lunes, 6 de junio de 2011

El libro de los abrazos






Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.


A la vuelta dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.


-El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.


Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.


No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes, fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

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