Érase una vez dos niñas que tenian que repartir una manzana en sí. Lo mejor que pudieron hacer fue partir la manzana a la mitad de tal manera que cada una se quedó con media manzana.
Cada niña se fue a su rincón a comer la manzana. Una de ellas utilizó el interior de la manzana para hacer un pastel y tiró la piel a la basura.
La otra niña se comió la piel y tiro a la basura la parte de dentro de la manzana a la basura.
Cada niña hizo lo que quiso en vez de negociar con la otra lo que podía ser mejor para cada una de ellas echando a perder así la parte de la manzana que la otra podía haber utilizado y que hubiera beneficiado a las dos.
Saber negociar consiste en hacer posible que todos ganen.
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