Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo: -
Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno.
Y el caballo, suspirando dijo: -
¡Qué mala suerte tengo! - ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Lo que das, te lo das …
lo que no das, te lo quitas
Fuente: fábula de Esopo, escritor de la antigua Grecia
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