martes, 21 de agosto de 2012

TODOS NOS PERDEMOS, A VECES



André Previn, notable director y sincero crítico, revela el secreto de que todos los directores, aun los mejores, se pierden a veces al dirigir sus orquestas. 

Un paso en falso, una distracción, un fallo de la memoria..., y el director se queda sin saber dónde está, mientras la orquesta sigue su curso como si, a fin de cuentas, no necesitara director. 

El consejo que André Previn saca de su propia experiencia y ofrece a sus dignos colegas es que en tal trance el director no trate de reunirse con la orquesta a la desesperada, y menos aún trate de forzar a los músicos a que vengan a dónde él cree que deberían estar, sino que lo tome con calma, les deje tocar, haga con la batuta gestos amplios y generales que podrían encajar con cualquier ritmo, y espere pacientemente al reencuentro, que tendrá lugar más tarde o más temprano, sin que los disciplinados oyentes hayan caído en la cuenta de que algo había fallado. 

El único obstáculo para recobrar el control es el miedo a perderse y la ansiedad por volver al compás cuanto antes. Déjalo estar y no te atormentes. Ten sentido del humor y disfruta con tu hazaña. Siempre es una experiencia interesante, y al final el concierto es un éxito, y el público pide propina a fuerza de aplausos.

La vida es también una sinfonía, y todos nos perdemos de vez en cuando. La partitura es complicada, tiene pasajes difíciles, solos comprometidos y “tutti” arrolladores. A veces perdemos el compás y no sabemos ni dónde estamos ni adónde vamos ni cuándo va a acabar todo aquello. No importa. No te asustes. Que siga la música. Ya nos incorporaremos otra vez, más tarde o más temprano, y el concierto siempre será un éxito. La música nunca falla. 

Antonio García Vallés


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