Cierto día de mayo Alegría y Tristeza se encontraron a orillas de un lago. Se saludaron y se sentaron junto a las tranquilas aguas y conversaron.
Alegría habló sobre la belleza que reina sobre la tierra, del cotidiano encanto de la vida en el bosque y entre las colinas, y de las canciones escuchadas al amanecer y al anochecer.
Y Tristeza estuvo de acuerdo con todo lo que Alegría había dicho; pues Tristeza conocía la magia de la hora y la belleza de aquellas cosas. Y Tristeza habló con elocuencia cuando se refirió a los campos y a las colinas de mayo. Alegría y Tristeza conversaron un largo rato y estuvieron de acuerdo con todas las cosas que conocían.
En ese momento pasaban por la otra orilla dos cazadores. Miraron hacia la otra ribera y uno dijo:
-Me pregunto quiénes son esas dos personas.
Y el otro dijo:
-¿Has dicho dos? Yo veo sólo a una.
El primer cazador respondió:
-Pero si hay dos.
Y el segundo:
-Según veo hay una sola, y el reflejo del lago es sólo uno.
-No, hay dos -respondió el primer cazador-. Y el reflejo sobre las aguas tranquilas muestra a dos personas.
Pero el segundo repitió:
-Sólo veo a una.
Y el otro:
-Veo a dos personas, y muy claramente.
Y, aún hoy día, un cazador dice que el otro ve doble; mientras que el otro repite: "Mi amigo es algo ciego".
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