En la ciudad de Kilafis un sofista se paró sobre los escalones del Templo y predicó sobre varios dioses. Y el pueblo dijo en sus corazones: "Sabemos todo esto. ¿Acaso no vive con nosotros y nos siguen doquiera que vayamos?"
No mucho después, otro hombre de pie en la plaza del mercado habló así a la gente:
-Dios no existe.
Y varios de los que escuchaban se alegraron con sus relatos, pues temían a los dioses.
Y un día llegó un hombre muy elocuente y dijo:
-Sólo existe un Dios.
Y entonces todo el pueblo se acongojó, pues en sus corazones temían al juicio de un Dios más que al de varios dioses.
Por aquella misma época apareció otro hombre y dijo al pueblo:
-Hay tres dioses y habitan en el viento como uno solo, y tienen una grande y agraciada madre que es a la vez su compañera y hermana.
Entonces todos se sintieron reconfortados, pues en secreto se decían: "Tres dioses en uno deben desaprobar nuestras fallas, pero también su agraciada madre será seguramente la abogada de nuestras pobres debilidades".
Aún hoy día en la ciudad de Kilafis, hay quienes pelean y discuten entre sí sobre la existencia de varios dioses y ninguno, y sobre un dios y tres dioses en uno y acerca de cierta agraciada madre de los dioses.
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