martes, 31 de enero de 2012

SÓLO SE NECESITA MIEDO



Había un rey de corazón puro y muy interesado por la búsqueda espiritual. A menudo se hacía visitar por yoguis y maestros místicos que pudieran proporcionarle prescripciones y métodos para su evolución interna. Le llegaron noticias de un asceta muy sospechoso y entonces decidió hacerlo llamar para ponerlo a prueba.

El asceta se presentó ante el monarca, y éste, sin demora, le dijo:

--¡O demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!

El asceta dijo:

--Majestad, os juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y sobrenaturales. Veo un ave dorada en el cielo y demonios bajo la tierra.

!Ahora mismo los estoy viendo! ¡Sí, ahora mismo!

--¿Cómo es posible -inquirió el rey- que a través de estos espesos muros puedas ver lo que dices en el cielo y bajo tierra?

Y el asceta repuso:

--Sólo se necesita miedo.



El Maestro dice: 
Caminar hacia la Verdad 
es más difícil que hacerlo 
por el filo de la navaja, 
por eso sólo algunos 
se comprometen con la Búsqueda.


lunes, 30 de enero de 2012

El elefante encadenado



Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. 

Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza 
descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. 

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. 

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. 

Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: 

El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... 

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...


Jorge Bucay


domingo, 29 de enero de 2012

El filosofo y el remendón



Un filósofo llegó un día al taller de un zapatero remendón con unos zapatos gastados. Y el filósofo dijo al remendón:

-Por favor, remienda mis zapatos.

-Ahora estoy remendando zapatos de otros hombres -respondió éste-, y hay todavía más para reparar antes de que pueda ocuparme de los tuyos. Pero deja tus zapatos aquí, y usa este otro par por hoy, y ven mañana a buscar los tuyos.

-No uso zapatos que no son míos -protestó indignado el filósofo.

-Pues bien -dijo el remendón-, ¿en verdad eres tú un filósofo y no puedes calzarte con zapatos de otro hombre? Al final de esta calle hay otro remendón que comprende a los filósofos mejor que yo. Recurre a él para remiendos.


sábado, 28 de enero de 2012

El ermitaño



Cierta vez vivió un ermitaño en medio de las verdes colinas. Era puro de espíritu y blando de corazón. Y todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo se llegaban hasta él en parejas, y él les hablaba. Lo escuchaban alegremente, reuniéndose junto a él, y no partían hasta la noche, momento en que el ermitaño los despedía, confiándolos al viento y al bosque con su bendición.

Una tarde, mientras hablaba acerca del amor, un leopardo levantó la cabeza y dijo al ermitaño:

-Nos hablas del amor. Dinos, Señor, ¿dónde está tu compañera?

-No tengo compañera -contestó el ermitaño.

Entonces un gran grito de sorpresa se elevó del coro de bestias y aves, y comenzaron a decirse unos a otros:

-¿Cómo puede él hablarnos sobre el amor y el compañerismo cuando él mismo no sabe nada acerca de ello?

Y, lentamente, con actitud desdeñosa lo abandonaron. Aquella noche el ermitaño se echó sobre su estera, el rostro hacia la tierra, y lloró amargamente y golpeó las manos contra su pecho.


viernes, 27 de enero de 2012

¿Cómo Crecer?




Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.

Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.

La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresa, floreciendo y más fresca que nunca.

El rey preguntó:

¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?

No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a vos mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona.

Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o podes marchitarte en tu propia condena...


jueves, 26 de enero de 2012

El cetro



Dijo un rey a su esposa:

-Señora, tú no eres verdaderamente una reina. Eres demasiado vulgar y poco graciosa para ser mi compañera.

Dijo su esposa:

-Señor, tú te consideras rey pero eres solamente un pobre parlanchín.

Estas palabras enfurecieron al rey. Tomó el cetro con las manos y golpeó la frente de la reina con el cetro de oro. En ese momento el ayuda de cámara apareció y dijo:

-¡Está bien, está bien, Su Majestad! Ese cetro fue creado por el más grande artista de la tierra. ¡Ay de mí! Algún día tú y la reina serán olvidados, pero este cetro permanecerá como cosa bella de generación en generación. Y ahora que has extraído sangre de la cabeza de Su Majestad, Señor, el cetro será el más famoso y recordado.


miércoles, 25 de enero de 2012

El caballo parlante del rey



Un rey ofrecía una gran cantidad de monedas de oro a cualquier persona que fuera capaz de hacer hablar a su caballo; quien aceptara recibir el dinero tenía un tiempo de plazo para lograr su cometido, si pasado ese tiempo el caballo no hablaba la persona era decapitada.

Pasaron los días y no aparecía ningún voluntario para la magnífica tarea que representaba un enriquecimiento rápido y a la vez un gran riesgo de muerte casi segura. Un buen día un paisano le dijo al rey que él haría hablar a su caballo. El trato se realizó, el señor se llevó su bolsa de monedas de oro y se fue con el caballo del rey con la promesa de que el animal aprendería a hablar en un plazo determinado, digamos dos años.

Los familiares del señor y amigos completamente alarmados le dijeron que había sido un verdadero tonto, que era lógico que el caballo jamás hablaría, que iba a morir decapitado, en fin, todos en contra de su decisión a lo que este señor respondió:

“No se alarmen, tengo todavía dos años y no sabemos qué pueda pasar en estos dos años, quizás yo muera antes del plazo, quizás muera el caballo, quizás muera el rey… y hasta a lo mejor, nunca se sabe, el caballo aprende a hablar.”

Hasta aquí la metáfora, ahora responde para ti estas preguntas:

¿Qué significado le encuentras?

¿Puedes hallar en la historia una respuesta a alguna pregunta existencial que te hayas hecho?

¿De qué manera puedes aplicar a tu vida la interpretación de esta metáfora?


martes, 24 de enero de 2012

Dos seres iguales



Cierto día, el profeta Sharía encontró una niña en un jardín. Y la niña dijo:

-Buen día tengas, Señor.

Y el profeta respondió:

-Buen día para ti, Señora -y después de un instante agregó-: Veo que estás sola.

Entonces la criatura dijo, riendo encantada:

-Me llevó mucho tiempo perder a mi aya. Ella piensa que estoy detrás de aquel cerco. Pero, ¿no ves que estoy aquí?

Después miró hacia el profeta y habló nuevamente:

-Tú también estás solo. ¿Qué hiciste con tu aya?

-Mi caso es diferente -respondió el profeta-. En verdad, no puedo perderla con frecuencia. Pero hoy, cuando vine a este jardín, ella me estaba buscando detrás de aquel cerco.

La niña, batiendo palmas gritó:

-¡Entonces eres como yo! ¿No es bueno estar perdido?

Y después preguntó:

-¿Quién eres tú?

-Me llaman el profeta Sharía. ¿Y, dime, quién eres tú? -respondió el hombre.

-Soy solamente yo -dijo la niña- y mi aya me está buscando sin saber que estoy aquí..

Entonces el profeta miró hacia el espacio y dijo:

-Yo también huí de mi aya por un instante. Pero ella me encontrará.

-Sé que mi aya también me encontrará -dijo la niña.

Y en aquel momento se oyó la voz de una mujer llamando por su nombre a la niña.

-¿Ves? -dijo la criatura-, te dije que ella me encontraría.

Y en ese mismo instante, otra voz se oyó decir: "¿Dónde estás, Sharía?"

Y el profeta dijo:

-Ves, hija mía, me han encontrado también a mí.

Y mirando hacia lo alto, Sharía respondió:

-Heme aquí.


lunes, 23 de enero de 2012

Dona Ruth



Una vez hubo tres hombres que miraban desde lejos hacia una casa blanca que se erguía solitaria sobre una verde colina. Uno de ellos dijo:

-Aquella es la casa de doña Ruth. Es una vieja bruja.

-Te equivocas -dijo el segundo hombre-, doña Ruth es una hermosa mujer que vive allí consagrada a sus sueños.

-Ambos se equivocan -dijo el tercero-. Doña Ruth es la arrendataria de esta vasta tierra y extrae sangre de sus siervos.

Y continuaron su camino discutiendo acerca de doña Ruth.

Cuando llegaron a un cruce encontraron a un anciano y uno de ellos le preguntó:

-¿Podrías contarnos algo sobre doña Ruth, la que habita aquella casa blanca sobre la colina?

El anciano levantó la cabeza y sonriendo dijo:

-Tengo noventa años y recuerdo a doña Ruth desde niño. Pero doña Ruth falleció ochenta años atrás. Y ahora la casa está vacía. Los búhos anidan en ella algunas veces, y la gente dice que el lugar está embrujado.


domingo, 22 de enero de 2012

Dios



En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:

-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.

Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.

Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:

-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.

Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.

Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:

-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino.

Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas.

Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:

-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol.

Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.

Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí.


sábado, 21 de enero de 2012

Cuerpo y alma



Un hombre y una mujer se sentaron junto a una ventana abierta a la primavera. Se sentaron uno junto al otro. Y la mujer dijo:

-Te amo. Eres bello y rico, y estás siempre bien ataviado.

Y el hombre dijo:

-Te amo. Eres un bello pensamiento, algo demasiado etéreo para sostenerlo en la mano, y una canción en mis sueños.

Mas, la mujer se levantó con furia y replicó:

-Señor, por favor déjame ya. No soy un pensamiento ni una cosa que pasa por tus sueños. Soy una mujer. Preferiría que me desearas como esposa y madre de niños no nacidos aún.

Y se separaron.

Y el hombre hablaba en su corazón: "He aquí otro sueño que se convierte en humo".

Y la mujer decía: "Bien. ¿Y qué decir de un hombre que se convierte en humo y sueños?"


viernes, 20 de enero de 2012

Con Dios



Dos hombres paseaban por el valle y uno, señalando hacia la montaña, dijo:

-¿Ves esa ermita? Allí vive un hombre que hace ya mucho tiempo se divorció del mundo. Busca a Dios y a nada más sobre la tierra.

-No encontrará a Dios -dijo el otro hombre- hasta que no abandone su ermita y la soledad que lo envuelve, y regrese a nuestro mundo a compartir nuestra alegría y dolor, a bailar con nuestras bailarinas en las fiestas de esponsales, y a llorar junto a aquellos que lloran alrededor del ataúd de nuestros muertos.

Y el otro hombre se convenció en su corazón, mas, pese a ello, respondió:

-Concuerdo con lo que dices, mas creo que el ermitaño es un buen hombre. Y ¿no podría ser que un solo buen hombre con su ausencia obrara mayores bienes que la aparente bondad de tantos hombres?


jueves, 19 de enero de 2012

Canción de amor



Cierta vez, un poeta escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos, hombres y mujeres, y también a una joven que había visto tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y cuando pasaron dos o tres días vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía:

"Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda".

Y el poeta respondió, diciendo en su carta:

"Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a cualquier mujer."

Y ella le escribió a su vez, diciendo:

"¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa!"



miércoles, 18 de enero de 2012

Vivir peligrosamente



Había dos templos rivales. Los dos maestros —probablemente sólo se trataba de supuestos maestros; en realidad, debían ser sacerdotes y estaban tan en contra el uno del otro que le dijeron a sus seguidores que no debían mirar nunca hacia el otro templo.  

Cada sacerdote tenía un niño a su servicio para traerle cosas o hacer los recados. El sacerdote del primer templo le dijo a su niño sirviente: —No hables nunca con el otro chico. Esa gente es peligrosa. Pero los niños son niños. 

Un día se encontraron en la carretera, y el niño del primer templo le preguntó al otro: 
¿Adónde vas? 

El otro le dijo: 
A donde me lleve el viento. Una gran declaración. 

Pero el primer niño estaba muy avergonzado y ofendido porque no había encontrado ninguna respuesta a esto. Estaba triste y enfadado, y también le remordía la conciencia. Mi maestro me ha dicho que no debía hablar con esa gente. Esa gente es realmente peligrosa. Pero ¿qué clase de respuesta es ésa? Me ha humillado. Fue a su maestro y le dijo lo que había ocurrido:

—Siento haber hablado con él. Tenías razón, son raros. ¿Qué clase de respuesta es ésa? Yo le pregunté: «¿Adónde vas?» una pregunta sencilla, normal y sabía que estaba yendo al mercado igual que yo. Pero me contestó: «A donde me lleve el viento.» El maestro le dijo:

—Te había advertido, pero no me has hecho caso. Mira, mañana te vuelves a colocar en el mismo sitio. Cuando llegue él, le preguntas: -«¿Adónde vas?», y él dirá: «A donde me lleve el viento.>~ Entonces, tú también tienes que ser un poco más filosófico y decirle: «¿Y si no tienes piernas?» —porque el alma es incorpórea y el viento no se puede llevar al alma a ningún sitio, entonces, ¿qué harás?» 

 El niño quería estar absolutamente preparado; se pasó toda la noche repitiéndolo. A la mañana siguiente se marchó muy pronto hacia el lugar, se colocó en el mismo sitio, y a la misma hora volvió a aparecer el otro niño. Estaba muy contento, ahora le iba a enseñar qué es la verdadera filosofía. Así que le preguntó:

—¿Adónde vas? —Y se quedó esperando. El niño dijo:

—Voy al mercado a comprar verduras. Y ahora, ¿de qué le servía la filosofía que había aprendido?

La vida es así. No puedes prepararte, no puedes estar listo. Ésa es su belleza, ése es el misterio, que siempre te coge de sorpresa, siempre llega de sorpresa.Cada momento es una sorpresa y no se puede aplicar una respuesta premeditada.


martes, 17 de enero de 2012

SÓLO SE NECESITA MIEDO



Había un rey de corazón puro y muy interesado por la búsqueda espiritual. A menudo se hacía visitar por yoguis y maestros místicos que pudieran proporcionarle prescripciones y métodos para su evolución interna. Le llegaron noticias de un asceta muy sospechoso y entonces decidió hacerlo llamar para ponerlo a prueba.

El asceta se presentó ante el monarca, y éste, sin demora, le dijo:

--¡O demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!

El asceta dijo:

--Majestad, os juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y sobrenaturales. Veo un ave dorada en el cielo y demonios bajo la tierra.

!Ahora mismo los estoy viendo! ¡Sí, ahora mismo!

--¿Cómo es posible -inquirió el rey- que a través de estos espesos muros puedas ver lo que dices en el cielo y bajo tierra?

Y el asceta repuso:

--Sólo se necesita miedo.

*El Maestro dice: Caminar hacia la Verdad es más difícil que hacerlo por el filo de la navaja, por eso sólo algunos se comprometen con la Búsqueda.


lunes, 16 de enero de 2012

Osho: pepitas de oro



Mira sólo a los animales, los pájaros,

nadie está preocupado,

nadie está triste ni frustrado.


No ves un búfalo con ataques de ira.

Está perfectamente a gusto masticando el pasto,

igual que todos los días...

¡Parece casi un iluminado!

No tiene tensiones,

está en una tremenda armonía con la naturaleza, consigo mismo y con

todo tal como es.


Los búfalos no hacen partidos

para revolucionar el mundo;

para convertir a los búfalos en súper búfalos;

para hacer a los búfalos religiosos y virtuosos.

Ningún animal está interesado en las ideas humanas.


Y todos ellos deben estar riendo.

¿Qué es lo que te ha sucedido?

¿Por qué no puedes ser simplemente tú mismo cómo eres?

¿Cuál es la necesidad de ser otro?


Así es que lo primero es

la aceptación de ti mismo.

En lugar de juzgarte,

empieza a celebrarte con todas tus imperfecciones,

tus fragilidades, errores, fallas.


No te pidas ser perfecto.

Eso es simplemente pedir lo imposible

que te hará sentir frustrado.

Después de todo, eres un ser humano.


-Osho-


domingo, 15 de enero de 2012

Ayer, hoy y mañana



Dije a mi amigo:

-Tú la ves descansando sobre el brazo de aquel hombre. Sólo que ayer descansaba así sobre el mío.

Y mi amigo dijo:

-Y mañana se posará sobre el mío.

Dije:

-Mírala sentada junto a él. Fue sólo ayer que se sentaba junto a mí.

Y él respondió:

-Mañana se sentará a mi lado.

Dije:

-Observa, bebe vino de su copa y ayer bebía de la mía.

Y él agregó:

-Mañana lo hará de mi copa.

Entonces dije:

-Mira cómo lo contempla con amor y con ojos entregados. Ayer mismo me contemplaba así.

Y mi amigo dijo:

-Mañana me contemplará a mí.

Pregunté:

-¿No la oyes murmurar canciones de amor en sus oídos? Las mismas canciones de amor que murmuraba en los míos.

Y mi amigo contestó:

-Y mañana las susurrará en los míos.

Y dije:

-Pero mira. Está abrazándolo. No fue sino ayer que me abrazaba a mí.

Y mi amigo dijo:

-Me abrazará a mí mañana.

Entonces agregué:

-¡Qué mujer extraña!

Mas él me respondió:

-Ella es como la vida, poseída por todos los hombres; y como la muerte, conquista a todos los hombres; y como la eternidad, envuelve a todos los hombres.


sábado, 14 de enero de 2012

Jalil Gibrán: Aquel viejo, vino viejo



Hubo una vez un hombre rico muy orgulloso de su bodega y del vino que allí había; y también había una vasija con vino añejo guardada para alguna ocasión sólo conocida por él.

El gobernador del estado llegó a visitarlo, y aquél, luego de pensar, se dijo: "Esa vasija no se abrirá por un simple gobernador".

Y un obispo de la diócesis lo visitó, pero él dijo para sí: "No, no destaparé la vasija. Él no apreciará su valor, ni el aroma regodeará su olfato".

El príncipe del reino llegó y almorzó con él. Mas éste pensó: "Mi vino es demasiado majestuoso para un simple príncipe".

Y aún el día en que su propio sobrino se desposara, se dijo: "No, esa vasija no debe ser traída para estos invitados".

Y los años pasaron, y él murió siendo ya viejo, y fue enterrado como cualquier semilla o bellota.

El día después de su entierro tanto la antigua vasija de vino como las otras fueron repartidas entre los habitantes del vecindario. Y ninguno notó su antigüedad.

Para ellos, todo lo que se vierte en una copa es solamente vino.


viernes, 13 de enero de 2012

Amor y odio




Una mujer dijo a un hombre:

-Te amo.

Y el hombre respondió:

-Mi corazón se cree merecedor de tu amor.

Y la mujer habló:

-¿No me amas?

Y el hombre sólo elevó sus ojos hacia ella y calló.

Entonces la mujer gritó:

-Te odio.

Y el hombre dijo:

-Pues, entonces, mi corazón también es merecedor de tu odio.


jueves, 12 de enero de 2012

Gibrán: El loco



En el jardín de un hospicio conocí a un joven de rostro pálido y hermoso, allí internado.

Y sentándome junto a él sobre el banco, le pregunté:

-¿Por qué estás aquí?

Me miró asombrado y respondió:

-Es una pregunta inadecuada; sin embargo, contestaré. Mi padre quiso hacer de mí una reproducción de sí mismo; también mi tío. Mi madre deseaba que fuera la imagen de su ilustre padre. Mi hermana mostraba a su esposo navegante como el ejemplo perfecto a seguir. Mi hermano pensaba que debía ser como él, un excelente atleta. Y mis profesores, como el doctor de filosofía, el de música y el de lógica, ellos también fueron terminantes, y cada uno quiso que fuera el reflejo de sus propios rostros en un espejo. Por eso vine a este lugar. Lo encontré más sano. Al menos puedo ser yo mismo.

Enseguida se volvió hacia mí y dijo:

-Pero dime, ¿te condujeron a este lugar la educación y el buen consejo?

-No, soy un visitante -respondí.

-Oh -añadió el- tú eres uno de los que vive en el hospicio del otro lado de la pared.


miércoles, 11 de enero de 2012

La niña que brillaba como el sol



Érase que era una pequeña niña de ojos claros y cabello como el sol. Érase que era tan hermosa que hasta el mismo sol sonreía cada vez que la veía.

La niña tenía todo lo que una niña podía anhelar. Solo le faltaba una cosa que le hacía ponerse muy triste: la niña no podía hacer nada.

Sí, como lo leéis, no os extrañéis, es verdad. Y no podía hacer nada porque pensaba que no servía para nada, que no sabía hacer nada.

La niña vivía desde dentro y para dentro, y los demás sencillamente la ignoraban, era invisible a sus ojos. Cuando quería decir algo, se le ponía como un nudo en la garganta y la voz no le salía por más que ella lo intentara. Hasta se ponía roja del esfuerzo, y como finalmente no podía, una rabia cada vez mayor se iba apoderando de ella, aunque muchas veces no se daba cuenta de ello.

Y claro los demás, incluida hasta su propia madre, no se daban cuenta de nada y solo pensaban: esta niña es muy calladita.

Y no digamos ya cantar, eso era imposible, inimaginable, pero como le encantaba la música y ya hemos dicho que la niña vivía desde dentro y para dentro se pasaba el día imaginando y cantando para sí misma canciones.

Y tampoco pintaba, ni escribía, ni jugaba con otros niños, no podía hacerlo, porque había una vez en su cabecita que le decía: “me sale todo mal”.

Y de esta forma iban pasando los días, uno a uno. Sobreviviendo a través de su imaginación. No era extraño verla hablar sola o a sus muñecas, y cantarles cuando nadie le escuchaba, todas las canciones que se había inventado.

Como la niña, que ni nombre tenía, no podía, ni sabía expresar hacia fuera, aprendió a ser sabia, a conocerse a sí misma y a conocer a los demás, y cuando por fin, un hada buena y generosa, le concedió el deseo de poder hablar, cantar y expresarse, ayudó a conocerse a sí mismas a todas las personas que en su ignorancia, ni siquiera sabían que esta niña existía y que su existencia, ya desde muy niña brillaba como el sol.

Moralejas: Las personas a las que ignoramos o pasan indiferentes para nosotros, pueden ser nuestras maestras algún día. No debemos juzgar a nadie por las apariencias.


martes, 10 de enero de 2012

El guerrero de la luz





“Un guerrero de la luz comparte con los otros lo que sabe del camino.

Quien ayuda, siempre es ayudado, y tiene que enseñar lo que aprendió.

Por eso, él se sienta alrededor de la hoguera y cuenta como le fue en su día de lucha.

Un amigo le susurra: ¿Por qué revelas tan abiertamente tu estrategia?

¿No ves que actuando así corres el riesgo de tener que compartir tus conquistas con los otros?

El guerrero se limita a sonreír, sin responder.

Sabe que si llegara al final de la jornada a un paraíso vacío, su lucha no habría valido la pena."



lunes, 9 de enero de 2012

Paulo Coelho: Cuento de amistad



Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera.

Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición).

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días - Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo. 

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.

Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...

- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.

- El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando 

el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis.

- El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron 

su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- EL CIELO. 

- ¿El Cielo?

- ¿Sí?

- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello 

era el Cielo!.

- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar sus mejores amigos.

Jamás abandones a tus verdaderos Amigos aunque eso te produzca inconvenientes personales. Si ellos han estado dándote su amor y compañía has contraído una deuda: "No abandonarlos nunca", porque:

Hacer un amigo es una Gracia.
Tener un amigo es un Don.
Conservar un amigo es una Virtud.
Ser un amigo es un Honor.


domingo, 8 de enero de 2012

Esopo: El león enamorado de la hija del labrador.



Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.

Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba. Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición: 
que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija.

El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.

Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.

Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.


sábado, 7 de enero de 2012

Darse cuenta







Me levanto una mañana,
salgo de mi casa,
hay un pozo en la vereda,
no lo veo, 
y me caigo en él.

Día siguiente...
salgo de mi casa, 
me olvido que hay un pozo en la vereda, 
y vuelvo a caer en él.

Tercer día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
que hay un pozo en la vereda,
sin embargo no lo recuerdo, y caigo en él.

Cuarto día,
salgo de mi casa tratando de acordarme
del pozo en la vereda,
lo recuerdo,
y a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.

Quinto día,
salgo de mi casa, 
recuerdo que tengo que tener presente
el pozo en la vereda
y camino mirando al piso,
y lo veo
y a pesar de verlo, caigo en él.

Sexto día, 
salgo de mi casa,
recuerdo el pozo en la vereda,
voy buscándolo con la vista,
lo veo,
intento saltarlo, pero caigo en él.

Séptimo día,
salgo de mi casa
veo el pozo,
tomo carrera,
salto,
rozo con las puntas de mis pies 
el borde del otro lado,
pero no es suficiente y caigo e él.

Octavo día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
salto,
llego al otro lado!

Me siento tan orgulloso 
de haberlo conseguido,
que festejo dando saltos de alegría...
y al hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.

Noveno día,
salgo de mi casa,
veo el pozo,
tomo carrera,
lo salto,
y sigo mi camino.

Décimo día
me doy cuenta
recién hoy
que es más cómodo caminar 
por la vereda de enfrente.

Jorge Bucay