Un matrimonio de ancianos celebraba sus bodas de oro.
Mientras desayunaban juntos, la mujer pensó: “desde hace cincuenta años siempre he tenido en consideración a mi marido y le he dado la parte más tostada del pan. Pero hoy quiero disfrutar de esta delicia”. Untó dicha parte para ella y le dio la otra parte al marido.
Contrariamente a lo que esperaba, éste, muy alegre le besó la mano y le dijo: “querida, me has dado la mayor alegría en este día. Hace cincuenta años que no probaba la parte interior del pan que tanto me gusta. Siempre pensé que la debía guardar para ti ya que te gustaba tanto”
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