lunes, 30 de abril de 2012

LOS SUEÑOS DEL REY



Había un monarca en un floreciente y próspero reino del norte de la India. Era rico y poderoso. Su padre le había enseñado a ser magnánimo y generoso, y, antes de fallecer, le había dicho: 

--Hijo, cualquiera puede, por destino o por azar, tener mucho, pero lo importante no es tenerlo, sino saberlo dar y compartir. No hay peor cualidad que la avaricia. Sé siempre generoso. Tienes mucho, así que da mucho a los otros. 

Durante algunos años, tras la muerte de su padre, el rey se mostró generoso y espléndido. Pero a partir de un día, poco a poco, se fue tornando avaro y no sólo empezó a no compartir nada con los otros, sino que comenzó incluso a negarse hasta las necesidades básicas a sí mismo. Realmente se comportaba como un pordiosero. Su asistente personal, que también lo había sido de su padre, estaba tan preocupado que hizo llamar a un maestro que vivía en una cueva en las altas montañas del Himalaya. 

--Es increíble -se lamentó el asistente ante el maestro. Es uno de los reyes más ricos y se comporta como un pordiosero. Te estaríamos todos muy agradecidos si pudieras descubrir la razón. 

El asistente le pidió al rey que recibiera al maestro. El monarca convino: 

--De acuerdo, siempre que no vaya a solicitarme nada, ¡porque soy tan pobre! 

El maestro y el monarca se encerraron en una de las cámaras del palacio. El rey iba vestido con harapos, sucio y maloliente, en contraste con el palacio esplendoroso en el que habitaba. 

Incluso iba descalzo y ni siquiera lucía ningún adorno real. 

--Estoy arruinado -se quejó el rey. 

--Pero, señor, eres rico y poderoso -replicó el maestro. 

--No me vengas con zarandajas -dijo el monarca-. Nada puedes sacarme, porque nada tengo. Incluso cuando estos harapos se terminen de arruinar, ¿con qué cubriré mi cuerpo? 

Y el rey se puso a llorar sin poder impedirlo. 

Entonces el maestro entornó los ojos, concentró su mente y, como un punto de luz, se coló en el cerebro del monarca. Allí vio el sueño que tenía el rey noche tras noche: soñaba que era un mendigo, el más misérrimo de los mendigos. Y, de ese modo, aunque era un rey rico y poderoso, se comportaba como un pordiosero. Logró en días sucesivos enseñar al rey a que dominara sus pensamientos y cambiara la actitud de su mente. El monarca volvió a ser generoso, pero no consiguió que el maestro aceptara ningún obsequio. 

Tal es el poder del pensamiento. 
Así como piensas, así eres. 
Conquista el pensamiento, 
y te habrás conquistado a ti mismo.


domingo, 29 de abril de 2012




Durante muchos años el Buda se dedicó a recorrer ciudades, pueblos y aldeas impartiendo la Enseñanza, siempre con infinita compasión. Pero en todas partes hay gente aviesa y desaprensiva. Así, a veces surgían personas que se encaraban al maestro y le insultaban acremente. 

El Buda jamás perdía la sonrisa y mantenía una calma imperturbable. Hasta tal punto conservaba la quietud y la expresión del rostro apacible, que un día los discípulos, extrañados, le preguntaron: 

--Señor, ¿cómo puedes mantenerte tan sereno ante los insultos? 

Y el Buda repuso: 

--Ellos me insultan, ciertamente, pero yo no recojo el insulto. 


Insultos o halagos, 
que te dejen tan imperturbable 
como la brisa de aire al abeto.


sábado, 28 de abril de 2012



Las lluvias monzónicas habían llegado a la India. Era un día oscuro y llovía torrencialmente. Un discípulo corría para protegerse de la lluvia cuando lo vio su maestro y le increpó: 

--Pero, ¿cómo te atreves a huir de la generosidad del Divino?, ¿por qué osas refugiarte del líquido celestial? Eres un aspirante espiritual y como tal deberías tener muy en cuenta que la lluvia es un precioso obsequio para toda la humanidad. 

El discípulo no pudo por menos que sentirse profundamente avergonzado. 

Comenzó a caminar muy lentamente, calándose hasta los huesos, hasta que al final llegó a su casa. Por culpa de la lluvia cogió un persistente resfriado. 

Transcurrieron los días. Una mañana estaba el discípulo sentado en el porche de su casa leyendo las escrituras. Levantó un momento los ojos y vio a su gurú corriendo tanto como sus piernas se lo permitían, a fin de llegar a algún lugar que lo protegiera de la lluvia. 

--Maestro -le dijo-, ¿por qué huyes de las bendiciones divinas? ¿No eres tú ahora el que desprecias el obsequio divino? ¿Acaso no estás huyendo del agua celestial? 

Y el gurú repuso: 

--¡Oh, ignorante e insensato! ¿No tienes ojos para ver que lo que no quiero es profanarla con los pies? 



Los que no ejemplifican 
sus palabras 
con sus actos 
siempre encuentran 
una manera de justificarse. 

viernes, 27 de abril de 2012

MEDICINA PARA CURAR EL ÉXTASIS




La encarnación divina de Gauranga había entrado en un éxtasis muy profundo. Ausente de todo, perdió el equilibrio y cayó al mar. Unos pescadores lo sacaron con sus redes y, al involucrarse con la encarnación divina, también ellos entraron en éxtasis. Sintiéndose muy felices, ebrios de gozo espiritual, dejaron su trabajo y comenzaron a ir de un lado para otro sin dejar de recitar el nombre de Dios. Los parientes, cuando comprobaron que pasaban las horas y no salían de su trance místico, empezaron a preocuparse. Trataron entonces de sacarles del éxtasis, pero fracasaron en sus intentos. El tiempo transcurría y todos ellos seguían conectados con la Conciencia Cósmica, ausentes de la realidad cotidiana. Impotentes y alarmados, los parientes pidieron consejo al mismo Gauranga, quien les aconsejó: 

--Id a casa de un sacerdote, coged un poco de arroz, ponedlo en la boca de los pescadores y os aseguro que se curarán de su éxtasis. 

Los parientes cogieron el arroz de casa de un sacerdote y lo pusieron en la boca de los pescadores. En el acto, el arroz del sacerdote se encargó de sacarlos del éxtasis y volvieron todos a su estado ordinario de consciencia. 



Muchos sacerdotes 

sólo son profesionales de la religión, 

sin corazón puro ni conducta impecable.




jueves, 26 de abril de 2012

Un santuario muy especial




El padre de Nasrudín era el cuidador de un santuario muy célebre y visitado por una extraordinaria cantidad de fieles. Acudían a él toda suerte de devotos para rendir culto. Se había hecho muy famoso. A lo largo de los años, tanto había escuchado Nasrudín hablar sobre las verdades espirituales, que él mismo se propuso viajar y adquirir así un conocimiento directo sobre las mismas. Se despidió de su padre, quien, como regalo de despedida, le obsequió con un burro. 

Satisfecho, Nasrudín emprendió su viaje en busca de realidades supremas. Nasrudín viajó incansablemente, siempre contando con la fidelidad de su pollino. Pero cierto día, el burro, que ya no era joven, se desplomó y murió. Su cansado corazón le había fallado. Nasrudín se sentó al lado de su amado burro muerto y comenzó a gemir dolorosamente. Los transeúntes se apiadaban de él y le hacían compañía por un rato. Algunos empezaron a poner ramas y hojas sobre el cadáver del burro, que, poco a poco, fue de esta manera ocultado. Otros echaron piedras y barro sobre las ramas y, así, después de un tiempo, se había formado un santuario sobre el burro muerto. 

Nasrudín seguía entristecido, y día tras día continuaba haciendo compañía al burro. Los peregrinos que acertaban a pasar por aquel lugar, al ver a un hombre sentado junto a un santuario, pensaron que debía tratarse del santuario de un gran maestro espiritual, por lo que también muchos de ellos pasaban una temporada junto al santuario. Ofrendaban frutas y dejaban buenas sumas de dinero. 

La noticia se iba propagando y empezaron a peregrinar al santuario fieles de las aldeas y pueblos de alrededor. Ya se aseguraba que era el santuario de un gran iluminado. Tanto dinero aportaron los fieles que, finalmente, Nasrudín hizo construir una enorme mezquita junto al santuario, visitada por millares de devotos de todas las latitudes. Acudían peregrinos, fieles e incluso maestros espirituales. Nasrudín se hizo rico y célebre. Tanto creció la fama de su santuario que las noticias llegaron a oídos de su padre. Éste tomó la decisión de visitar a su hijo. Se encontraron después de años, y ambos sintieron una profunda alegría. 

--Hijo mío -dijo el padre de Nasrudín-, no sabes hasta qué punto eres famoso. Tu santuario ha cobrado tanta celebridad que se oye hablar de él hasta en los confines del país. Pero, hijo, dime algo que quiero saber desde hace tiempo: ¿Qué gran iluminado yace en este santuario para que atraiga tantos devotos? 

--¡Oh, padre! -exclamó Nasrudín-.Lo que voy a contarte es increíble. No puedes ni siquiera imaginártelo, padre mío. ¿Recuerdas el burro que me regalaste? Pues aquí está enterrado aquel pobre animal. 

Entonces el padre de Nasrudín comentó: 

--Hijo mío, ¡qué raros son los designios del destino! ¿Sabes una cosa? Ése fue también mi caso. El santuario que yo custodio es también el de un burro que a mí se me murió. 


Si eres víctima de la superstición 
y sigues el culto a ciegas, 
eres más ignorante 
que el burro del santuario.


miércoles, 25 de abril de 2012

EL CONTRABANDISTA



Todos sabían que era indiscutiblemente un contrabandista. Era incluso célebre por ello. Pero nadie había logrado jamás descubrirlo y mucho menos demostrarlo. Con frecuencia, cruzaba de la India a Pakistán a lomos de su burro, y los guardias, aun sospechando que contrabandeaba, no lograban obtener ninguna prueba de ello. 

Transcurrieron los años y el contrabandista, ya entrado en edad, se retiró a vivir apaciblemente a un pueblo de la India. Un día, uno de los guardias que acertó a pasar por allí se lo encontró y le dijo: 

--Yo he dejado de ser guardia y tú de ser contrabandista. Quiero pedirte un favor. Dime ahora, amigo, qué contrabandeabas. 

Y el hombre repuso: 

--Burros. 

Así el ser humano, 
en tanto no ha purificado su discernimiento, 
no logra ver la realidad.


martes, 24 de abril de 2012

Cuestión de actitud




Era un joven que había decidido seguir la vía de la evolución interior. Acudió a un maestro y le preguntó: 

--Guruji, ¿qué instrucción debo seguir para hallar la verdad, para alcanzar la más alta sabiduría? 

El maestro le dijo: 

--He aquí, jovencito, todo lo que yo puedo decirte: todo es el Ser, la Conciencia Pura. De la misma manera que el agua se convierte en hielo, el Ser adopta todas las formas del universo. No hay nada excepto el Ser. 

Tú eres el Ser. Reconoce que eres el Ser y habrás alcanzado la verdad, la más alta sabiduría. 

El aspirante no se sintió satisfecho. Dijo: 

--¿Eso es todo? ¿No puedes decirme algo más? 

--Tal es toda mi enseñanza -aseveró el maestro-. No puedo brindarte otra instrucción. 

El joven se sentía muy decepcionado, pues esperaba que el maestro le hubiese facilitado una instrucción secreta y algunas técnicas muy especiales, incluso un misterioso mantra. 

Pero como realmente era un buscador genuino, aunque todavía muy ignorante, se dirigió a otro maestro y le pidió instrucción mística. Este segundo maestro dijo: 

--No dudaré en proporcionártela, pero antes debes servirme durante doce años. Tendrás que trabajar muy duramente en mi ashram (comunidad espiritual). Por cierto, hay un trabajo ahora disponible. Se trata de recoger estiércol de búfalo. 

Durante doce años, el joven trabajó en tan ingrata tarea. Por fin llegó el día en que se había cumplido el tiempo establecido por el maestro. 

Habían pasado doce años; doce años recogiendo estiércol de búfalo. Se dirigió al maestro y le dijo: 

--Maestro, ya no soy tan joven como era. El tiempo ha transcurrido. Han pasado una docena de años. Por favor, entrégame ahora la instrucción. 

El maestro sonrió. Parsimoniosa y amorosamente, colocó una de sus manos sobre el hombro del paciente discípulo, que despedía un rancio olor a estiércol. Declaró: 

--Toma buena nota. Mi enseñanza es que todo es el Ser. Es el Ser el que se manifiesta en todas las formas del universo. Tú eres el Ser. 

Espiritualmente maduro, al punto el discípulo comprendió la enseñanza y obtuvo iluminación. Pero cuando pasaron unos momentos y reaccionó, dijo: 

--Me desconcierta, maestro, que tú me hayas dado la misma enseñanza que otro maestro que conocí hace doce años. ¿Por qué habrá sido? 

--Simplemente, porque la verdad no cambia en doce años, tu actitud ante ella, sí. 


Cuando estás espiritualmente preparado, 
hasta contemplar una hoja 
que se desprende del árbol 
puede abrirte a la verdad.


lunes, 23 de abril de 2012

El loro que pide la libertad




Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira. 

Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente: 

--¡Libertad, libertad, libertad! 

No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”. 

Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “!Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón. 

?Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!” 

Como este loro, 
son muchos los seres humanos 
que dicen querer madurar 
y hallar la libertad interior, 
pero que se han acostumbrado 
a su jaula interna 
y no quieren abandonarla. 


domingo, 22 de abril de 2012

Si hubiera tenido un poco más de tiempo




Con algunos ahorros, un hombre de un pueblo de la India compró un burro joven. La persona que se lo vendió le previno de la cantidad de comida que tenía que procurarle todos los días. 

Pero el nuevo propietario pensó que tal cantidad era excesiva y comenzó a restar comida día a día al pollino. 

Hasta tal punto disminuyó la ración de alimento al asno que, un día, el pobre animal amaneció muerto. Entonces el hombre comenzó a gimotear y a lamentarse así: 

--¡Qué desgracia! ¡Vaya fatalidad! Si me hubiera dado un poco más de tiempo antes de morirse, yo hubiera logrado que se acostumbrase a no comer nada en absoluto. 



Como este hombre son algunos negligentes 

y “avaros” buscadores espirituales: 

quieren conquistar la Sabiduría 

sin ningún ejercitamiento espiritual. 






sábado, 21 de abril de 2012

EL FALSO MAESTRO



Era un renombrado maestro; uno de esos maestros que corren tras la fama y gustan de acumular más y más discípulos. En una descomunal carpa, reunió a varios cientos de discípulos y seguidores. Se irguió sobre sí mismo, impostó la voz y dijo: 

--Amados míos, escuchad la voz del que sabe. 

Se hizo un gran silencio. Hubiera podido escucharse el vuelo precipitado de un mosquito. 

--Nunca debéis relacionaros con la mujer de otro; nunca. Tampoco debéis jamás beber alcohol, ni alimentaros con carne. 

Uno de los asistentes se atrevió a preguntar: 

--El otro día, ¿no eras tú el que estabas abrazado a la esposa de Jai? 

--Sí, yo era -repuso el maestro. 

Entonces, otro oyente preguntó: 

--¿No te vi a ti el otro anochecer bebiendo en la taberna? 

--Ése era yo -contestó el maestro. 

Un tercer hombre interrogó al maestro: 

--¿No eras tú el que el otro día comías carne en el mercado? 

--Efectivamente -afirmó el maestro. En ese momento todos los asistentes se sintieron indignados y comenzaron a protestar. 

--Entonces, ¿por qué nos pides a nosotros que no hagamos lo que tú haces? 

Y el falso maestro repuso: 

--Porque yo enseño, pero no practico. 


Si no encuentras un verdadero maestro 
al que seguir, 
conviértete tú mismo en maestro. 
En última instancia, 
tú eres tu discípulo y tu maestro.


viernes, 20 de abril de 2012

EL LIBERADO-VIVIENTE Y EL BUSCADOR



Un buscador espiritual viajó a la India en su afán por encontrar y entrevistar a un verdadero iluminado, a un jivanmukta o liberado-viviente. 

Viajó durante meses por el país. Se trasladó de los Himalayas al cabo de la Virgen, del estado de Maharahstra al de Bengala. Recorrió montañas, dunas, desiertos, ciudades y pueblos. 

Recabó mucha información y, por fin, halló, según todos los testimonios, un verdadero hombre realizado. Por fin, podría llevar a cabo su ansiado encuentro. 

El graznido de los cuervos quebraba el silencio de una tarde apacible y dorada. El hombre realizado se hallaba bajo un frondoso rododendro, en actitud meditativa. El visitante lo saludó cortesmente, se sentó a su lado y preguntó: 

--Antes de que usted hallase la realización, ¿se deprimía? 

--Sí, claro, a veces -repuso tranquilamente el jivanmukta. 

El buscador hizo una segunda pregunta: 

--Dígame, y ahora, después de su iluminación, ¿se deprime a veces? 

Una leve y hermosa sonrisa se dibujó en los labios del jivanmukta. Penetró con sus límpidos ojos los de su interlocutor y contestó: 

--Sí, claro, a veces, pero ya ni me importa ni me incumbe. 


Cuando cesa la identificación 
con tus procesos psicomentales, 
ya nada puede encadenarte ni implicarte. 
Eres como un bambú vacío 
por el que libremente 
circula la energía universal. 


jueves, 19 de abril de 2012

La ira



Era un hombre que, con frecuencia, padecía accesos de ira incontrolables, así que decidió ir a visitar a un sabio que vivía en la cima de una colina para que le aconsejara. Cuando llegó hasta el sabio, le dijo:

-Tengo fuertes ataques de cólera y eso hace muy desgraciada mi vida y malogra mis relaciones con los demás. ¿Puedes ayudarme?

-Antes que nada –dijo el sabio-, es importante que quieras superar la ira, pero para aconsejarte mejor necesito que me la muestres.

-Pero ahora no tengo ira –dijo el visitante.

-Pues cuando tengas ira, ven a verme y así la veré.

El hombre volvió a su casa y días después fue asaltado por un acceso de ira, por lo que volvió a visitar al sabio.

-Bien, muéstrame la ira –dijo el sabio.

-Ahora no la tengo. Ya se me ha ido.

-Es que has venido muy despacio. Cuando te sientas airado, ven más rápido.

Pasados unos días, el hombre sufrió otro fuerte ataque de cólera. Recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba hacia la cima de la colina. Llegó agotado hasta el sabio, pero la ira había desaparecido. El sabio le dijo:

-Esto no puede seguir así. Otra vez vienes a verme sin ira. Corre más rápido. Trata de subir más deprisa.

Cuando la cólera volvió a hacer presa del hombre de nuevo, salió en estampida hacia la cima de la colina para mostrársela al sabio. Al llegar, tras una penosa y extenuante ascensión, oyó que el sabio le decía:

-A ver, ¿dónde está la ira?

Ya no sentía ira. Esta operación se repitió varias veces. Por fin un día, el sabio le dijo:

-Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has venido una docena de veces y nunca has sido capaz de mostrarme la ira. Te atrapa en cualquier momento y con cualquier motivo y luego te abandona. No vuelvas a dejar que la ola de ira te envuelva. La ira no te pertenece.

El hombre no se dejó atrapar nunca más por la ira y así recobró la paz interior.


miércoles, 18 de abril de 2012

El anciano y el niño



Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo. 

Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se rió de ellos, gritando: 

--¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro. 

Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Dijeron: 

--¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y pobre niño caminando. 

Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos. 

Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados: 

--¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante? 

El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado. 

—¡Qué vergüenza! 

Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar: 

--¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal! 

El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando: 

--Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. 

!Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos! 

De repente, el burro se revolvió, se precipitó en un barranco y murió. 



*El Maestro dice: Si escucháis las opiniones de los demás, acabaréis muertos como este burro. Cerrad los oídos a la opinión ajena. Que aquello que los demás censuran te sea indiferente. Escucha únicamente la voz de tu corazón y no te pierdas en opiniones ajenas.

martes, 17 de abril de 2012

Ignorancia



Se trataba de dos amigos no demasiado inteligentes. Habían decidido hacer una marcha y dormir en un establo. Caminaron durante toda la jornada. Al anochecer se alojaron, como tenían previsto, en un establo del que previamente tenían noticias. Estaban muy cansados y durmieron profundamente; pero, de madrugada, una pesadilla despertó a uno de los amigos. Zarandeó a su compañero, despertándolo, y le dijo: 

--Sal fuera y dime si ha amanecido. Comprueba si ha salido el sol. 

El hombre salió y vio que todo estaba muy oscuro. Volvió al establo y explicó: 

--Oye, está todo tan oscuro que no puedo ver si el sol ha salido. 

—¡No seas idiota! -exclamó el compañero-. ¿Acaso no puedes encender la linterna para ver si ha salido? 



Así procede muchas veces el ser humano 
en la búsqueda espiritual, 
sin utilizar el discernimiento correcto.


lunes, 16 de abril de 2012

Nasrudin visita la india



El célebre y contradictorio personaje sufí Mulla Nasrudín visitó la India. Llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus abigarradas calles. De repente vio a un hombre que estaba en cuclillas vendiendo lo que Nasrudín creyó que eran dulces, aunque en realidad se trataba de chiles picantes. Nasrudín era muy goloso y compró una gran cantidad de los supuestos dulces, dispuesto a darse un gran atracón. Estaba muy contento, se sentó en un parque y comenzó a comer chiles a dos carrillos. Nada más morder el primero de los chiles sintió fuego en el paladar. Eran tan picantes aquellos “dulces” que se le puso roja la punta de la nariz y comenzó a soltar lágrimas hasta los pies. No obstante, Nasrudín continuaba llevándose sin parar los chiles a la boca. 

Estornudaba, lloraba, hacía muecas de malestar, pero seguía devorando los chiles. Asombrado, un paseante se aproximó a él y le dijo: 

--Amigo, ¿no sabe que los chiles sólo se comen en pequeñas cantidades? 

Casi sin poder hablar, Nasrudín comento: 

--Buen hombre, créeme, yo pensaba que estaba comprando dulces. 

Pero Nasrudín seguía comiendo chiles. El paseante dijo: 

--Bueno, está bien, pero ahora ya sabes que no son dulces. ¿Por qué sigues comiéndolos? 

Entre toses y sollozos, Nasrudín dijo: 

--Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar. 



No seas como Nasrudín. 
Toma lo mejor 
para tu evolución interior 
y arroja lo innecesario o pernicioso, 
aunque hayas invertido años en ello.


domingo, 15 de abril de 2012





Dijo. un hombre a otro:

-Con la marea alta, hace mucho tiempo, escribí con mi cayado unas líneas en la arena. Y la gente aún se detiene para leerlas y cuida mucho de que no se borren.

Y el otro hombre dijo:

-Yo también escribí unas líneas en la arena, pero lo hice durante la marea baja. Y las olas del inmenso mar las borraron y breve fue su vida. Pero dime; ¿qué fue lo que tú escribiste?

Y el primer hombre respondió:

-Escribí: Soy lo que soy. ¿Y tú, qué escribiste?

Y el otro hombre dijo:

-Escribí esto: Soy sólo una gota de este mar inmenso.


sábado, 14 de abril de 2012

UN ERMITAÑO EN LA CORTE



En la corte real tuvo lugar un fastuoso banquete. Todo se había dispuesto de tal manera que cada persona se sentaba a la mesa de acuerdo con su rango. Todavía no había llegado el monarca al banquete, cuando apareció un ermitaño muy pobremente vestido y al que todos tomaron por un pordiosero. Sin vacilar un instante, el ermitaño se sentó en el lugar de mayor importancia. Este insólito comportamiento indignó al primer ministro, quien, ásperamente, le preguntó: 

--¿Acaso eres un visir? 

--Mi rango es superior al de visir -repuso el ermitaño. 

--¿Acaso eres un primer ministro? 

--Mi rango es superior al de primer ministro. 

Enfurecido, el primer ministro inquirió: 

--¿Acaso eres el mismo rey? 

--Mi rango es superior al del rey. 

--¿Acaso eres Dios? -preguntó mordazmente el primer ministro. 

--Mi rango es superior al de Dios. Fuera de sí, el primer ministro vociferó: 

--¡Nada es superior a Dios! 

Y el ermitaño dijo con mucha calma: 

--Ahora sabes mi identidad. Esa nada soy yo. 



Más allá de todas las categorías y dualidades, 
del ego y los conceptos, 
está aquel que ha liberado su mente.


viernes, 13 de abril de 2012

Los Monos



Era un aspirante espiritual con mucha motivación, pero tenía una mente muy dispersa. Tuvo noticias de un sobresaliente mentor y no dudó en desplazarse hasta donde vivía y decirle: 

--Respetado maestro, perdona que te moleste, pero mi gratitud sería enorme si pudieras proporcionarme un tema de meditación, puesto que tengo decidido retirarme al bosque durante unas semanas para meditar sin descanso. 

--Me complace tu decisión. Ve al bosque y estáte contigo mismo. Puedes meditar en todo aquello que quieras, excepto en monos. Trae lo que quieras a tu mente, pero no pienses en monos. 

El discípulo se sintió muy contento, diciendo: “!Qué fácil es el tema que me ha proporcionado el maestro!; sí, realmente sencillo”. Se retiró a un frondoso bosque y dispuso una cabaña para la meditación. Transcurrieron las semanas y el aspirante puso término al retiro. Regresó junto al mentor, y éste, nada más verlo, preguntó: 

--¿Qué tal te ha ido? 

Apesadumbrado, el aspirante repuso: 

--Ha sido agotador. Traté incansablemente de pensar en algo que no fuesen monos, pero los monos iban y venían por mi mente sin poderlo evitar. En realidad, llegó un momento en que sólo pensaba en monos. 



La mente es amiga y enemiga; 
es una mala dueña, 
pero una buena aliada. 
Por eso es necesario 
aprender a contener el pensamiento 
y poner la mente 
bajo el yugo de la voluntad. 



jueves, 12 de abril de 2012



Un cuento sobre las diferencias aparentes

Cuatro viajero provenientes de distintos países que seguían la misma ruta juntaron el poco dinero que tenían para comprar comida.

-El persa dijo: comparemos angur.

-El árabe contestó: no, yo quiero inab.

-El turco no estuvo de acuerdo y exclamó: de eso nada, yo comeré uzum.

-El griego protestó diciendo: lo que compraremos será stafil.

Como ninguno sabía lo que significaban las palabras de los demás, comenzaron a pelear entre sí.

Tenían información, pero carecían de conocimiento.

Pasó por allí un hombre que dijo:

-Yo puedo satisfacer el deseo de todos ustedes, denme su dinero.

Los viajeros accedieron a la solicitud del recién llegado. Al cabo de un rato, el hombre regresó con aquello que todos habían mencionado sin saber que se referían a lo mismo: uvas.

miércoles, 11 de abril de 2012

Vestiduras



Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:

-Bañémonos en el mar.

Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió.

Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.

Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra.

Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas no lo ocultan a sus ojos.


martes, 10 de abril de 2012

Tres regalos



Cierta vez, en la ciudad de Becharre, vivía un amable príncipe, querido y honrado por todos sus súbditos.

Pero había un hombre, excesivamente pobre, que se mostraba amargo con el príncipe y movía continuamente su lengua, pestilente en sus censuras.

El príncipe lo sabía. Pero era paciente.

Por fin decidió considerar el caso. Y, una noche de invierno, un siervo del príncipe llamó a la puerta del hombre, cargando un saco de harina de trigo, un paquete de jabón y uno de azúcar.

-El príncipe te envía estos regalos como recuerdo -dijo el siervo.

Y el hombre se regocijó, pues creyó que las dádivas eran un homenaje del príncipe. Y, en su orgullo, fue en busca del obispo y le contó lo que el príncipe había hecho, agregando:

-¿No ve cómo el príncipe desea mi amistad?

-Pero el obispo respondió:

-¡Oh! Qué príncipe sabio y qué poco comprendes. Él habla por símbolos. La harina es para tu estómago vacío, el jabón para tu sucia piel y el azúcar para endulzar tu amarga lengua.

Desde aquel día en adelante, el hombre sintió vergüenza hasta de sí mismo, y su odio al príncipe se hizo mayor que nunca. Pero, a quien más odiaba era al obispo que interpretó la dádiva del príncipe.

Sin embargo, desde entonces guardó silencio.


lunes, 9 de abril de 2012

Tres dioses y ninguno



En la ciudad de Kilafis un sofista se paró sobre los escalones del Templo y predicó sobre varios dioses. Y el pueblo dijo en sus corazones: "Sabemos todo esto. ¿Acaso no vive con nosotros y nos siguen doquiera que vayamos?"

No mucho después, otro hombre de pie en la plaza del mercado habló así a la gente:

-Dios no existe.

Y varios de los que escuchaban se alegraron con sus relatos, pues temían a los dioses.

Y un día llegó un hombre muy elocuente y dijo:

-Sólo existe un Dios.

Y entonces todo el pueblo se acongojó, pues en sus corazones temían al juicio de un Dios más que al de varios dioses.

Por aquella misma época apareció otro hombre y dijo al pueblo:

-Hay tres dioses y habitan en el viento como uno solo, y tienen una grande y agraciada madre que es a la vez su compañera y hermana.

Entonces todos se sintieron reconfortados, pues en secreto se decían: "Tres dioses en uno deben desaprobar nuestras fallas, pero también su agraciada madre será seguramente la abogada de nuestras pobres debilidades".

Aún hoy día en la ciudad de Kilafis, hay quienes pelean y discuten entre sí sobre la existencia de varios dioses y ninguno, y sobre un dios y tres dioses en uno y acerca de cierta agraciada madre de los dioses.


domingo, 8 de abril de 2012

Sueños



Un hombre tuvo un sueño y, cuando despertó, visitó a un adivino y quiso que éste lo descifrase.

Y el adivino dijo al hombre:

-Ven a mí con los sueños que contemples en tus momentos despiertos y te explicaré sus significados. Pero los sueños de tu dormir no pertenecen ni a mi sabiduría ni a tu imaginación.