Para Nasrudín la vida es un absurdo coherente con el que hay que conformarse.
Así, cuando aún era joven, su padre le dijo un día:
- Tendrás que levantarte temprano, hijo mío.
- ¿Y por qué, padre?
- Porque es una costumbre muy buena. Un día que me levanté al alba encontré un saco de oro en el camino.
- ¿Quizá lo habían perdido la noche anterior?
- No, no – dijo el padre -. No estaba allí la noche anterior. Si no lo habría visto al volver a casa.
- Entonces – dijo Nasrudín -, el hombre que había perdido su oro se había levantado todavía más temprano que tú. ¿Ves como levantarse pronto no es bueno para todo el mundo?
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