Cuenta la tradición judía que un rabino sabio y buscador de Dios caminaba despacio en medio de la noche. Se encontró con un guardia que daba cortos paseos, adelante y atrás, ante el portón de una mansión señorial.
- ¿Para quién paseas tú? – le preguntó, curioso, el rabino.
El guardia dijo el nombre de su amo. Luego le preguntó al rabino:
- Y tú, ¿para quién caminas?
Esta pregunta se quedó grabada en el corazón del rabino. “Y tú, ¿para quién caminas? ¿Para quién son tus pasos? ¿Para quién vives? Sólo puedes vivir para alguien. A cada paso que des hoy, repite su nombre.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario