregó el extraño. Una tras otra, varias vecinas fueron desapareciendo y volviendo con papas, zanahorias,  cebollas, las que fueron cayendo a la olla.

Mientras tanto, otros vecinos fueron trayendo platos y cubiertos, armaron un gran tablón, mientras otros traían sillas de sus casas. Todo el pueblo se había reunido en torno al hombre de la piedra mágica. Uno tras otro fueron recibiendo generosas raciones de la que resultó ser la más apetitosa sopa que habían probado en sus vidas. Nadie reparó mientras comían, que el extraño había desaparecido, dejando tras de sí la mágica piedra, que ahora podrían utilizar cada vez que deseasen compartir la sopa más deliciosa del mundo.


domingo, 30 de octubre de 2011

No hay otro plan



Ese día el Paraíso estaba de fiesta. Por fin, luego de 33 largos años, el Hijo del buen Dios iba a retornar para siempre con ellos. Allá abajo, en la tierra, Jesucristo daba sus últimas instrucciones a los apóstoles y se despedía de ellos. Mientras tanto, en el Cielo reinaba una gran conmoción. Todos los angelitos se habían reunido en la puerta del Paraíso, para dar la bienvenida a aquel niñito que había bajado a la tierra hace 33 años y que ahora retornaba hecho un hombre. Todos se arremolinaban alrededor de Jesucristo para abrazarlo y preguntarle cómo le había ido. No podían faltar, por supuesto las cámaras de los noticiosos más importantes del Paraíso, que venían a cubrir el gran evento.

De pronto, una vocecita proveniente de la muchedumbre se hizo oír por sobre las demás: "Maestro, tengo una observación que hacerte". Era un pequeño angelito quien había hablado. Todos se quedaron en silencio ante la desfachatez del angelito. ¡Hacerle una observación al Hijo de Dios! ¿A quién se le ocurría?

"Me parece", prosiguió el angelito, "que todo lo que hiciste allá en la tierra fue muy lindo. Eso de enseñarles acerca del Reino de los Cielos, de enseñarles a amarse y a amar a tu Padre estuvo muy bien. Y ese broche de oro de salvar a la humanidad resucitando después de morir en la cruz estuvo de diez. Pero creo que te olvidaste de algo". Jesús, un tanto sorprendido pero siempre sonriente, preguntó: "¿De qué me olvidé, angelito?".

Y el angelito continuó: "Durante el tiempo que estuviste allá abajo, muchos te escucharon y recibieron tu mensaje, pero ahora que Tú te viniste ¿no crees que pronto se van a olvidar? Además, no lo tomes a mal, pero fue una parte muy pequeñita del mundo la que oyó tus enseñanzas. ¿Y el resto?". Jesús, con gesto tranquilizador, contestó: "¡Por eso no te preocupes! Preparé un plan muy bueno. ¿Viste los apóstoles de los que me despedí hace un rato? Pues bien, ellos se encargarán de transmitirle a todo el mundo lo que yo les he enseñado". Todos los angelitos aplaudieron la respuesta de Jesús, aliviados de que no se hubiese molestado por la impertinencia del angelito.

Pero el angelito insistió: "Discúlpame que te contradiga, Señor. Pero puede que tu plan no resulte. ¿Qué tal si pasa el tiempo y se desaniman? Todo el plan se va al tacho". Nuevamente Jesús tomó la pálabra: "No tienen por qué desanimarse. Estuvieron conmigo tres años compartiendo mi vida, escuchando mis enseñanzas y ayudándome en todo, y lo hicieron muy bien. Tengo confianza en ellos." Por segunda vez los angelitos prorrumpieron en vivas y aplausos. Algunos intentaron alejar al insistente angelito, en medio de los aplausos, pero este no se dio por vencido.

"No es que quiera ser negativo, Señor.", volvió a la carga el angelito. "Puede que tu plan no resulte. No te olvides que ellos son humanos y Tú ya sabes cómo son los humanos. Primero se entusiasman y te prometen fidelidad hasta la muerte, pero al poco tiempo te dan la espalda. Mira si no cuántas veces se lo hicieron a tu Padre a lo largo de la historia". Jesús, armado de paciencia, contestó dulcemente: "Esta vez va a ser distinto. Yo personalmente les enseñé y yo personalmente los envié para que enseñen todo lo que aprendieron, a todo el mundo. Ellos son buenos chicos. Vas a ver que mi plan resulta". Otra vez aplausos y vivas, si bien esta vez ya eran un poco nerviosos.

"Perdona si soy insistente", prosiguió ¿adivinen quién?. "Pero mira cómo te respondieron tus buenos chicos. Para comenzar: Judas, que estaba siempre contigo, te vendió. El mismo día, sin ir más lejos, Pedro, tu hombre de confianza, te negó tres veces. ¿Y todavía confías en ellos?". Jesús, con una paciencia digna del Hijo de Dios, contestó una vez más: "Serán débiles y tendrán sus cosas, pero yo igual confío en ellos. ¡No seas pesimista! ¡Ellos son mis amigos! ¿Por qué no habría de resultar mi plan?"

Y el angelito, que no se daba por vencido, remató: "Pero... ¿y si a pesar de todo no resulta?". El ambiente ya se estaba poniendo tenso. La insistencia del angelito, ya rozaba la impertinencia. Jesús se tomó unos instantes antes de contestar y, luego de pensarlo, respondió: "Bueno... mejor que resulte... porque ¡no tengo otro plan!"


sábado, 29 de octubre de 2011

El arte de la espada








Dice la historia que aquel hombre comprendió en un momento dado que su camino seria aprender el arte de la espada. Era época del samurai y aquel hombre supo que necesitaba un maestro. Así de claro, se digirió a cierta montaña en particular donde vivía retirado un célebre maestro en el arte de la espada. Su idea era ser aceptado como discípulo.
El maestro vivía en una cabaña rodeado de naturaleza y en armonía con su entorno. El aspirante a discípulo llego y luego de las presentaciones del caso, le propuso al maestro que le tomara bajo su tutela. Luego de meditarlo el maestro aceptó, y como era costumbre en la época y lugar, pasó a vivir con el maestro.
Así, pronto se vio involucrado en tareas de diverso tipo. Cortar la leña, limpiar la casa y repararla, lavar la ropa y todo tipo de tareas similares. Cada día tenía varias tareas que cumplir. Esto era natural y esperado. Pero pasaba el tiempo y el pupilo esperaba iniciar su aprendizaje con la espada, pero el maestro nada decía y no era adecuado pedir nada, había que esperar.
La ansiedad del alumno crecía, hasta que llegado el año de convivencia, se armó de coraje y le habló al maestro diciendo:
- Maestro, hace un año que estoy con usted, hago todo tipo de tareas, barro, reparo, lavo, pero aun no he tocado siquiera una espada. ¿Cuándo comenzará mi entrenamiento?
El maestro lo miró detenidamente, pareció reflexionar un instante, y luego dijo:
- Esta bien, mañana mismo empezamos
Gran alegría sintió el alumno, al fin empezaría el trabajo con la espada! Ninguna otra cosa deseaba él.
Al otro día, y cuando estaba en el río lavando ropa, de la nada apareció el maestro y le dio un golpe fuerte en la espalda con el plano de la espada. Revolcándose de dolor el discípulo cae al piso mientras ve al maestro retirarse muy tranquilamente sin dar una explicación de su conducta. No era posible preguntar ni quejarse, estas eran las costumbres muy orientales de la época.
Pasaron las horas y el discípulo estaba cortando leña cuando otra vez y de la nada apareció el maestro, de nuevo le regaló terrible golpe con el plano de la espada sobre su espalda. Lo dejo adolorido y perplejo, y se fue. El discípulo no entendía nada, pero no tenia mas que aceptar esa situación.
Así fueron pasando los días. El discípulo puesto en sus tareas, era cada tanto sorprendido por el maestro y eso significaba un sablazo en la espalda. Empezó a estar mas alerta. Cortaba leña, pero atento y pleno en su presente. Pero el maestro tenía un don especial y se las arreglaba para asestarle su golpe. Si el se entregaba a ensoñaciones, si se distraía con alguna forma de dispersión mental, el maestro aparecía con su temible sable y su espalda recibía el castigo.
Poco a poco las cosas mejoraron. Cada vez mas alerta y pleno en el presente, el maestro ya casi no podía sorprenderlo. Y así llego un día en el que no importando lo que hiciera, el estaba plenamente presente y alerta. Ese día el maestro ya no podía acercase sin que lo “sintiera“. No podía ser sorprendido. Vivía pleno en el presente, libre de ensoñaciones, su radio de atención había crecido enormemente.
Entonces, ese maravilloso día, el maestro se le acercó y le dijo: ahora si estas pronto para aprender el arte de la espada…

viernes, 28 de octubre de 2011

Comunicar la experiencia



Los discipulos estaban enzarzados en una discusion sobre la sentencia de Lao Tse: "los que saben no hablan; los que hablan no saben."

Cuando el maestro entro donde aquellos estaban...le preguntaron cual era el siginificado exacto de auqUellas palabras.El maestro les dijo:

"¿Quien de vosotros conoce la fragancia de la rosa ?" 

Todos la conocian.

Entonces les dijo: "expresadlo con palabras " y todos guardaron silencio.

Hoy es un buen dia para darse cuenta de muchas cosas reales que hacen a la vida cotidiana y entre cosas que uno lee aprende:"Nada a cambiado excepto mi actitud...por eso todo ha cambiado..."


"HAY VECES QUE 
EL PESO DE LAS PALABRAS NO PUEDEN 
CONTRA LAS CONTUNDENCIAS DE LA REALIDAD" 




jueves, 27 de octubre de 2011

Desvelamiento



Un día preguntó el Maestro: En vuestra opinión, ¿cuál es la pregunta religiosa más importante?

A modo de respuesta, escuchó muchas preguntas:

¿Existe Dios?, ¿Quién es Dios?, ¿Cuál es el camino hacia Dios?,
¿Hay vida después de la muerte?

No; dijo el Maestro, la pregunta más importante es: ¿Quién soy yo?

Los discípulos se hicieron alguna idea de lo que el Maestro quería insinuar cuando, le oyeron hablar con un predicador.

Maestro: Así pues, según tú, cuando hayas muerto tu alma estará en el cielo, ¿no es así?

Predicador: Si, así es.

Maestro: ¿Y tu cuerpo estará en la tumba… ?

Predicador: Exactamente.

Maestro: ¿Y dónde, si me permites la pregunta, estarás tú?.


miércoles, 26 de octubre de 2011

Congruencia



Todas las preguntas que se suscitaron aquel día en la reunión pública estaban referidas a la vida más allá de la muerte. El Maestro se limitaba a sonreír sin dar una sola respuesta. Cuando, más tarde. Los discípulos le preguntaron por qué se había mostrado tan evasivo, él replico: ¿no habéis observado que los que no saben qué hacer con esta vida son precisamente los que más desean otra vida que dure eternamente?

Pero ¿hay vida después de la muerte o no la hay?, insistió un discípulo. ¿Hay vida antes de la muerte?

¡Esta es la cuestión!. Replico enigmáticamente el Maestro.


martes, 25 de octubre de 2011

Tres arboles


Erase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos soñando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo, "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo!" . 

El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino al océano y dijo, "Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí. Yo seré el barco más imponente del mundo!". 

El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba abajo de la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo, y dijo "Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca. Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantarán su mirada al cielo y pensarán en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo!".

Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles crecieron alto. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo, "Qué árbol tan hermoso es éste!", y con la arremetida de su hacha brillante el primer árbol cayó. "Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, deberé contener tesoros maravillosos!", dijo el primer árbol.

El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo, "Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí". Y con la arremetida de su hacha brillante, el segundo árbol cayó. "Ahora deberé navegar aguas temibles!", pensó el segundo árbol "Deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos" .

El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miró. El árbol se paró derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba y dijo, "Cualquier árbol es bueno para mí". Y con la arremetida de su hacha brillante el tercer árbol cayó.

El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquél árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de cortadora y llenado con alimento para animales de granja hambrientos.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso aquel árbol fuerte fue cortado y convertido a un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en el océano, ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago.

El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas fuertes y lo abandonó en un almacén de madera. "¿Qué estará pasando?", fue lo que se preguntó el árbol, "Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios. . . "

Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. -"Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebé", le dijo su esposo a la mujer, la madre sonrío mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo, -"Este pesebre es hermoso". Y de repente, el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo.

Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se llenó de temor, él sabía que no tenía la fuerza para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levantó, se paró, y alzando su mano dijo: -"Calma". La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y de repente el segundo árbol supo que él llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra.

Un viernes en la mañana el tercer árbol se extraño cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojdas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo por la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que EL AMOR DE DIOS HABIA CAMBIADO TODO. Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.


lunes, 24 de octubre de 2011

Ata a tu camello



Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo "tengo tan gran confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí afuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman".

"Pues sal fuera y ata tu camello estúpido!" le dijo el maestro. "Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo."


domingo, 23 de octubre de 2011

"Soy una falsa moneda"

Había un viejo sufi que se ganaba la vida vendiendo toda clase de baratijas. Parecía como si aquel hombre no tuviera entendimiento, porque la gente la pegaba muchas veces con monedas falsas que él aceptaba sin ninguna protesta, y otras veces afirmaban haberle pagado, cuando en realidad no lo habían hecho, y él aceptaba su palabra.

Cuando le llegó la hora de morir, alzó sus ojos al cielo y dijo: "¡Oh, Alá! He aceptado de la gente muchas moneda falsas, pero ni una vez he juzgado a ninguna de esas personas en mi corazón, sino que daba por supuesto que no sabían lo que hacían. Yo también soy una falsa moneda. No me juzgues, por favor."

Y se oyó una voz que decía: "¿Cómo es posible juzgar a alguien que no ha juzgado a los demás?"

Muchos pueden actuar amorosamente.

Pero es rara la persona que piensa amorosamente

Autor: Anthony de Mello

sábado, 22 de octubre de 2011

El naufragio



El único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre una pequeña e inhabitada isla, el estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara, y todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba.

Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabañita para protegerse, y proteger sus pocas posesiones.

Pero entonces un día, después de andar buscando comida, el regresó y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo.

Lo peor que había pasado, es que todas las cosas las había perdido.

El estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía

"¿Como pudiste hacerme esto?" Y se quedó dormido sobre la arena.

Temprano, en la mañana del siguiente día, el escuchó asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla.

Venían a rescatarlo, y sorprendido les preguntó, ¿Cómo sabían que estaba aquí?. Y sus rescatadores le contestaron: 


Vimos las señales de humo que nos hiciste.....


Es fácil enojarse cuando las cosas van mal, 
pero no debemos de perder el corazón, 
porque Dios esta trabajando en nuestras vidas, 
en medio de las penas y el sufrimiento.


viernes, 21 de octubre de 2011

Cuento cristiano



Una vez me encontré en el tren con un compañero de secundaria al que prácticamente no veía desde que habíamos terminado los estudios. Era uno de esos tipos a quien todos habíamos desahuciado: tenía un estilo de vida muy desenfrenado, no estudiaba nada, vivía peleándose...

El chico que vino a saludarme en el vagón era una persona totalmente distinta: estaba sonriente, sereno, como reconciliado consigo mismo (y también un poco más gordito). Me contó de su vida: estaba de novio, estudiando en la facultad, realmente feliz. Hablando con algunos amigos que habían mantenido contacto con él me enteré de que la experiencia del noviazgo le había dado a su vida un giro de 180 grados.

Me acordaba de él cuando uno de los profesores del seminario nos comentaba que lo único que nos libera de nuestro pecado, de nuestros afectos desordenados, es conocer un amor más grande que ellos. Este chico había hecho esa experiencia: conocer el amor de otra persona lo había liberado, le había dado una plenitud que ya no necesitaba buscar en otras cosas.

En la Pascua esta realidad de liberación se da en forma plena. La pasión de Jesús no es la satisfacción de la deuda a un Dios contador; es la prueba de que Dios nos ama hasta el fin. Es Dios que nos grita que su amor es en serio, que Él se entrega hasta las últimas consecuencias.

En su muerte, Jesús establece una alianza con nosotros, alianza que sella con su sangre. Y el Padre sella esta alianza con la Resurrección, confirmando la entrega de Jesús, diciendo de vuelta que él es su Hijo amado.

La Pascua no es simplemente la cancelación de una cuenta: es mucho más. Es un fuego arrollador que devasta todo nuestro pecado, que nos da la posibilidad de compartir la vida misma de Dios, de ser deificados. Conocer (en su sentido bíblico) el amor de la Trinidad, dejarnos amar por Dios, es la verdadera fuente de libertad, de plenitud, en una palabra: de vida.

Curiosamente, aceptar este amor resulta difícil. ¡Estamos poco acostumbrados a que alguien nos ame como somos, a ser abrazados con toda nuestra miseria y debilidad! Preferiríamos que se nos amara por nuestros logros, por lo que hacemos. Y nos da miedo abrirnos a la misericordia incondicional de Jesús, porque sabemos, consciente o inconscientemente, que recibir este amor nos cambiaría, nos convertiría ("volvería hacia") el rostro de Jesús. Y ya nunca seríamos los mismos. Ya no tendríamos "el control" sobre lo que hacemos y pensamos. Y eso suele asustar mucho, porque nos hace vulnerables.

Ese mismo miedo es el que se manifiesta en nuestras relaciones personales, cuando tenemos miedo de exponernos, de arriesgarnos a ser amados. Y entonces cerramos las puertas a todos, para que nadie entre. Así, nadie puede lastimarnos. Pero al mismo tiempo, ¡nadie puede amarnos!

Quizás por eso muchos maestros espirituales dicen que la principal dificultad con respecto a Dios es el abandono, la confianza. Creo que esto se da particularmente
en nuestra generación. Arrastramos tantas heridas que nos cuesta dar ese salto definitivo, ese desprendimiento último que nos permite ser amados. Estamos bombardeados por la hostilidad y el ruido.

Se nos plantean entonces estas dos opciones: cerrarnos tras una falsa postura de dureza, de cerrazón a todo lo que implican los sentimientos y la relación profunda con las demás personas (y por ende, con Dios); o caer en un intimismo que tampoco es un verdadero vínculo con los demás. Nos volvemos posesivos y mediocres: no nos animamos a salir de nosotros mismos.

Ninguna de estas dos opciones lleva al verdadero amor. La experiencia real de ser amados nos vuelve más conscientes de nuestra fragilidad y nos arriesga a ser heridos, es verdad. Pero a la vez es la que nos sostiene y nos envía a dar testimonio del amor.

Todo esto se da en grado máximo cuando lo llevamos a nuestro vínculo con Jesús. Si no nos exponemos, si no nos abrimos a su amor incondicional, podremos hacer muchas cosas, inclusive cosas grandiosas. Pero no habremos experimentado nunca la misericordia de Dios. No seremos verdaderos testigos de su amor.

Para esto hace falta reconocernos necesitados y pobres, tener sed del Dios viviente, como dice el salmo. Y una vez que nos presentamos a Dios con lo que somos; sin justificarnos, sin explicarnos, como si Dios necesitase razones para mostrarse misericordioso, entonces somos abrazados por su amor.

Recorrer este camino puede parecer muy complicado. La realidad implica solamente dos cosas: sinceridad con uno mismo y paciencia. Y buscar a Dios con insistencia. Especialmente me parece una gran ayuda meditar sobre el misterio pascual de Jesús. Con lentitud iremos descubriendo como en la Pascua de Jesús está la manifestación culminante del amor de Dios. Total gratuidad, total entrega sin un anticipo previo de nuestro amor. Esta Pascua que se repite todos los días en la vida de tanta gente, y sobre todo en la Eucaristía.

Termino y me doy cuenta de que estos son nada más que balbuceos. Pero quizás

estas incoherencias les sirvan para su propio camino, y el Espíritu pueda atar algún cabo suelto en el corazón.

Que el Señor nos dé la gracia de experimentar su amor, para que podamos dar testimonio de su misericordia infinita ante nuestros hermanos.


jueves, 20 de octubre de 2011

La rosa y el sapo



Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Se sentía de una maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca.

Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.

Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.

Le dijo entonces: -Vaya te ves muy mal. ¿ Que te pasó?

La rosa contestó: - Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.

El sapo solo contestó: -Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso seras siempre la más bella del jardín.

Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos

" sirven" para nada.....

Dios no hace a nadie para que este sobrando en este mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.


miércoles, 19 de octubre de 2011

DIARIO DE UN BEBE NO NACIDO



Octubre-5: Hoy mi vida comienza, mis padres no lo saben todavía. Soy del tamaño del polen de una flor, pero ya soy alguien. Yo seré una niña, tendré pelo negro, y ojos azules. Casi todo ha sido arreglado. Ya sé, me gustarán las flores.

Octubre-19: He crecido un poquito, pero todavía estoy pequeña para hacer cualquier cosa por mí misma. Mi mamá hace casi todo por mí, aunque no sabe que me está cargando debajo de su corazón, ¿pero será verdad que todavía no soy una persona real?, que unicamente mi mama es la que existe. YO SOY UNA PERSONA REAL, así como una migaja de pan, sigue siendo pan, mi mamá es, y yo soy.

Octubre-23: Mi boca está comenzando abrirse, sólo pienso en un año más o menos estaré riéndome y después comenzaré a hablar. Mi primera palabra será mamá.

Octubre-24: Hoy mi corazón comenzó a palpitar, estará palpitando suavemente por el resto de mi vida, nunca parándose. Después de muchos años, se cansará, parará y entonces moriré.

Noviembre-2: Hola mami, me acabo de despertar, ¿que tal estas?, siento un fuerte golpe pero no sé que es lo que pasa; ¿qué ocurre mamá?, me parece oírte llorar, ¿estás llorando por mí? Sí creo que estas llorando por mí, porque papá esta refunfuñando y dice que tú tienes la culpa.

Noviembre-8: Mamá, pronto voy a saber como eres, los detalles no importan, lo importante es que estés junto a mí.

Noviembre-13: Mamá te oigo hablar por teléfono, ¿es el doctor?, ya estás más tranquila, es algo de abortar que no sé lo que es, ¿estás llorando?.

Noviembre-15: Vuelves a hablar de nuevo con el doctor, te dice que el sábado será el aborto, ¿que es un aborto mama?, sólo faltan tres días, siento que me acaricias, te quiero tanto mamá, tengo tantos deseos de conocerte, de besarte y darte las gracias por todo lo que has hecho por mí. He escuchado las palabras y comprendo el motivo de tu angustia, ¿por qué no voy a nacer? ¿no voy a poder verte? ¿nunca podré besarte?.

Noviembre-17: No llores mas mamá, no te guardo rencor, quizás sera mejor para ti y para él, yo al fin y al cabo no podré decir nada, paro, me hubiera gustado tanto haber nacido y conocer el mundo, pronto dejaré de existir.

Noviembre-18: Siento que vamos a la consulta y que tu corazón late más de prisa, ¿te has dormido mama?, me falta el aire, siento que una mano me separa de ti, adiós mamá, sé que en el futuro tendrás otro niño, y él sí tendrá la oportunidad de vivir junto a ti, pero nunca olvides a quien pudo haber sido tu primer hijo.

ADIOS MAMA, ADIOS DE QUIEN TE QUIERE MUCHO.........

FIRMADO:

Un hijo que nunca llegó a nacer.

martes, 18 de octubre de 2011

Harina del propio costal



Cuentan que un sabio explicaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre la entendían. 

"Maestro", le dijo uno de ellos una tarde. "Tú nos cuentas los cuentos, pero no nos explicas su significado". 

"Pido perdón por eso", se disculpó el maestro. "Permíteme que para enmendar mi error te invite a comer un rico melocotón". 

"Gracias maestro", respondió el alumno. 

"Quisiera, para agasajarte, pelarte el melocotón yo mismo. ¿Me permites?" 

"Sí. ¡Muchas gracias!". 

"¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?", le preguntó seguidamente el sabio. 

"Me encantaría, pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro". 

"No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte. Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo". 

Y el alumno, con cara de asco, gritó nervioso: "¡No, maestro! ¡No me gustaría que hicieras eso!". 

El sabio hizo una pausa y concluyó: "Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros de comer una fruta masticada".


lunes, 17 de octubre de 2011

Huellas






Una noche en sueños vi

que con Jesús caminaba

junto a la orilla del mar

bajo una luna plateada.

 

Soñé que veía en los cielos

mi vida representada

en una seria de escenas

que en silencio contemplaba.

 

Dos pares de firmes huellas

en la arena iban quedando

mientras con Jesús andaba

como amigos conversando.

 

Miraba atento esas  huellas

reflejadas en el cielo

pero algo extraño observé

y sentí gran desconsuelo.

 

Observé que algunas veces

al reparar en las huellas

en vez de ver los dos pares,

veía sólo un par de ellas.

 

Y observaba también yo

que aquel sólo par de huellas

se advertía mayormente

en mis noches sin estrellas.

 

En las horas de mi vida

llenas de angustia y tristeza

cuando el alma necesita

más consuelo y fortaleza.

 

Pregunte triste a Jesús:

“¡Señor, Tú no has prometido

que en mis horas de aflicción

siempre andarías conmigo…?

 

Pero noto con tristeza

que en medio de mis querellas

cuando más siento el sufrir

veo sólo un par de huellas.

 

¿Dónde están las otras dos

que indican Tu compañía

cuando la tormenta azota

sin piedad la vida mía?

 

Y, Jesús me contestó:

con ternura y comprensión;


"Escucha bien, hijo mío,

comprendo tu confusión.




Siempre te amé y te amaré,
y en tus horas de dolor
siempre a tu lado estaré
para mostrarte Mi Amor.

Mas si ves solo dos huellas 
en la arena al caminar,
y no ves las otras dos
que se debieran notar,
es que en tu hora afligida,
cuando flaquean tus pasos,
no hay huellas de tus pisadas
porque te llevo en Mis brazos".


domingo, 16 de octubre de 2011

Si cambió algo



Un amigo nuestro iba caminando al atardecer por una playa desértica.

Mientras caminaba, divisó a otro hombre a lo lejos. Al acercarse, notó que el lugareño se agachaba constantemente, recogía algo y lo arrojaba al agua.

Una y otra vez lanzaba cosas al océano.

Cuando nuestro amigo se acercó más todavía, vió que el hombre recogía estrellas de mar que se habían clavado en la playa y una por vez, las iba devolviendo al agua.

Nuestro amigo se sintió confundido. Se acercó y dijo: -Buenas noches, amigo.
Me pregunto qué está haciendo.

-Devuelvo estas estrellas de mar al océano. Ve, en este momento, la marea está baja y todas estas estrellas quedaron en la costa. Si no las echo nuevamente al mar, se mueren aquí por falta de oxígeno.

-Ya entiendo- respondió mi amigo -pero ha de haber miles de estrellas de mar en esta playa.

Es imposible agarrarlas a todas. Son demasiadas. Además, seguramente esto pasa en cientos de playas a lo largo de toda la costa. No se da cuenta que no cambia nada.

El lugareño sonrió, se agachó, levantó otra estrella de mar para arrojarla de nuevo al mar y respondió: - ¡Para ésta, sí cambió algo!


sábado, 15 de octubre de 2011

Según el perro




Se dice que en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.

Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentro en el cuarto y para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él les observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco, y los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él.

Cuando salió del cuarto se quedo pensando para si mismo:

- ¡Que lugar tan agradable!. ¡Voy a venir mas seguido a visitarlo!.

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero, a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir, y obviamente vio como los 1000 perritos le ladraron también a él.

Cuando este perrito salió del cuarto pensó:

- ¡Que lugar tan horrible es este!. ¡Nunca mas volveré a entrar allí!.

En la fachada de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:

"La casa de los 1000 espejos"...



viernes, 14 de octubre de 2011

Suéltate



Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció.

La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida.

Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: 

AYÚDAME DIOS MIO¡¡¡

De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

-¿QUE QUIERES QUE HAGA?

- Sálvame Dios mío

- ¿REALMENTE CREES QUE YO TE PUEDA SALVAR?

- Por supuesto Señor

- ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE...

Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda.

Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda... A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO...

¿Y tú que tan aferrado estas a tu cuerda? ¿Te soltarías?


jueves, 13 de octubre de 2011

La canción del hermano



Como cualquier buena mamá, cuando Karen supo que estaba esperando un beée, hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Michael de tres años para prepararse para una nueva etapa en su vida.

Supieron que el nuevo bebé iba a ser una niña, y día y noche, Michael le cantaba a su hermanita en el vientre de su madre.

El estaba encariñándose con su hermanita aún antes de que la conociera. El embarazo de Karen progresó normalmente.

A tiempo empezó su labor de parto, pronto los dolores eran cada cinco, cada tres y finalmente cada minuto. Pero una complicación se presento de repente y Karen tuvo horas de labor de parto.

Requeriría una cesárea? Finalmente, después de muchas horas de lucha, la hermanita de Michael nació, pero en muy malas condiciones.

La llevaron inmediatamente en una ambulancia a la Unidad de Cuidados Intensivos, sección neonatal del Hospital de la ciudad.

Los días pasaron y la niña empeoraba. Los pediatras tuvieron que decirle finalmente a los padres las terribles palabras "Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor".
Karen y su esposo contactaron con el cementerio local para apartar un lugar para su hijita. Ellos habían creado un cuarto nuevo para su hija y ahora se encontraban haciendo arreglos para un funeral.

Sin embargo, Michael, les rogaba a sus padres que la dejaran ver a su hermanita.
" Quiero cantarle", decía una y otra vez.

Estuvieron dos semanas en Terapia Intensiva y parecía que el funeral vendría antes de que acabara la semana. Michael siguió insistiendo que quería cantarle a su hermanita, pero le explicaban que no se permitía la entrada de niños a Terapia Intensiva.

De pronto Karen se decidió, llevaría a Michael a ver a su hermanita, ¡la dejaran o no!
Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería viva nunca.

Ella le puso una bata inmensa y lo llevo a Terapia Intensiva, Michael parecía una enorme canasta de ropa sucia. Pero la jefa de enfermeras se dio cuenta de que era un niño y se enfureció. !Saquen a ese niño de aquí ahora mismo! !No se admiten niños aquí!" El carácter fuerte de Karen afloró y, olvidándose de sus lindos modales de dama, que siempre la habían caracterizado, miró con ojos de acero a la enfermera, sus labios eran una sola línea y con firmeza dijo:

El no se va hasta que le cante a su hermanita" y levanto a Michael y lo llevo a la cama de su hermanita. El miró a la pequeñita, perdiendo la batalla por conservar la vida. Después de un momento empezó a cantar con la voz que le salía del corazón de un niño de tres años.

Michael le canto:

" Eres mi luz del sol, mi única luz, tu me haces feliz cuando el cielo es gris...."

Instantáneamente, la bebé pareció responder al estímulo de la voz de Michael, su pulso se empezó a volver normal. - "Sigue cantando, Michael," le pedía desesperadamente su mamá con lágrimas en los ojos.

Y el niño seguía: "Tu no sabrás nunca, querida, cuanto te amo, por favor no te lleves mi luz del sol..." Al tiempo que Michael cantaba a su hermana, la bebé se movía y su respiración se volvía tan suave como la de un gatito cuando lo acarician. "

Sigue cantando cariño" le decía su mamá y el continuaba haciéndolo como cuando todavía su hermanita estaba en el vientre de su madre.

La otra noche, querida, cuando dormía, soñé que te abrazaba en mis brazos...

" seguía cantando el niño; la hermanita de Michael empezó a relajarse y a dormir con un sueno reparador que parecía que la mejoraba por segundos.

-" Sigue cantando Michalel" Ahora era la voz de la enfermera gruñona que con lágrimas en los ojos no dejaba de pedirle al niño que continuara. " Tu eres mi luz del sol, mi única luz del sol, por favor no te lleves mi sol" 

Al día siguiente... el mismísimo día siguiente... la niña estaba en perfectas condiciones para irse a casa.

Los periódicos lo llamaron "El Milagro de la canción del Hermano"
Los doctores le llamaron simplemente un milagro.
Karen le llamo "El Milagro del amor de Dios"

miércoles, 12 de octubre de 2011

Kilómetro extra




"Una noche tormentosa hace los muchos años, un hombre mayor y su esposa entraron a la antecámara de un pequeño hotel en Filadelfia.

Intentando conseguir resguardo de la copiosa lluvia la pareja se aproxima al mostrador y pregunta:

- ¿Puede darnos un cuarto?

El empleado, un hombre atento con una cálida sonrisa les dijo:

- Hay tres convenciones simultáneas en Filadelfia... Todos los cuartos, el de nuestro hotel y los otros están tomadas.

El matrimonio se angustió pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo horroroso fuesen a conseguir dónde pasar las noche.

Pero el empleado les dijo:

- Miren...no puedo enviarlos afuera con esta lluvia, si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propio cuarto...yo me arreglaré en un sillón de la oficina.

El matrimonio lo rechazó, pero el empleado insistió de buena gana y finalmente terminaron ocupando su cuarto.

A la mañana siguiente, al pagar la factura el hombre pidió hablar con él y le dijo:

- Usted es el tipo de Gerente que yo tendría en mi propio hotel... quizás algún día construya un hotel para devolverle el favor que nos ha hecho.

El conserje tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.

Pasaron dos años y el conserje recibe una carta del hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un pasaje ida y vuelta a New York con el pedido expreso de que los visitase.


Con cierta curiosidad el conserje no desaprovechó esta oportunidad de visitar gratis New York y concurrió a la cita.

En esta ocasión el hombre mayor lo llevó a la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34 y señaló con el dedo un impo
nente edificio de piedra rojiza y le dijo: 


- ¡¡Este es el Hotel que he construido para usted!!

El conserje miró anonadado y atinó a balbucear:

- ¿Usted me está haciendo una broma, verdad ?

- Puedo asegurarle que no...-le contestó con una sonrisa cómplice el hombre mayor.

Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente de nombre George C. Boldt (tal el nombre del concerje en la noche lluviosa).

Obviamente George C. Boldt nunca soñó que su vida estaba cambiando para siempre cuando hizo "su kilómetro extra" para atender al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa.

No tenemos muchos "Waldorf Astor" en el mundo, pero un jefe satisfecho o un cliente sorprendido pueden equivaler a nuestro Waldorf-Astoria personal.



martes, 11 de octubre de 2011

Última carta de Benedetti



Si por un momento Dios se olvidará de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más. Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate! 

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, una canción de Serrat sería la serenata. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío si yo tuviera un trozo de vida... no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero que la quiero. Convencería a cada hombre o mujer de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... he aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy es última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que ésta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos momentos que te veo, diría TE QUIERO y no asumiría tontamente que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesites, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles lo siento, perdóname, por favor, gracias y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuánto te importan.


lunes, 10 de octubre de 2011

La ciudad bendita





Era yo muy joven cuando me dijeron que en cierta ciudad todos sus habitantes vivían con apego a las Escrituras.


Y me dije: "Buscaré esa ciudad y la santidad que en ella se encuentra".

Y aquella ciudad quedaba muy lejos de mi patria.

Reuní gran cantidad de provisiones para el viaje, y emprendí el camino. Tras cuarenta días de andar divisé a lo lejos la ciudad, y al día siguiente entré en ella. Pero, ¡oh sorpresa! vi que todos los habitantes de esa ciudad sólo tenían un ojo y una mano.

Me asombró mucho aquello, y me dije:

"¿Por qué tendrán los habitantes de esta santa ciudad sólo un ojo, y sólo una mano?"

Luego, vi que también ellos se asombraban, pues les maravillaba que yo tuviera dos manos y dos ojos.

Y como hablaban entre sí y comentaban mi aspecto, les pregunté:

-¿Es esta la Ciudad Bendita, en la que todos viven con apego a las Escrituras?

-Sí, esta es la Ciudad, Bendita -me contestaron.

Y añadí-; ¿Qué desgracia os ha ocurrido, y qué sucedió a vuestros ojos derechos y a vuestras manos derechas?



Toda la gente parecía conmovida.

-Ven; y observa por ti mismo -me dijeron.

Me llevaron al templo, que estaba en el corazón de la ciudad. Y en el templo vi una gran cantidad de manos y ojos, todos secos.

-¡Dios mío! -pregunté-, ¿qué inhumano conquistador ha cometido esta crueldad con vosotros?

Y hubo un murmullo entre los habitantes. Uno de los más ancianos dio un paso al frente, y me dijo:

-Esto lo hicimos nosotros mismos:

Dios nos ha convertido en conquistadores del mal que había en nosotros. Y me condujo hasta un altar enorme; todos nos siguieron. Y aquel anciano me mostró una inscripción grabada encima del altar.

Leí: "Si tu ojo derecho peca, arráncalo y apártalo de ti; porque es preferible que uno de tus miembros perezca, a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha peca, córtatela y apártala de ti, porque es preferible que uno de tus miembros perezca, a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno".

Entonces comprendí:

Y me volví hacia el pueblo congregado, y grité:

"¿No hay entre vosotros ningún hombre, ninguna mujer con dos ojos y dos manos?"

Me contestaron:

"No; nadie; sólo quienes son aún demasiado jóvenes para leer las Escrituras y comprender su mandamiento".



Y al salir del templo inmediatamente abandoné aquella Ciudad Bendita, pues no era yo demasiado joven, y sí sabía leer las Escrituras.