sábado, 4 de junio de 2011

Pureza de corazón






Se trataba de dos ermitaños que vivian en un islote cada uno de ellos. El ermitaño joven se había hecho muy celebre y gozaba de gran reputación, en tanto que el anciano era un desconocido. 

Un dia, el anciano tomo una barca y se desplazo hasta el islote del afamado ermitaño. Le rindió honores y le pidió instrucción espiritual. El joven le entrego un mantra y le facilito las instrucciones necesarias para la repetición del mismo. Agradecido el anciano volvio a tomar la barca para dirigirse a su islote, mientras su compañero de busqueda se sentia muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente.


El anciano se sentia muy feliz con el mantra. Era una persona sencilla y de corazon puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, queria hacer alguna practica metódica.


Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regreso. Estaba compungido, y dijo:


-Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas del mantra. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicarmelo otra vez?.


El joven miro al anciano con condescendencia y le repitio el mantra. Lleno de orgullo, se dijo interiormente: Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Realidad si ni siquiera es capaz de retener un mantra.


Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partia hacia su islote caminando sobre las aguas.
 


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