En cierta ocasión una mujer llevó a su hija a ver al Mahatma Gandhi. La mujer estaba verdaderamente preocupada porque la niña padecía una grave adicción a los dulces y viendo que las amonestaciones de padres y familiares no funcionaban pensó que como la niña admiraba mucho a Gandhi, haría caso al “bapu” cómo llamaban cariñosamente al padre de la India. Gandhi le dijo a la madre que volviera dentro de tres meses. La mujer sin entender la causa cumplió la demanda y a los tres meses sin falta volvió a pedir audiencia con Gandhi. Entonces éste hablo con la niña y la convenció para que moderase su vicio.
Entonces la madre no pudo retener su curiosidad y pregunto:
- Gandhiji, ¿por qué no le dijiste esto mismo hace tres meses?
Y Gandhi contestó:
- Porque hace tres meses yo también era muy goloso
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