Era Invierno. Tan Sia iba de viaje hacia el Sur y el guardián de un templo, situado junto al camino, le permitió pasar allí la noche. Hacía un frío muy intenso, y Tan Sia, incapaz de dormir debido a las bajas temperaturas, cogió una estatua de madera del templo, la hizo astillas y encendió una fogata para calentarse. Cuando lo vio, el guardián del templo se quedó estupefacto.
- ¿Cómo te atreves... - le dijo hecho una furia- a quemar una estatua del Buda?
- Busco la esencia sagrada de todas las cosas - respondió Tan Sia sin inmutarse, mientras removía las brasas con su bastón.
- ¿Cómo vas a encontrarla si estás quemando un Buda de madera? - replicó el guardián en el mismo tono de indignación.
- Si la esencia no está ahí dentro, ¿quieres, por favor, acercarme aquellas otras dos estatuas para avivar la hoguera?
Fuente: El Bosque Mitago
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