martes, 29 de enero de 2013

El arquero



En plaza principal del pueblo se había formado una gran multitud para admirar la habilidad de un famoso arquero. A lo largo de su demostración ejecutaba varios números que testimoniaban su habilidad. Por ejemplo, era capaz de tirar varias flechas seguidas al mismo tiempo que mantenía una copa llena de agua en equilibrio sobre su antebrazo.

Cada proeza era aplaudida por la multitud entusiasta. Pero el arquero se sintió muy turbado al constatar que en la primera fila había un hombre que no manifestaba la menor admiración desde el comienzo de la demostración. Le preguntó la razón. Un murmullo recorrió la multitud ya que el hombre en cuestión era visiblemente adepto a la tradición zen y por lo tanto un poderoso mago en la imaginación popular. ¿Qué jugada iba a hacerles esta vez?.

El maestro le contesto diciendo:

-Su tiro con arco no está nada mal, técnicamente.... pero usted está lejos de practicar el tiro sin tirar.

El arquero se dijo a sí mismo que éstas eran desde luego palabras de un maestro: herméticas y oscuras. Una manera como cualquier otra de hacerse el interesante. Pero al menos se arriesgó a pedirle una explicación:

-¿Dónde quiere usted llegar con esa historia del tiro sin tirar?

-Si estuviéramos en equilibrio sobre una roca colgada de un precipicio a más de cien metros ¿sería usted capaz de tirar tan bien?

El arquero aceptó el desafío. Siguió al maestro a la montaña. Éste escaló una roca y avanzó hasta el borde de un abismo que tenía más de cien metros de profundidad. Se volvió, y de espaldas al abismo retrocedió hasta que dos tercios de sus pies sobresalieron de la roca y estuvieron sobre el vacío.

Agarrando a continuación la mano del famoso arquero, lo atrajo hacia él. El otro no se dejó.Resistió con todas sus fuerzas y presa del pánico terminó por tirarse a todo lo largo sobre el suelo con el fin de aferrarse mejor a la roca. Nos se atrevía a moverse, inundado de sudor de la cabeza a los pies. después de haberle dejado un poco de tiempo para que se repusiera de sus emociones, el maestro declaró:

-El hombre realizado se lanza a la inmensidad azul del Cielo o se sumerge en los torbellinos de las fuentes amarillas, e incluso se aventura más allá de los ocho límites de Mundo sin manifestar el menor signo de inquietud. Pero usted, aunque está firmemente aferrado a esta roca, tiembla y su cuerpo se encuentra paralizado. ¿Cómo espera usted pues alcanzar el blanco en estas condiciones?


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