lunes, 9 de enero de 2012

Paulo Coelho: Cuento de amistad



Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera.

Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición).

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días - Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo. 

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.

Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...

- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.

- El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando 

el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis.

- El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron 

su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- EL CIELO. 

- ¿El Cielo?

- ¿Sí?

- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello 

era el Cielo!.

- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar sus mejores amigos.

Jamás abandones a tus verdaderos Amigos aunque eso te produzca inconvenientes personales. Si ellos han estado dándote su amor y compañía has contraído una deuda: "No abandonarlos nunca", porque:

Hacer un amigo es una Gracia.
Tener un amigo es un Don.
Conservar un amigo es una Virtud.
Ser un amigo es un Honor.


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