Un viajero pidió asilo en un lejano reino. La cámara real tenía mil sillas vacías alrededor del trono.
- Siéntate en la silla adecuada y dejaré que permanezcas en mi reino -, le dijo el monarca mientras se levantaba de su trono y abandonaba la estancia.
Cuando el rey entró de nuevo en la sala, observó que el joven viajero se había sentado en el trono.
- Excelente, chico -, dijo riendo alegremente. – Puedes quedarte.
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